¡Vaya amiga!

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Mason

Debía verla, aclarar todo esto.

No podía seguir así, era como si esta amistad que tardó tantos años en construirse de repente se estuviera derrumbando justo frente a mí y yo la estoy dejando.

Pero puedo evitarlo, debo evitarlo.

Bajé corriendo las escaleras hasta el primer piso, saludé a mi madre y seguido salí de la casa rumbo a la de Jenna.

Esta vez hablaríamos, claro que sí.

Estaba oscureciendo, solo había un pequeño rastro tenue de luz del sol que se colaba por las anaranjadas nubes.

Los postes de alumbrado ya estaban encendidos y las personas cerrando las puertas de sus hogares más temprano que de costumbre.

Qué barrio más aburrido.

Muy pocas personas se lograban ver en sus patios, uno que otro niño en una casa del árbol de su jardín y una cabellera negra que reconocería en cualquier parte se mecía en un vaivén que producía el viento y se alejaba con rapidez.

Andaba de prisa, como si temiera ser descubierta por alguien.

¿Acaso huía de mí?

Aceleré el paso y antes de que llegara al porche de su casa ya la tenía agarrada del brazo.

- ¿Qué es lo que sucede? –La giré en su lugar para que me mirara de frente– ¿Por qué estás evitándome?

-No sé a qué te refieres –nunca hizo contacto visual directo conmigo.

- ¿A no? –Sonreí incrédulo– ¿Entonces por qué ya no me dejas llevarte a la escuela? ¿Por qué estás faltando y cuando asistes no te veo por ningún lado? ¿Por qué si vengo a tu casa tu madre me dice que no estás y no me deja pasar? ¿Por qué no me contestas aun cuando lees mis mensajes?

- ¿Podrías soltarme? –Zafó su brazo de mi agarre– He estado ocupada.

- ¿Y por eso me repeles como a un molesto mosquito? ¡Vaya amiga! –dije sarcástico. Su rostro se tornó ligeramente rojo.

-Mason no entenderías. –su pausada voz me hizo reconocer que estaba canalizando su ira.

¿Por qué está molesta?

¡Yo soy quien debería estarlo!

-Lo que no entiendo es por qué me evades. Dame una buena razón, Jenna. ¿Es que ya no quieres ser mi amiga? –la miré con algo de reproche, pero expectante.

¿Por qué sus ojos parecieron cristalizarse?

-No, Mason. Ya no quiero ser tu amiga. –su voz tembló y sentí como algo en mi interior se rompía.

Se alejó de mí y corrió hacia el interior de su casa tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar.

Me quedé allí un par de segundos sin moverme, y cuando recobré la compostura me fui.

No a mi casa, solo me fui lejos.

No pensaría en motivos, ella de seguro los tiene.

No pensaría en la razón, porque, aunque la hubiera me negaría a creerla.

No pensaría en ir tras ella, no más.

No obligaría a nadie a estar conmigo, sé que no soy la mejor compañía.

Así que no existen: no hay excusa, no hay motivo ni razón para mí, porque las desconozco.

Le di la oportunidad de explicarse y no quiso.

¿No que seríamos amigos siempre?

Qué mentira más grande.

***

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Querida Jenna ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora