MasonEl domingo por la tarde fuimos al parque y preparamos una comida de campo con todo lo indispensable, incluso Jenna llevó un mantel a cuadros rojo y blanco.
Ella tomaba fotos con su costosa cámara Polaroid a todo lo que llamaba a su atención, llámese todo lo digno de ser capturado, y sin poder evitarlo ella cada vez más llamaba a mi atención con su etérea presencia, como si se tratara de un hipnótico canto de sirena.
Después de un rato de estar de aquí para allá persiguiendo ardillas e inalcanzables mariposas y tomando fotos seguramente preciosas a nuestro alrededor, se tumbó a mi lado en el mantel y decidió decirme por qué le gusta tanto el café:
-El café es una sustancia inefable.
- ¿Inefable? -le pregunté al desconocer el significado de dicha la palabra.
-Sí. Algo tan increíble que no puede ser expresado en palabras. Es puro, fuerte. Te mantiene despierto y alerta. Te da mucha energía y puede llenarte de adrenalina.
-Acabas de expresarlo con palabras. -dije sonriendo por escucharla hablar con tanta serenidad. Adoro el sonido de su voz.
-Tienes razón, -soltó una risilla que logró hipnotizarme- solo quería usar esa palabra en una oración. En fin, de todas las cosas buenas que tiene el café mi favorita es que te da placer al degustarlo.
- ¿Tratas de convencerme de convertirme en un adicto al café al igual que tú? -puso los ojos en blanco y se sonrojó levemente.
-Claro que no. No es necesario, el café puede convencerte por sí mismo.
-Como digas, Chica Disney.
- ¿No puedes conseguirme otro apodo? En serio, ese no me gusta nada.
Llevé mi mano izquierda hasta mi barbilla, colocando mis dedos índice y pulgar a su alrededor para acariciarla suavemente y así fingir pensar en ello.
-Por el momento no tengo nada en mente, pero ya se me ocurrirá algo. -dije guiñándole un ojo.
Sonrió negando con la cabeza y desvío su mirada de la mía.
Se hizo un silencio agradable entre nosotros, yo me perdí en su porte y el negro azabache de su cabello corto.
Me encontraba sumergido en una limerencia crónica, completamente envuelto por una ataraxia asombrosa.
Pude vislumbrar que en la piel que recorría su cuello hasta el omóplato se esparcían varios lunares diminutos, mi cercanía me permitía una clara vista de ellos. Pude incluso sentir su bonhomía penetrarme por debajo de la piel, aunque esto último es parte de su esencia y no de su físico.
En ese momento lo comprendí, mis sentimientos por Jenna no tendrán fin, como el universo, sempiterno y perenne.
Por breve un momento la sentí dar una respiración profunda.
-Mason... -volvió a conectar su mirada con la mía- Nunca creí que lograría sentir tanto placer a tan corta edad. -por suerte supe a lo que se refería.
Existen pequeñas cosas que logran llenarnos de cierta forma y con el tiempo aprendí a disfrutar de las cosas que a ella le fascinan y que antes ni siquiera captaban mi atención. Un claro ejemplo: la acendrada naturaleza.
-De eso se trata la juventud, de sentirse vivo, Jen -pasé mi brazo derecho sobre sus hombros y la atraje hacia mí en un fuerte abrazo.
-Supongo que el alumno se ha convertido en maestro. -dijo entre risas correspondiendo a mi abrazo.
-Y ahora tienes mucho que aprender de mí, Pequeña Saltamontes.
Creo que ya le encontré un nuevo apodo.
~*~
La noche del domingo fue casi idéntica a la del sábado, la única diferencia es que esta vez no vimos películas, sino que contamos historias y hablamos del futuro, de nuestro futuro.
-Mais, prométeme que seremos amigos siempre... que no vas a dejarme. -susurró acurrucándose en el acolchado y tomando su pequeño koala de peluche, el cual detesto en secreto, para abrazarlo.
-Lo prometo, Jen. Ahora tú prométeme que vas a seguir a adelante, que vas a superar eso que no te deja ni dormir. -hice una pausa confiando en que ella sabía a lo que me refería- Debes aprender a vivir como si fueras a morir hoy y a prepararte como si no fueras a morir nunca. No quiero que sobrevivas con ese tormento, quiero que aprendas a vivir sin él.
-Lo prometo. -sus ojos se llenaron de lágrimas y soltó al koala para darme a mí un fuerte abrazo.
Esa noche las pesadillas no perturbaron su sueño.
***
¡Muchas gracias por sus votos y comentarios!
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Querida Jenna ©
Teen FictionUna decisión qué tomar, cartas qué enviar y café para el olvido. Sí, olvidar, porque es más sencillo que amar, porque la amistad es demasiado complicada, ¿cierto? - | Libro 1 de la serie "Café para el olvido" |