Este capítulo es una compensación por haber tardado tanto con el anterior, a parte, YoLeeoPorQueMeGusta1 en parte tiene razón y creo que les debo este capítulo. Es para ti, Mimi.
Sus ojos me escanearon y su ceja izquierda me cuestionó con curiosidad y cautela. No hacía falta recalcar que estaba nervioso y que esta situación me incomodaba y a la vez me extasiaba; estaba ansioso por decir lo que había estado planeando desde que subí el primer peldaño de las escaleras.
—Vine a verte. —le solté y enseguida ella se levantó de su cómoda para quedar frente a mi.
—Ya me viste, ahora puedes irte. —demandó ella con voz dura y con su mano hizo gesto de que no me quería ahí dentro.
—No seas dura, tú sabes que estas derrumbándote. —dije y pasé las palmas de mi manos por sus hombros—. Sé que duele, siempre duele la primera vez, pero no te preocupes, aquí estoy yo para ayudarte.
—¿Ayudarme? —preguntó burlona como si se estuviera burlando de mi—. ¿Qué harás? ¿Me dirás lo estúpida que fui al lanzarme sobre él? ¿Lo idiota que debí verme cuando le confesé que era virgen? ¿O lo patética que seré después de este gran chisme?
—Creo que no es buen momento para decir lo linda que te ves cuando te enojas. —reproché y logré que se calmara, al menos un poco—. No vine hasta aquí para encararte lo estúpida que fuiste al lanzarte sobre él, lo idiota que te viste al confesarle que eras virgen o lo patética que serás de ahora en adelante, claro que no vendría a eso.
—Justo ahora lo estas haciendo, idiota. —dijo y rió.
—Te hice reír. —le dije—. Ahora puedo dormir en paz.
—¿Me estas diciendo que viniste hasta aquí para contarme un mal chiste? —preguntó sonriente y después negó con la cabeza aún sin quitar su sonrisa—. ¡Eres increíble!
—Lo sé, ahora vístete. Llevamos muchos minutos de retraso. —dije y golpeé mis palmas en el aire para marcar orden.
—¿De retraso? Natsu, yo no pienso ir a aquella fiesta sin sentido. —cruzó sus brazos sobre sus pechos e hizo una mueca de asco.
—No te preocupes, es a otro lugar. —dije y pronto volví a ser cuestionado por su ceja izquierda—. Te gustará.
Ella algo rendida me sacó de su habitación y justo cuando creí que me estaba corriendo o rechazando mi idea, salé de la habitación ya cambiada.
—Tiene que gustarme. —dijo y caminó por el pasillo para perderse por las escaleras, después de unos segundos corrí en su búsqueda y la encontré platicando en la puerta principal con la ama de llaves.
—¿Nos vamos? —pregunté y sin esperar su respuesta; la saqué de las garras de aquella gorda anciana y nos encaminamos hasta donde estaba el auto de mi madre.
—¿Ahora tienes un auto? —preguntó esta vez ella cuando vió el Mercedes de mi madre—. ¡Me encanta!
Me di por aludido y le abrí la puerta del copiloto y una vez ella estuvo adentro, rodeé el carro hasta la puerta del piloto, donde me monté para después arrancar a una velocidad considerable. Conduje por las calles de la ciudad sin rumbo alguno hasta que la casa de mi padre en la playa pasó por mi mente. Seguro que estaría habitada por la servidumbre que siempre se encargaba de tenerla lista para cuando él hiciera sus repentinas apariciones, o en este caso, para cuando yo necesitara llevar una chica.
Seguí manejando por unos minutos más a la casa de la playa y cuando ya estuve lo suficientemente alejado de la ciudad, visualicé el gran camino de palmeras que dirigían a la casa de mi padre.
—Estamos por llegar. —le avisé y ella se reacomodo en su asiento.
—¿Me traes a tu casa? —preguntó y con sus grandes ojos escaneó la moderna estructura que iba apareciendo de la gran casa.
—De mi padre. —respondí y dejé que ella siguiera adulando la casa.
—Pensé que vivías de una manera más...
—¿Humilde? —la interrumpí y ella asintió algo cohibida.
—Es que tu manera de ser es muy diferente y no pareces presumir de tus dotes...
—¿Dotes? —la interrumpí con una sonrisa y después me carcajeé—. Por favor hazme el favor de ir a dictarle a mi madre todos mis dotes porque ella me cree un inútil.
—Si eres un inútil. —dijo ella y rió—. Pero eres inteligente, gracioso, educado hasta donde sé, sexy, reservado y en algunas ocasiones intrépido, eres espontáneo y calculador, guapo y holgazán.
—Sobre todo holgazán. —dije y ella volvió a reír, después aparqué el auto frente a el recibidor y ayudando a Lucy a que bajara, fuimos atendidos por Wendy, la cocinera.
—¡Natsu! Hace mucho tiempo que no te veo. —dijo en cuanto abrí la puerta y me vio en el umbral—. ¡Estas tan guapo! Te pareces a tu padre.
—Hola, Wendy. —la saludé y después pareció captar la presencia de Lucy.
—Tú debes ser la novia de Natsu. —dijo y abrazó rápidamente a la rubia—. Eres muy hermosa.
—Gracias, —contestó la Heartfilia con la cara hundida entre los hombros—. Pero sólo soy amiga de Natsu.
—¿Podemos quedarnos unas horas aquí? —pregunté y ella asintió frenéticamente—. Será rápido.
—No te preocupes, tu padre se alegrará al saber que viniste a casa. —respondió Wendy y después nos permitió el paso al interior de la casa.
Caminamos como si de un museo se tratase y cuando llegamos a una de las salidas hacia la playa, no lo dudé ni un segundo y arrastré a Lucy conmigo hacia el exterior.
—¿No nos quedaremos en la casa? —preguntó Lucy y negué sin mirarla.
Dejamos que nuestros pies se enterraran en la arena y que la brisa salada del mar golpeara nuestros rostros mientras que el ruido del agua chocar consigo misma nos embriagaba. Dejamos que nuestros cuerpos se unieran a la naturaleza que conformaba este escaso ecosistema y yo por mi parte, sostuve a Lucy caminando por la ladera de la playa y cuando estuvimos a centímetros de donde las olas se extinguían; nos sentamos en la arena.
—Espera unas horas y lo verás. —le avisé y Lucy se amoldó a mi cuerpo. Dejé que posara su cabeza en mis muslos y que su cuerpo acurrucado se fundiera con el mío.
—¿Horas? ¿Sabes la hora que es, Natsu? No falta casi nada para que sea medianoche. —interrumpió el silencio y talló las palmas de sus manos por sus antebrazos en señal de frío.
—Llora. —le pedí—. Te has guardado demasiado el problema con Jella, ahora llora. Hazlo.
—No lloraré así como así.
—Debes hacerlo, es por tu bien y por el mío.
—¿Por el tuyo? —preguntó.
—Sí, no sabes lo mucho que me duele verte así.
—¿Por qué te dolería? Tú también jugaste conmigo.
—Te equivocas. —dije y la abracé a mi cuerpo.
—Pero tú...
—¿No lo entiendes? —la interrumpí.
—¿Qué cosa?
—Estoy enamorado de ti.
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Enamorando al Amor.
FanficUn hombre dentro de cada cien generaciones recibirá el privilegio de poder enamorar al amor. ¿Ridículo, no? Un típico cuento de hadas. Pues no es así. Aquí en la preparatoria se manifiesta de diferente forma. Aquí el más fuerte es quien tiene el po...