Dos Mejor Que Uno

~Breve pasado de los Croft~

Capítulo IV

—La Feria del Taco —leyó Nathan en voz alta el cartel de bienvenida al evento, lugar donde encontrarían al contacto de Winston. El escenario estaba decorado con puestos y eventos coloridos, donde se vendían recuerdos y comida.

—El contacto de Winston nos llevará. Winston fue demasiado insistente en reunirnos, por algo ha de ser —comentó ella, mientras estiraba la cabeza en busca de aquel hombre que los esperaría junto a tres caballos—. Será mejor que nos separemos y nos veamos aquí en quince minutos —dijo Lara antes de que Nathan pudiera sugerir algo.

—¿No te da un mal rollo su insistencia? —preguntó Nathan. Lara negó con la cabeza.

—Winston estuvo con mi familia antes de que ciertas personas se involucraran con nosotros. En el inter, cuando las cosas le empezaron a salir mal a mi padre, él se apartó por un rato, hasta que las personas que mencioné desaparecieron. Entonces volvió y me contó muchas cosas.

—¿Esas personas desaparecieron? —preguntó Nathan, esperando la respuesta de Lara. Ella asintió—. ¿Se esfumaron de la nada? ¿En el aire?

—No exactamente, pero digamos que el tiempo se encargó de ellos —se limitó a decir.

—¿Entonces solo confías en él porque te contó cosas?

—Mi padre confiaba en él lo suficiente como para que conociera cada rincón de los pasadizos que ni siquiera yo conocía.

Lara se encaminó en dirección contraria a la de Nathan en busca del hombre con tres caballos. De repente, un susurro llamó a Nathan. Era la gente del hombre que lo contrató.

—Nathan Drake —escuchó. Giró la cabeza para toparse con los hombres—. Craken quiere información del trabajo que realizas. ¿Croft tiene la ubicación de la grieta?

—¿No les parece que es muy pronto para actualizaciones? Recién llegamos aquí —respondió, asegurándose de que Lara no los estuviera observando.

—Para el jefe nada es demasiado pronto.

—No la tiene con exactitud, pero tiene indicios. Estamos a punto de encontrarla —respondió dándoles la espalda, fingiendo buscar al hombre con tres caballos, sin esperar que realmente lo encontraría—. Tengo que irme.

Nathan, desinteresado emprendió la marcha en busca de Lara para notificar el hallazgo. Le resultaba fastidioso lidiar con la supervisión, sabiendo que era capaz de hacer un buen trabajo.

—Lo encontré —dijo Nathan entre jadeos a Lara—. Está cerca de la fuente de la orilla.

—Vale, vamos allá —dijo ella, encaminándose a donde Nathan indicó—. Hablé con algunas personas. Parece que nadie sabe nada certero respecto a una ciudad bajo tierra; dicen que bromearon conmigo.

—¿Y por eso estás enojada?

—Un poco. Básicamente me dijeron ingenua —respondió, mirándolo molesta.

—¿No pensaste que te lo dijeron para alejarte de la ciudad? —preguntó Nathan, viendo el camino.

—No lo creo. Su desconocimiento parecía genuino. La buena noticia es que los ciudadanos tomaron la zona arqueológica desde hace unos meses y ellos cobran por la entrada, por lo que no hay vigilantes.

—Pero no tenemos que ir a la zona arqueológica. De acuerdo con la mitad de los registros que no te robaron, tenemos que rodearla un kilómetro al norte.

—Por eso lo digo: menos probabilidades de que alguien nos prohíba caminar por allí.

—Entiendo. Bien, a simple vista habrá una cueva, pero hay una serie de mecanismos cercanos que abren un acceso, quizás a donde queremos llegar—Nathan se dio cuenta de que la atención de Lara no estaba en lo que decía, sino al frente—. ¿Qué es más importante que descifrar las indicaciones de tu papá?