Solo soy muy observadora

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Jenna

Había un bullicio un tanto fastidioso en la cafetería esa mañana, y Mason no me acompañó a desayunar. Lo interpreté como una respuesta indirecta hacia mi comportamiento últimamente. Lo he estado evitando, y no precisamente por estar tan enamorada de él como para empezar a verme afectada por su presencia, no, yo estaba acostumbrada. Era algo muy ajeno a él y a mi propia voluntad que me obligaba a permanecer lo más alejada posible. Era lo mejor para los dos, o al menos de eso intentaba convencerme.

-Te gusta –declaró firme una voz vagamente familiar y que me hizo levantar la cabeza hacia quién me había sacado de mi ensimismamiento.

- ¿De qué hablas? –pregunté mirándola fijamente, no pude evitar que se arrugara mi entrecejo por la confusión.

-Te gusta Mason. –Genevieve afirmó con una enorme sonrisa, el rubor de mis mejillas subió tan rápido como mencionó su nombre– Eres muy obvia, no diré que lo amas solo porque no te conozco lo suficiente, pero si alguien más lo dijera no lo dudaría.

-Te equivocas. –mi voz sonó más nerviosa de lo que me hubiera gustado.

- ¿A sí? –levantó su ceja izquierda no muy convencida– Porque créeme, el brillo en tus ojos al verlo supera al brillo que adquieren cuando lees un libro.

-Veo que me has estado espiando. –arqueé una ceja al igual que ella un poco sorprendida por lo que acababa de decir.

-No exactamente, solo soy muy observadora. –se sentó en la silla vacía de la mesa.

-Ah. –me limité a decir, mientras tomaba mi café y le daba un largo trago.

-Anda, no te mientas. Lo adoras. –casi me atoro, me mira preocupada un segundo, pero logro reponerme de inmediato. Mis manos empiezan a sudar, y de repente siento la boca seca.

-Esa es una palabra muy fuerte.

-De acuerdo, entonces dímelo con tus palabras. –insistió y por un momento pensé que no sería tan mala idea contarle lo que me pasa con Mason a alguien que no sea él.

- ¿Qué te digo? –necesitaba que especificara, estaba dispuesta a decirle y quitarme un poco de peso de los hombros.

-Lo que sientes.

-Siento que lo necesito, y que si lo pierdo ya no seré capaz de ver la vida como lo hago ahora. –le dije, se quedó en silencio unos segundos, le di otro sorbo a mi café, mirando a cualquier lado menos a ella, que me escudriñaba estupefacta.

-Sí, eso pensé –fue su corta respuesta.

***


Querida Jenna ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora