~Decisión~

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Los jardines cuidados, verdes y pomposos de la mansión Croft reflejaron el progreso que Lara había experimentado respecto a la mancha de su apellido en la sociedad. Junto a Reyes, la joven arqueóloga se abrió paso entre estos en dirección a la camioneta de su acompañante. El clima jugaba un papel importante en lo acontecido, el cielo era amarillento y la atmosfera emocional se sentía cálida.

—Reyes, Roth murió y en verdad lo lamento, si pudiera traerlo de vuelta, lo haría. Pero ya no puedo hacer nada —La firmeza con la que el rostro de Lara se hacía presente en la conversación expuso la madurez adquirida en los últimos años.

—Para, por tu bien deberías dejar de meterte en eso. Escucha, no solo se trata de Roth, ¿qué hay de Alex?, ¿y de Grimm?, ¿en verdad quieres que continúe? —Lara se limitó a responderle y sólo observó detenidamente sus botas, había pasado tiempo desde que bajó la cabeza —Stephanie,— a pesar de intentarlo le resultó imposible verle el rostro a Reyes —Sam.

El nudo en su garganta le impidió responder fácilmente a los hechos que suponían las menciones de aquellos nombres, los primeros habían muerto en Yamatai hacía dos años, y la relación de amistad que en el pasado parecía inquebrantable entre Sam y ella, se había terminado.

—Sé que es culpa mía, Reyes. Ya sé que todo el que está cerca de mí muere.

—Lara, en verdad siento lo que dije, estaba enojada...

—Eso no importa porque es verdad, por lo mismo decidí que haré esto sola —Lara se quedó mirando el jade tallado que colgaba de su cuello. Reyes le echó un vistazo de reojo y se acomodó para expresarse.

—No lo digo por ellos, Lara, sino por ti. Estás viva y lo estas arriesgando todo. Un día de estos no serás capaz de patearle el culo a alguno de esos hombres que te hechas al cuello.

—No tiene sentido quedarme de nuevo aquí. Escúchame, sostuve la fuente divina con mis manos... Y...

—Y Jonah casi muere, ¿no? —Lara se ahogó en desesperación por que no podía contarle a Reyes lo que sentía, esta mujer de carácter seco solo parecía contradecirla constantemente, la verdad es que no lo hacía con una mala intención. No podía desearle mal, como fuera su carácter Reyes estaba agradecida por haberlos sacado de Yamatai con vida. —Todo esto te está dejando sola, Lara. Eso no es bueno para nadie.

—Estoy dispuesta. —Reyes la miró y notó que Lara estaba decidida. —Lo que quiero decirte es que logré mantenerla a salvo.

—¿Y si mueres por querer proteger un conjunto de baratijas sin importancia?, debes trabajar con tu delirio de grandeza Lara, no puedes ser heroína todos los días.

—Es que no son solo baratijas sin importancia, no lo entiendes, en verdad he visto cosas, más de lo que ví en Yamatai. Soy testigo del gran poder que pueden llegar a tener estos objetos, y de las consecuencias que pueden traernos a todos si caen en las manos equivocadas. Si alguien toma el ojo de oro ó su grieta, no sabemos a qué peligros pueda exponernos, por eso debo buscarlos.

Observó nuevamente el jade que acariciaba con las manos, recordó lo feliz que fue el día que lo encontró y la sonrisa que su padre tuvo al mostrárselo, su primer descubrimiento arqueológico. Reyes colocó su mano sobre el hombro de Lara con determinación y sin quebrar la firmeza de su carácter, ni dedicar una sonrisa para despedirse, pronunció, "—Sé que no voy a convencerte, así que cuídate mucho—". Acto seguido, subió a su camioneta y dejando atrás la reja abierta la abandonó.

Lara se adentró a la mansión, se sentó en el suelo de la biblioteca en la oficina que una vez fue de su padre y buscó escritos referentes al ojo de oro entre los registros. Las bitácoras que robaron en una noche de saqueo propiciado en contra de la mansión Croft registraban el Ojo de Oro, por ello, nació en ella la necesidad encontrarlo, sintió compromiso por protegerlo, pero no tenía idea de a dónde ir. Lo único que había encontrado fueron escritos, viejos y descoloridos, que relataban una leyenda maya de como el Ojo de Oro y su grieta cayeron del mundo de deidades, poniendo así entre el hombre un poder de gran magnitud, una prueba de las capacidades de los dioses. Con este, el poseedor podía provocar y detener fenómenos naturales a su gusto. El objeto por sí mismo, era capaz de ejecutar a ejércitos numerosos, así como, desatar enfermedades atroces. Pero aquello que lo hacía peligrosa era el desconocimiento del alcance de su poderío. En definitiva, era un arma, que, al componerse de sus dos elementos, la hacían violenta y digna de una batalla contra los dioses.

La inmensa soledad, compañía de la joven Croft, comenzaba a ser acojedora y necesaria desde hace meses. Pasó mucho tiempo desde que alguien, que no fuera Winston, había entrado a la mansión. La visita de Reyes para reparar unos circuitos fue aire refrescante y compañía rígida para Lara quien no había hablado con muchas personas. Estaba frustrada, necesitaba encontrar el paradero del objeto. 

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Dos Mejor Que UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora