Nathan Drake ha sido contratado por un hombre peligroso para sabotear a Lara Croft.
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#1 Tomb Raid...
Nathan encontró a Lara tendida en el suelo entre las raíces de la selva, con el paracaídas enredado entre las copas de la naturaleza. Lara apenas recuperaba el aliento, llena de raspones y hojas, como si la naturaleza hubiera intentado tragarsela.
—¿Tienes la grieta? —preguntó Nathan con urgencia, ayudándola a ponerse en pie mientras buscaba entre los arbustos algún indicio de los artefactos.
—No... ya no están aquí. Partieron hacia Tailandia, incluso antes de que llegáramos al campamento.
—¿Qué ocurrió? —insistió, mirándola con creciente inquietud.
—Abraham me dejó libre.
Nathan entrecerró los ojos, atando cabos rápidamente.
—Por eso explotó el helicóptero —dijo, más para sí que para ella.
—¿Qué? —preguntó Lara, sin comprender.
—Explotó —repitió Nathan. El asombro en los ojos de Lara fue inmediato: se había desmayado al tocar tierra y no se había enterado de lo ocurrido. La explosión significaba una cosa—. Craken debió enterarse del plan. Sabían que Abraham colaboraba con nosotros.
—Mierda... —murmuró Lara, llevándose una mano al rostro. La realidad empezaba a caerle encima con todo su peso.
—¿Qué sucede?
—Abraham y yo... hicimos una tregua. Él trabaja para este Craken es un hombre que busca el poder de la grieta, pero según los murales de la ciudad perdida, eso traerá...
—Muerte y destrucción —completó Nathan.
—Las consecuencias de la ambición —asintió Lara—. Abraham quiso evitarlo. Se comprometió a mantenernos al tanto de los movimientos de Craken y sus hombres.
Nathan recordó el mural que había visto. Las pinturas describían la extinción de una civilización entera, desaparecida sin dejar rastro en la historia.
—El artefacto que la criatura arrojaba en el mural... era el ojo de oro. La gente lo ignoró. Y murió.
—Quizá no del todo —replicó Lara—. Tengo una hipótesis: cuando presenciaron lo que ese objeto traía, lo encerraron bajo tierra, junto con todo su conocimiento, para mantenerlo oculto y a salvo.
—Y vaya que lo escondieron bien —comentó Nathan.
—Hasta que descubrimos la grieta —gruñó Lara, frustrada. Su búsqueda había facilitado el camino de Craken.
—La habrían encontrado tarde o temprano, Lara. Pero si la grieta y el ojo ya están juntos... ¿por qué no ha pasado nada aún? ¿No se supone que una catástrofe debía haber sido desatada?
—No funcionan por sí solos —explicó ella—. Requieren una fuente de energía específica. Algo que ahora solo se encuentra en un lugar: Tailandia.
Nathan respiró hondo.
—Entonces tenemos que llegar allá antes de que recarguen ese maldito ojo —dijo, su voz cargada de decisión—. No será la primera vez que salvemos al mundo.
—Entonces no será complicado —dijo Lara con una media sonrisa—. Pero debemos estar más alerta que nunca. Si el helicóptero explotó, significa que Craken sabe lo que planeamos. Y también sabe que yo no estaba a bordo... nos estarán esperando.
Diarios de un desconocido
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