Carta sin enviar Nº21

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Querida Jenna:

Quería correr hacia ti y preguntarte a dónde ibas y qué rayos hacías con esas maletas en tus manos y esas lágrimas empapando tu rostro, pero mi cobardía había superado todo atisbo de coraje casi de inmediato.

Me odiaba por eso, por no tener el valor suficiente de ir y detenerte.

El camión arrancó, el auto en que ibas con tu madre también y algo en mí se encendió.

Salí disparado de mi habitación, corrí a prisa y sin cuidado escaleras abajo y pronto ya estaba fuera de casa, pero ya habían doblado la cuadra.

Me quedé parado en medio de la calle viendo cómo cada vez el auto se hacía más pequeño.

Te alejaste sin siquiera decirme adiós, te fuiste sin avisar y duele aún más que el haber perdido tu amistad.

Eras como el sol, que esperamos cada mañana esperanzados de que iluminará nuestro día con su luz radiante, aun sabiendo que al final desaparecerá.

Pero ya no lo eres más, porque al menos el sol regresa cada mañana, pero tú Pequeña Saltamontes, no regresarás.

-M.

Querida Jenna ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora