Jenna
El claxon del auto de mi mejor amigo estaba destrozando mis sensibles tímpanos, salí a toda prisa por la puerta y crucé el jardín para encontrarme con él luciendo muy molesta.
- ¿Qué parte de ''ya voy'' no entiendes? –le pregunté mientras me adentraba en el vehículo y le dedicaba ''La cara''.
-Número uno: llegaremos tarde a la primera clase. ''Srta. Dawson, otra vez tarde. Una vez más y tendrá falta'', ¿No te suena? –rodé los ojos, pero sonreí ladeado al notar lo bien que imita la voz de nuestro maestro de Ciencias. Arrancó y siguió hablando– Y número dos: no tienes derecho a poner ''La cara'', yo debería ser quien te la dedique por hacerme esperar 45 minutos allá afuera.
- ¿Qué el claxon de tu auto casi me deje sorda no es suficiente razón para dedicártela? –dije poniendo los ojos en blanco.
-Claro que no, casi me da calambre de tanto presionarlo. ¡¿Por qué tardas tanto, mujer?!
-Sabes, no sé si reírme o golpearte por ese comentario.
-Por favor en la cara no. –dijo volteando el rostro para mirarme brevemente, sonreía burlón, me sonreía y yo no pude evitar hacerlo también y soltar una risilla. Es un tonto.
Desvié la mirada cuando sentí el rubor natural aproximarse a mis mejillas.
-Tonto. –murmuré, pero ya sabía que me escucharía.
-Pero amas a este tonto. –volví a verlo y como él no había dejado de verme aprovechó para dedicarme un guiño. Reí negando con la cabeza.
Lo peor de todo es que tiene razón.
Ir con Mason a la escuela todos los días siempre era igual: hablamos tonteras, reímos, escuchamos música y cantamos a todo pulmón- de hecho, solo canto porque él me convence, pero soy pésima-.
Mason Carter es el chico más vago y tonto del mundo, pero aun así es la persona más importante en mi vida -después de mis padres-. Hemos sido amigos desde que se mudó en frente, cuando apenas tenía cinco años. Él es todo lo opuesto a mí, es gracioso, divertido y un poco charlatán, pero sin él no sabría qué sería de mí.
Ser tímida y conservadora solo es bueno a veces. Amo estudiar, leer, la fotografía y todo lo relacionado con la naturaleza. Lo sé, somos total y completamente diferentes.
Mientras a él le encanta asistir a fiestas casi cada fin de semana –a las cuales siempre intenta arrastrarme sin éxito-, yo me quedo en casa leyendo hasta tarde o viendo alguna serie en Netflix.
A veces le gusta tacharme de aburrida, pero él no sabe lo placentero de perderse en una historia atrapante, por mucho que lo haya intentado; no, tacha eso, en realidad lo ha intentado muy poco.
Una vez llegamos a la escuela y nos adentramos por los pasillos me dirijo a mi casillero siendo seguida por Mason, quien ahora sostiene su cámara, y parlotea sobre lo que supongo será algún nuevo video para el portal web de la escuela donde se estarán realizando las votaciones para el Consejo Estudiantil.
ESTÁS LEYENDO
Querida Jenna ©
Ficção AdolescenteUna decisión qué tomar, cartas qué enviar y café para el olvido. Sí, olvidar, porque es más sencillo que amar, porque la amistad es demasiado complicada, ¿cierto? - | Libro 1 de la serie "Café para el olvido" |