Prólogo

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El rizado se acomodó por última vez su cabello frente al espejo.

Quería lucir bien aunque sólo fuera al Centro.

Era 23 de Diciembre. Navidad estaba cerca y eso le encantaba. En especial los regalos, la comida, y todos sus adornos.

Era demasiado lindo todo y el frío era extraordinario.

Se colocó una bufanda por último e intentó sonreír pero falló haciendo una mueca.

—¿Estás listo? —preguntó su mamá—. Tenemos que irnos y tu papá nos está esperando.

Harry giró hacia ella y asintió con la cabeza.

—Te esperamos abajo, cariño —dice con amabilidad—. No te tardes.

El rizado negó y se apresuró. Se miró por último vez al espejo y bajó rápidamente.

Su papá tocó bocina para que entraran al auto. Y su mamá lo esperaba en el marco de la puerta.

—Vamos, hijo.

Harry la siguió hasta el auto.

Una vez que entró al asiento trasero del auto. Él le sonrió a su papá.

—Hola, hijo —saludó su papá arrancando el auto.

Lou —dijo Harry y sonrió apoyándose en el respaldo del asiento—. Lou.

La mamá le sonrió y asintió.

—Des. Cuéntale a Harry lo que ha hecho Steve el día de ayer —dice—. Cuéntale, amor.

—Bien. Anne y yo estábamos en la cocina. Tu tío llamó y me contó que Beatrice se ha caído porque Brooke la ha volteado por querer perseguir a la gallina de Kim —dice. Harry lo escuchaba atento y una sonrisa se asomaba por sus labios, poco a poco—. Steve, quiso perseguir a Brooke por todo el gallinero. Se cayó en los excrementos de los cerdos —rió—. Se ha tragado un poco de los excrementos.

Harry rió mientras tapaba su boca.

—Cuéntale lo mejor —dice la mujer.

—Tu tía quiso ayudarlo pero él la engañó y la tiró con él. Steve cree que ella le va a pedir el divorcio —negó divertido.

El rizado rió una vez más. Amaba a su tío, literal, porque él era genial en todos los sentidos.

Tardaron diez minutos más en llegar al Centro. A pesar del frío. El centro estaba lleno y a Harry lo asustó un poco, quizá porque no estaba acostumbrado y se ponía muy nervioso pero no era tonto.

Cuando bajaron del auto, Anne preguntó:

—¿Qué haremos primero? ¿Harry, qué regalo quieres?

—Anne eso no se dice. Sólo tienes que dárselo cuand-

—¿Harry, qué regalo quieres? —preguntó nuevamente.

El rizado hizo una risita divertido y comenzaron a caminar.

—Lou —dijo—. Lou, lou.

—Anne. Quiere a un Lou. Comprale un Lou —dijo Des—. ¿Cierto, hijo?

El rizado sonrió y asintió.

—Primero, compraremos la comida.

Y compraron la comida. La fila era larguísima pero había que esperar y esperar. Y Harry se estaba cansando de esperar.

—¿Estás aburriéndote? —preguntó Anne. Harry asintió—. ¿Qué quieres hacer?

El rizado señaló afuera con su dedo índice. Quería salir de ese montón de gente de una vez por todas. Estaba asfixiándose.

LOU | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora