Capítulo 3

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El rizado se encontraba abriendo sus regalos, parecía todo un niño de cinco años. Literalmente. Alzó los calzoncillos a la altura de sus ojos y luego, miró a su mamá.

—¿Qué? ¿No está bonito? ¿No te gustan los calzoncillos? —preguntó Anne, la cual estaba sentada en el sofá junto a Des.

—Anne... podrías haberl-

—Son calzoncillos. Les servirá.

—Tiene muchos.

El rizado hizo un mohín pero luego le sonrió a su mamá y volvió a dejar los calzoncillos dentro de la cajita.

—Bueno, abre el mío, hijo. Ábrelo.

Tomó la caja entre sus manos y lo apoyó en su regazo. La abrió con sumo cuidado y sacó de allí dentro unos par de audífonos.

—¿Y? ¿Te gustan?

—Des... —habló Anne y lo miró—. Ya tiene uno.

—¡Por Dios! Estaba seguro que no. ¿Lo tienes? ¡Jod-

—¡Hey! Cuidado con esas palabras. Está nuestro hijo frente a nosotros, ¿cómo te tomará de ejemplo si dices groserías delante de él?

Harry suspiró y guardó los audífonos en la caja nuevamente.

—Cariño, si Harry hablara... Sé que diría groserías conmigo, ¿no, Harry?

El rizado miró a su mamá y luego a su papá y asintió con la cabeza repetidas veces.

—De acuerdo. Qué espantosos regalos —dijo Des, levantándose del sofá—. Harry, ¿te gusta comer?

Harry rió porque obviamente le encantaba comer.

—Iremos al supermercado y compraremos lo que quieras, ¿de acuerdo?

—No creo que hoy...

—Ese supermercado siempre está abierto, Anne —dijo Des—. ¿Vienes mujer, o no?

—Claro, amor —dijo—. Harry abrígate bien.

Viajaron en auto hasta el supermercado. Harry se ha hecho la idea de tener un pote de helado de fresa junto a él y muchas gomitas con forma de pez junto a él.

/ Feliz navidad a todos, feliz navidad a todos, feliz navidad a todos / —cantó a su papá—. / Y a... /

Lou. / —cantó Harry.

/ ¡También! / —cantó su mamá ahora.

Solían hacer eso en las navidades, ya que Harry sólo decía Lou y podía agregar esa palabra a la canción. No era muy original pero hacía que el rizado riera un poco.

Una vez que llegaron, entraron al super para comprar todas las cosas que quería el rizado pero Anne le había dicho que, por favor, no sean tantas porque no eran millonarios.

Así que allí se encontraban los tres y la mujer con un carrito.

—Bueno, compraré algunas cosas para la casa también. Así que no gasten, no sean niños de cuatro años.

Des miró a Harry y alzó las cejas y las volvió a bajar divertidamente.

—Des, te estoy viendo —advirtió Anne, mirando el precio de la salsa.

Pasaron a la sección de helados y el rizado tomó lo que ya había tenido en mente desde que su papá le había dicho que irían a comprar.

Quiso ir a la sección de bebidas por él mismo y tomar unas latas para él. Se alejó uno centímetros y Anne, le dijo:

LOU | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora