Capítulo 10: Competencia

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Me levanto temprano, pero eso no significa que no tenga sueño, me pasó por estar viendo videos en YouTube hasta altas horas de la madrugada. Tomo mi bolso de entrenamiento y me dirijo a la casona. En el trayecto mensajeo a Kylie para juntarnos en la entrada. Hoy especialmente no hace tanto frío así que solo llevo un poleron y jeans ajustados de color negro. Pienso en Edmond. Estoy segura de que triunfará como pianista, pero me entra un escalofrío cuando recuerdo lo bueno que es versus a la interpretación fría y serena de Víctor. Me preocupa ―debo admitirlo― a pesar que Edmond entró a penas este año ya cuenta con varios y varias admiradoras, sin contar el montón de seguidores en su canal de internet.

Observo otra vez el móvil y esta vez me tiento a buscar su nombre en Facebook. ¡Guau! Que fotogénico es; se ve realmente bien en las fotos, pero debo decir que no es tan así en persona. Bloqueo el móvil porque ya me estoy acercando a la compañía. Desde lejos veo a Kylie conversando muy activamente con... dios ¡es Norman!. A ratos literalmente siento que no quiero verlo ni hablar con él, pero que va, es mi novio.

― Hola amor ― me saluda tomándome la mano para dejar un casto beso de caballero romántico.

― Eh... hola Norman ― sonrío como tonta.

― Venía a hacerte una invitación cariño, mis padres quieren dar una cena esta noche, en casa por supuesto ― veo de reojo que Kylie está más emocionada que yo ― es por la llegada de un miembro de la familia a la cuidad y quieren que mi novia me acompañe.

― Claro ― respondo por inercia.

― Paso por tu casa a las 6.

Me da un beso en los labios, de aquellos besos que no significan nada y se marcha en su lujoso automóvil, mientras que Kylie y yo nos dirigimos a los vestidores.

― ¡Vaya! Cena con los suegros ¿Qué te pondrás? ― pregunta ansiosa.

― No es que me importe mucho, pero me pondré el vestido negro.

― Tienes un novio guapo que te invita a cenar a su casa y... ¿no te importa? ― es una inquisidora.

― Ya, vamos a ensayar.

Hoy en ensayo es grupal por lo que ocuparemos el salón más amplio, ya se encuentran en el los profesores, muchos de mis compañeros y algunos músicos. No tomo mucha atención porque la protagonista soy yo, aunque suene engreído. En esta temporada todos tendrás los ojos sobre mí, John y Robert los coprotagonistas. Mientras caliento los músculos en el suelo, se acerca Kylie a hacerme ojitos indicando que Edmond me mira desde lejos. No necesito que mi amiga me diga alguna palabra porque sé que está diciendo lo afortunada y la suerte que tengo al tener a ese chico mirándome. ¿Y es que acaso la tengo?. Cuando terminé mi relación con Víctor me pase todas las vacaciones llorando sin que nadie fuera a consolarme más que mi madre, quien me repetía a diario que no me convenía un hombre como él. Un día Norman llegó de la nada a invitarme a lugares bonitos hasta que en la cuarta cita me pidió ser su novia. ¿Lo quería? No. Pero acepte de todas formas.

Tocaba ensayar la primera escena de la fiesta de navidad, en donde participan muchos bailarines. Los profesores me corregían a ratos la forma de interpretar al personaje. Clarita es la hija menor de esta acomodada familia, por ello era muy alegre y juguetona. Su hermano Fritz es un poco mayor que ella, por lo que es un poco más maduro sin quitarle las ganas de pelear con su única hermana. Nos pasamos un montón de horas ensayando hasta que el acto queda perfecto.

En el descanso Edmond viene a saludarme justo cuando guardaba la toalla empapada de sudor en mi casillero; amablemente me regala un jugo de fresas en un vaso transparente y con bombilla ¡sabe de maravillas!. Le agradezco el gesto con una gran sonrisa que se borra en el instante en que Víctor para por detrás de mi empujándome haciendo que derrame el jugo de fresas en la camisa azul que lleva Edmond. Justo cuando estaba a punto de lanzarle una grosería de aquellas al malnacido de Víctor Blair, Edmond posa sus manos en mis hombros y me pide tranquilidad con la mirada. Fuimos al lavabo de afuera a lavar la camisa, ya que no puedo entrar al vestidor de hombres. Para mi suerte – eso creo- Edmond traía una camiseta deportiva negra debajo por lo que la mancha rosa no dejaba rastros. Sé que de lejos Víctor observa lo que hacemos, así que aprovecho de coquetearme con Edmond.

― No olvides que tienes novio ― me grita desde lejos.

― Imbécil ― digo en voz baja.

― Celos ― lanza Edmond ― tiene celos.

Se me hacía tarde así que Kylie me llevó en el coche de sus padres a casa. Me duché el más rápido que puse, lave mi cabello, lo seque con el secador y mientras me maquillaba ligeramente para no exagerar, Kylie me arreglaba con un moño alto y estirado. Mi móvil suena con tono de mensaje: amor, no puedo ir a buscarte porque llegó la invitada, irá Joseph el chofer. Grandioso, me causa más nerviosismo el misterioso invitado, invitada quiero decir. Oí el claxon de automóvil desde la ventana, mi curiosa amiga corrió las cortinas, abrió las ventanas en tiempo record. El grito ― más bien chillido ― me dejó ensordecida y avergonzada, porque seguro lo escuchó todo el vecindario. Y ¡DIOS! Era una maldita limusina esperándome afuera llamando la atención de las señoras del barrio. No vivo en un mal lugar pero que creen ¡es una limusina!. Me despedí de Kylie quien me deseo el mejor de los éxitos.

El recorrido fue incómodo ya que estaba totalmente sola porque un cristal negro me separaba del conductor. Nos detuvimos en el estacionamiento, Joseph como buen chofer abrió la puerta tendiendo su mano e indicándome que Norman estaba en el patio trasero. Ya conocía la casa por lo que rápidamente caminé por el contorno de la casa ― casona ― para ir en busca de mi novio. Los zapatos de tacos no me ayudan en nada con el césped hermoso y verde del jardín. Me cuesta ver donde esta Norman por todos los árboles que hay plantados en el lugar; sigo buscando, doy otras dos vueltas sin dar con mi objetivo. Aparece una mujer vestida con un traje negro.

― Señorita ¿es usted la novia de señor Norman?

― Sí, ¿Dónde está?

― Creo que se encuentra en la piscina― dice con nerviosismo.

¿Qué diablos le pasa a esa mujer? Me dió un mal presentimiento así que por ese motivo caminé fuerte y decidida lo más aprisa que pude.

No puedo creer lo que estoy viendo. Sí, sí. Norman no es el hombre de mis sueños pero ¡qué está haciendo con esa rubia platinada en la piscina! Vale, lo acepto me pone a hervir la sangre. Observé por unos segundos sus jueguitos coquetos y risas acaloradas justo cuando Norman toma a la chica por encima del agua quedando sus senos en la cara de MÍ NOVIO.

― parece que tenemos visita Norman ― él la soltó a prisa y se giró hacia mí.

― Amor... eh... ¿qué tal? ― trata de preguntar.

― No mejor que tu parece ― digo irónica.

― Hola, soy Abby, la prima de Norman.

Prima comienza con P... de Perra. 


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