Estaba exhausto y cansado, sentía como mis piernas flaqueaban y mi pulso se aceleraba. Había perdido la condición de estar corriendo sin parar por cuarenta minutos y lo estaba demostrando ahora. Era hora de física y el maestro, por razones desconocidas, había llegado más cabreado de lo normal y se le hizo fácil ponernos a todos a correr. Él como todos lo otros, era un idiota.
—¡No te quedes parado, Dragneel! —gritó el profesor y enseguida empecé a correr de nuevo por la pista.
Habían pasado algunos diez días después del beso con Lucy. No habíamos vuelto a hablar y era más que obvio que nos evitábamos, era más obvio de su parte que de la mía. Gray, Gajeel y Loke me habían cuestionado hasta el cansancio el porqué de nuestra actitud, a lo que yo me excusé con que la rubia quería alejarse de mi para "olvidarme" en criterios de Gray, algo que sinceramente consideraba. Aunque para mi, la verdad era que Lucy nunca se había enamorado de mi. Todo era una pequeña confusión que ella misma se había creado después de pasar una larga semana conmigo, nada más. Díganselo a ella.
Con el tema de Jenny, había aclarado todo con todos. Ya nadie hablaba de eso y aunque la rubia y yo nunca quedamos mal; ya no hablábamos, algo que agradecía enormemente.
Seguí corriendo mientras forzaba a mis pies a seguir el ritmo que había perdido meses atrás. El sudor corría por muchas partes de mi cuerpo y pude sentir como mi corazón se removía con tal fuerza que apostaba que en cualquier momento saldría disparado de mi pecho. En unos minutos caería rendido. Pero no fue hasta que recibí el impacto de algo estrellarse conmigo que paré.
El balón de fútbol había sido lanzado con tal fuerza, que me derribo sin mucha ayuda al suelo de grava. Había tratado inútilmente de caer sobre mis brazos, pero debido al cansancio o a otra razón desconocida; caí sobre mi meñique derecho y cuando mi peso lo abolló, recibí una oleada de dolor más intensa que la anterior. Ahogué un grito de dolor al instante y me removí en el suelo para buscar soporte.
—¿Estás bien? —preguntó alguien y yo negué mientras comprimía mi rostro de dolor. Pronto sentí como la luz se opacaba y era porque ya me encontraba rodeado de todos mis compañeros que recurrían a "ayudarme".
—Dragneel, ve a enfermería. —reconocí la voz del profesor y enseguida noté como unos brazos me ayudaban a estar de pie—. Tomate la clase si es necesario. —dijo y no tomé mucha importancia, no estaba consciente del todo. Los brazos que me tomaban, me empezaron a llevar fuera del campo y cuando estuve unos metros alejado del profesor, lo escuché decir—: Fernandes, tu ve a dirección por golpear al joven Dragneel.
—Si que tienes enemigos a parte de mi, Natsu. —susurraron a mi oído y cuando me volteé, me di cuenta que era Sting quien me llevaba del hombro a la enfermería.
—Pensé que habías sido tú. —le confesé y él rió.
—No te sientas con el privilegio. —dijo y esta vez fue mi turno de reír. Estábamos volviendo a los viejos tiempos—. Yo te hubiera golpeado de frente y no por la espalda. —volví a reír.
—Así que por eso me traes a la enfermería. —afirmé y él rió conmigo, después se aferró más mi brazo y cuido de que no me cayera y terminara golpeándome nuevamente en el suelo.
—Sólo te diré que me diste lastima y quise ayudarte. —contestó con burla y siguió arrastrándome por el pasillo, hasta que visualicé la puerta de la enfermería y sin pedir permiso entramos.
—¡¿Qué ha pasado?! —gritó Mirajane; la enfermera, en cuanto nos vio.
—Peleas. —respondió Sting y me dejó sobre la pequeña camilla que estaba a unos metros de nosotros.
—¡¿Dónde te duele?! —preguntó la albina totalmente alterada y yo sólo le mostré mi dedo meñique y ante la sorpresa no opté más que dar un pequeño brinco por la sorpresa. La pequeña y corta charla con Sting había hecho que me olvidara completamente de mi meñique que estaba fuera de su lugar, parecía querer salirse de mi la órbita de mis cinco dedos.
—¡MIerda, Natsu! Te fracturaste el dedo. —gritó Sting e hizo una mueca de asco, yo sólo seguí anonado con el rumbo que mi dedo tomaba.
—Sting, ve al salón de Natsu y di que se tomará el día de hoy. —ordenó Mirajane y Sting salió casi disparado en ese mismo momento, pero cuando él se fue, ella volvió a hablar—: O el resto de la semana.
—¿Creé que es grave? —pregunté temeroso y ella levantó su mirada a la mía y asintió de la misma manera que yo.
[...]
Estaba caminando por la calle muy quitado de la pena con la mochila colgando de mi hombro y con el meñique intacto. Mirajane había acomodado mi meñique ya que según la radiografía no estaba fracturado, sin embargo eso no me salvaba de traer la pequeña fedula vendada a él. También había salido media hora antes por mi pequeño accidente ocasionado por el tal Fernandes y como de mi grupito de amigos yo era él único sin auto; debía caminar.
Estaba por doblar la calle cuando un auto deportivo pasó por mi lado de la calle a una velocidad casi impresionante, pero eso no fue lo que más me sorprendió. En el auto identifiqué una cabellera rubia y larga que era inconfundible a las demás. Lucy iba en el auto junto a un peliazul que conducía y que cuya identidad era desconocida para mi.
Tal parecía que mi predicción sobre que ella nunca estuvo enamorada de mi seguía en pie, por no decir que ya estaba confirmada. Que te diviertas, Lucy.
ESTÁS LEYENDO
Enamorando al Amor.
FanfictionUn hombre dentro de cada cien generaciones recibirá el privilegio de poder enamorar al amor. ¿Ridículo, no? Un típico cuento de hadas. Pues no es así. Aquí en la preparatoria se manifiesta de diferente forma. Aquí el más fuerte es quien tiene el po...