Ella es Jenna

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Mason

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Mason

Querida Jenna:

Hoy tuviste otra pesadilla, la misma pesadilla que tienes siempre, y otra vez me pediste que me quedara, que te cantara, que te cuidara.

¡Cómo quisiera deshacerme de todos tus tormentos, de tu pasado!

Pero lo trágico del pasado es que no puede borrarse.

¡Cómo quisiera borrar eso de antaño que te ha marcado y no te permite vivir en paz, tanto así que hasta atormenta tu sueño!

-M.

~*~

No concilié el sueño hasta haberme percatado de que Jenna lo había hecho.

Ella respiraba a un ritmo sosegado, su pecho subía y bajaba con pausas, pero constante, sus largas pestañas descansaban sobre sus pómulos tiesos, ella estaba tranquila, como si durmiera sobre una suave nube de algodón.

Adoraba tenerla así, con el cabello suelto siendo vanamente peinado por las yemas de mis dedos con suma delicadeza -temeroso de despertarla, lo hacía con una lentitud que hasta un caracol envidiaría-. Con su pequeña espalda pegada a mi pecho, juro que me faltaba el aire y no precisamente por su angosta cercanía, es que hasta su sencillez e ingenuidad me dislocaba.

Jenna es la máxima representación de la inocencia, demasiado buena para su propio bien y yo tan dañino para ella. Sin embargo, no voy a alejarme de ella nunca, yo la necesito casi tanto como ella me necesita a mí.

Jenna Dawson es como una rica taza de café caliente en invierno, tiene esa esencia pura y profunda, con un toque único, auténtico. Ella es tan frágil como una muñeca de porcelana, como los pétalos de una Orquídea, y a la vez tan fuerte y firme, de esas fortalezas que la misma persona desconoce, que ni siquiera es consciente que posee.

Es temerosa y al mismo tiempo tiene una valentía desbordante, porque, aunque sea invisible a sus ojos es más que obvio a los ojos de los demás, incluyéndome.

Es tan responsable, dedicada y siempre ve por el bienestar de los que ama antes que por el suyo -aunque tal vez eso último sea más un defecto que una virtud-.

Es de esas personas que piensan mucho y hablan poco, a menos que haya confianza de por medio, pero aun así su timidez se nota a leguas.

Muchas personas han llegado a cuestionar mi amistad con Jenna, no pueden creer que una ''persona como yo'' pueda ser amigo de una ''persona como ella''. Es ridículo y absurdo calificar a las personas, nunca he soportado los prejuicios.

Jenna es la única persona en este mundo que ha logrado comprenderme y aceptarme tal y como soy, me conoce incluso mejor que yo mismo, ¿cómo no ser su amigo si se quedó cuando muchos se fueron?

La necesito porque con ella puedo ser la mejor versión de mí, por ella decidí dejar todo lo malo que represento para poder cuidarla. Sin embargo, ella consciente o inconscientemente también cuida de mí, como la buena amiga que es, como la hermana que nunca tuve.

Aunque suele ser mandona y se enoja con facilidad, son cosas que realmente disfruto, hacerle enojar es uno de mis pasatiempos favoritos, aunque siempre termina golpeándome, estar con ella simplemente lo vale, porque su compañía para mí es indispensable.

~*~

A la mañana siguiente decidí levantarme antes que ella con cuidado de no despertarla, no quería arruinar su quietud.

Dejé una pequeña nota sobre su mesita de noche. Esta decía que me iría a casa a hablar con mis padres -probablemente preocupados por mi paradero- pero que volvería para el desayuno.

Una vez llegué a casa mis progenitores ya me estaban esperando sentados en el sofá del recibidor. Mamá estaba alivia de verme, pero mi padre mantuvo su cara inexpresiva. Estaba molesto.

Tal vez debí avisarles anoche que me quedaría con ella... bueno, es tarde para eso de todas formas.

Les expliqué sin muchos detalles el por qué no regresé a casa anoche y aparentemente no hubo problemas, solo una advertencia: no volver a hacerlo sin avisar.

Subí a mi habitación, tomé un baño y me cambié lo más rápido que pude, quería volver pronto con Jenna, pasaría el resto del día con ella, después de todo hoy es sábado.

Cuando regresé ella seguía dormida, así que me quedé abajo en la cocina hablando con la Sra. Dawson, su madre, quien preparaba el desayuno. Una vez estuvo listo le dije a su madre que yo se lo llevaría al cuarto y que luego la dejaría sola para que siguiera durmiendo, pero al volver a subir Jenna ya había despertado.

Estaba leyendo la nota que le había dejado antes de irme, me quedé en silencio observándola. Hacía todo con una vehemencia encantadora y envidiable.

Al sentir mi presencia en la puerta trató de incorporarse torpemente y casi se cae de la cama, contuve la risa y me acerqué apresurado hasta ella, dejé el desayuno sobre su cómoda y la ayudé a levantarse correctamente.

-Descuida. Yo puedo sola. -dijo tratando de alejarse, pero la ignoré. ¿Qué tenía?

Se notaba algo nerviosa, di un paso más cerca de ella, quería abrazarla, pero no sabía si estaría eso bien visto en ese momento.

Sorprendiéndome y tomándome desprevenido se abalanzó sobre mí y se colgó de mi cuello para abrazarme con una extraordinaria fuerza sobrehumana.

-Muchas gracias, Mason, por todo. -Correspondí a su gesto casi al instante y la elevé unos centímetros del suelo -no era algo difícil cuando es bajita para su edad-. Enterré mi rostro en su cuello y aspiré profundo -algo que hace un tiempo había descubierto que le daba cosquillas-.

Olía muy bien.

-Sabes que voy a estar para ti, Jen. Siempre. -la dejé de nuevo en el suelo sobre sus pies y caminé hasta llegar a tomar una tostada de la bandeja con su desayuno. No sé cómo esta chica duerme tanto si toma tanto café.

-Está muy rico -dije con una gran sonrisa.

- ¡Oye! No hables con la boca llena y aléjate de mis tostadas, Carter. -Dijo con una mueca de desagrado, pero con un sutil tono amenazante- Ahora sal, voy a cambiarme -apuntó hacia la puerta al decir esto último.

-Está bien, de acuerdo. -caminé hasta la puerta de la habitación con toda la arrogancia del mundo. No podía creer que me estaba echando- Gruñona -le dije mientras le sacaba la lengua y daba un paso hacia afuera.

En realidad, quería quedarme.

- ¡Pero amas a esta gruñona, tonto! -escuché como exclamó justo antes de cerrar la puerta detrás de mí.

No puede evitar reír ante eso.

Pero lo peor de todo, es que tiene razón.

***
*Nueva versión actualizada*

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Querida Jenna ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora