¿Max? ¿Aquí? ¿Cómo demonios llegó?
-¿Qué haces aquí? —pregunto aún sorprendida.
-¿Me dejas pasar? —evade lo que le acabo de preguntar.
-Yo hablé primero, ahora responde o te dejo fuera —dije algo cabreada.
-Si me dejas entrar te explico —lo miro seriamente—En serio.
A regañadientes lo dejo pasar, aún con la duda de cómo carajos supo dónde vivía. Me arreglo mi camisón y me siento en el sofá.
El mira alrededor de la sala y se pone a mi lado.
-Bonita casa —dice.
-Gracias —respondo—. No es sólo mía, vivo con mi mejor amiga.
-Bien —se limita a decir.
-¿Piensas quedarte mirando mi casa o me explicarás cómo sabías dónde vivía?
Me mira. Sus ojos pequeños pero abrumadores e intimidantes tenían el poder de hacerme perder la noción del tiempo. Es increíble, a penas tengo dos días conociéndolo y tiene ese algo que no sé explicar que provoca una extraña sensación en mí.
-Estaría bien quedarme a ver tu casa —sonrió.
Este maldito me quiere tomar el pelo otra vez.
-Es en serio, Maximus. ¿Cómo lo supiste? —vuelvo a preguntarle.
-Ya que estás tan curiosa, recuerda que soy militar, aunque no tengo acceso a ese tipo de información, mi hermano es policía, y sólo tengo que pedírsela —contestó.
-Estás abusando de tu maldito poder, me acosas, me siento incómoda con todo esto, no soy una maldita rehén y mucho menos un objeto de investigación. Ni que hiciera cosas ilegales.
Enarca una ceja.
Gruño frustrada —No hago nada malo, simplemente soy yo.
-Y eso es lo que me preocupa un poco —dijo en tono suave— Me veo en la necesidad de ayudarte, yo quiero ser tu amigo, aprender de ti. No quiero que mi presencia te haga pensar cosas horribles, no soy como piensas.
-No, no lo eres, pero jamás entenderías mi mundo. Las personas como tú no hacen nada de eso —solté.
-¿Personas como yo? ¿Me acaba de llamar pendejo, señorita Fitsher? —me mira algo enojado.
-Eso lo dijiste tú, no salió de mi boca. Además, no es que seas pendejo, sino que mi mundo no será agradable para ti.
-¿Crees que ver a personas fumar marihuana y hacer carreras ilegales es algo que no entiendo? Soy militar desde los diecinueve años, he trabajado en muchas áreas, te sorprenderías si te digo los casos con los que ha tenido que lidiar mi hermano, quizá no sea el que más sabe, pero tengo suficiente conocimiento.
Que mensa soy, sólo a mí se me ocurre pasar por alto dónde fue entrenado el muy condenado éste.
-Bueno, no importa. ¿Qué te hace pensar que necesito más amigos de los que tengo?—tomo compostura.
Gira quedando de frente a mí, y respira despacio. ¿Estará cabreado?
-Mira, Leona, por cómo actúas sé que no has tenido buen comienzo en la vida. Sólo quiero ser tu amigo.¿Es mucho pedir? —me mira con ternura.
Ay, Max, no sólo tuve mal comienzo, también un espantoso final.
-Yo soy muy cerrada a las personas, Max, me he convertido en una persona distante con todos. No sabes lo que me costó conseguir amigos que me entendieran —sonrío melancólicamente—. Siempre he andado sola, hasta que entré a la universidad y conocí a mi mejor amiga y luego a los demás. Son como mi familia.
-¿Qué hay de tu verdadera familia? —pregunta.
-No me he llevado bien con ellos desde la muerte de mis padres, bueno, con los de parte de padre, de parte de madre uno de mis tíos es un hijo de puta, por mis actitudes me odian. A penas mis abuelos toleran mi presencia y es porque han sabido cómo tratarme, los visito en cuanto puedo, sólo a ellos tengo que agradecerles.
-No he pasado por nada de eso, pero sé que debe ser una lucha algo difícil —pone su mano en la mía.
-¿Algo? —bufo—. Más de lo que te puedes imaginar.
Al momento un enorme silencio invade la sala, Max pone sus brazos en sus rodillas y apoya su cabeza en sus manos. ¿En qué piensa? Yo sólo juego con mis dedos. Esto es algo embarazoso.
-Emm —interrumpo—. Perdón por ser tan grosera contigo.
Sonríe. Dios, esa sonrisa.
-Descuida, por lo menos lo lamentas. Te entiendo, no es bueno fiarse de todo el mundo.
Ahora soy yo que sonrío.
-Y más si eres tú.
-Deja de juzgarme.
Reímos.
-Puedo llegar a ser un encanto —sonríe otra vez.
-Por Dios, Max— me burlo—, hay mejores que tú.
-¿Ah sí? Pero cada quien tiene un truco diferente —queda a centímetros de mí—. No sabes las inmensas ganas que tengo de besarte, de morder cada rincón de tus labios.
Rodea mi cara con sus manos. Una electricidad recorre mi cuerpo al sentir su tacto, mi respiración se agita, me gusta. Su dedo pulgar explora mi labio inferior. Se lame los suyos y yo termino de volverme loca, es hermoso. Sus perfilados labios están tan cerca de mí. Inconscientemente me lanzo de poco a poco hacia delante, puedo inhalar su fresco aliento y cuando pienso que rozaré su boca alguien mueve la cerradura de la puerta.
Max se incorpora y sonríe.
-Yo... Lo siento —digo.
Max sonríe.
Micaela aparece y me mira con los ojos bien abiertos y sonrisa pícara.
-Wow, perdón si interrumpo algo —se lamentó.
-No, descuida, ya yo me iba —dijo Max poniéndose de pie—. Maximus Blount, un placer.
Micki lo mira de arriba a abajo.
-Micaela Ramírez —le da la mano—. El placer es mío.
Me mira con ojos de me debes contar todo zorra y sólo me queda reír.
-Fue un gusto platicar contigo, Lena —dice.
-Te acompaño a la puerta —me pongo de pie.
Micaela sube a paso rápido a la segunda planta y me quedo de nuevo sola con Max.
-Gracias por contarme por lo menos algo de ti.
-No es nada, gracias a ti. Y por favor acósame menos ¿si?
-Está bien, si te hace sentir mejor.
Lo acompaño a la puerta.
-¿Podemos vernos mañana? —preguntó.
-Dijiste que no me acosarías.
-Es sólo a caminar —pone los ojos en blanco.
-Ya que insistes.
Besó mi frente y se marchó. Se sintió algo extraño, Micaela es la única después de mi abuela que suele hacer eso.
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Hola!! Para todas las viciosillas y amantes de Max.. Muy sexy él ¿no creen? Yo como que me lo robaré y no se lo mostraré xDGracias por ser pacientes, voten y comenten.
Leysha_blue ❤️
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Bajo Las Alas De Un Soldado©
Romance¿Quién ha dicho que el pasado no atormenta? ¿Que la vida es fácil? Apuesto la mía que no es así, lo que más duele es tratar de vivir tu presente y que tu pasado lo arruine. ¿Conoces el famoso dicho, "cada persona tiene un ángel"? Juro que nunca me...