Capítulo 18: Otra vez

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Ya estoy en la comodidad de mi habitación, la cita fue verdaderamente un asco. Abby habló hasta por los codos que ni siquiera abrí la boca desde que llegó. Según ella se encontró con Víctor en la casona y lo invitó a tomar un café. Mi querido ex no es un tonto, algo planea sobre todo por haber aceptado aquella invitación. Norman ― aun mi novio ― me trajo a casa luego de la velada. Quiero saber que planea, no, necesito saber que trama.

Me coloco nuevamente los zapatos, cojo mi bolso pequeño al que echo mi teléfono móvil y mis documentos. Bajo las escaleras y escucho la ruidosa de mi madre al parecer está discutiendo sola ¿con quién habla?

― mira chiquillo de mierda deja a mi hija en paz ― dice mi madre

― escuche señora ― escucho la voz de Víctor ― ya arruinó su vida ¡no arruine la mía!

Oh no, no dijo eso. Mierda.

Terminé corriendo de bajar las escaleras para detener el palabrerío. Llegue a la cocina justo cuando mi madre estaba a una milésima de segundo de pegarle una cachetada a Víctor ― la verdad es que se lo merecía un poquito ― ambos me quedaron mirando con sorpresa. Supuse inmediatamente que Víctor llamo a la puerta, que mi madre lo hizo pasar hasta la cocina para insultarlo y echarlo de mi vida una vez más.

― Lena ― dijeron al unísono, esta situación parece una telenovela pero fui yo quien hablo.

― Mamá, hay un asunto muy serio que tengo que hablar con Víctor... ― pero me interrumpió

― ¡no me digas que estas embarazada otra vez! ― gritó.

No dijo eso. No dijo eso. Cuenta hasta mil Lena o corre.

― ¡Como te atreves mujer! ― gritó esta vez mi padre que venía llegando a casa ― eres una desquiciada, como se te ocurre hablarse así a tu hija ― sentenció.

― Já ¿y ahora te crees buen padre? ― dice irónica.

― Lena ― me mira ― hija...

― Ya, papá no digas nada y gracias...

― No, es hora de pedirte perdón por lo descuidado que he sido contigo ― sus ojos se llenan de lágrimas ― te amo, espero que lo sepas y por ello quiero que seas feliz ― seca la solitaria gota de agua salada que cae por su mejilla ― lo que pasó, fueron malos recueros y aunque no lo creas también sufrí mucho.

Ahora la que está llorando soy yo. Mi estómago esta echo un nudo de nervios y la centrífuga viene a mí. No puedo, no quiero, pero esta sensación me gana. Miré a mi padre con agradecimiento, si bien no ha sido el mejor padre del mundo ―emocionalmente hablando ― porque lo material nada me ha faltado y todo gracias a él y a su trabajo. Salí corriendo a la calle lo más rápido que pude. Corrí, corrí y corrí y los deseos no cesaban. Corrí al primer árbol que divisé y me acerqué como pude. Sentía que las piernas tambaleaban y estómago pedía evacuación. Me agaché y vomité la nada que había comido. La sangre bombeaba dentro de mi cabeza las lágrimas caían al piso junto a los jugos gástricos.

Sabía que Víctor venía detrás de mí y lo confirme cuando tomo mi cabello como si hiciera un moño con sus manos. Con el antebrazo derecho me limpié la saliva que colgaba de mis labios.

Tengo tanta vergüenza de mi misma que no quiero levantarme, no quiero que Víctor me vea así de vulnerable pero esa simple frase hizo mi madre hizo que me derrumbara otra vez. Es cierto, trato a menudo que su frustración no traspase mi sensibilidad y que de esa forma afecte mi carrera. Estoy segura que las historias no se repiten; cada uno es dueño de su destino. Sin embargo a veces llego a pensar que mi madre hubiese querido lo mismo para mí.

A medida que los segundos pasaban lentamente las pulsaciones que siento en la cabeza se apaciguan. Víctor me hace cariño en la espalda y no puedo evitar recordar aquel día en que estuvimos en el hospital; ese día tenía tanto miedo como hoy. Miedo a perder algo que quiero. Pero esta vez soy yo.

No quiero perderme a mí misma, ni tampoco el amor que todavía siento por Víctor.

― ¿estas mejor? ― habla Víctor.

― Ya ― respondo sin mirarlo.

― ¿sabes? ― hace una pausa ― yo también rompí la promesa... así que supongo que estamos iguales.

Mi padre no ha dormido en casa durante los dos días siguientes a la discusión; los mismos en que mi madre no me ha dirigido la palabra; los mismos dos números en la balanza que he bajado de peso.

Es hora de almuerzo en la academia, sin embargo prefiero salir a dar una vuelta por alrededor. Sé que no es bueno no almorzar así que me comí una manzana y una barra de cereal. Lo cierto es, que tampoco lo he comendado nada de lo que sucedió a Kylie, a ella le preocupa Edmond, quien se me ha acercado toda la mañana desde que puede, sin éxito claro, soy buena escapando de situaciones incómodas.

Hace un lindo día, el sol calienta la piel de mis hombros haciéndome sentir con energía; me gusta esa sensación. Hoy en especial hay bastante gente en calle, estudiantes, madres con sus hijos, universitarios, perros, etc. La fresca brisa mueve mi cabello suelto en un vaivén que me hace sonreír por las cosquillas que me hace en las mejillas.

Específicamente hoy la profesora Julianne me felicito por el buen trabajo que estoy haciendo con el baile del hada del azúcar. La verdad es que las emociones que he vivido este último tiempo hacen que tenga más ganas de bailar para ahogarme en la música y bailar lo mejor que pueda.

El móvil suena con el ringtone de Diamonds de Rihanna así que sé que es Kylie quien llama. No lo contesto y sigo caminando. El sonido se apaga, me relajo y sigo camino.

Shine bright like a diamond

Shine bright like a diamond

Kylie déjame en paz digo para mis adentros.

Shine bright like a diamond

Shine bright like a diamond

Que molesta. Miro la pantalla lanzo un "lo siento amiga" en voz baja y apago el móvil.

Cruzo a la vereda del frente mirando a ambos lados; decido avanzar unas tres cuadras más y devolverme a la casona para continuar los ensayos. Nunca me había detenido a mirar los edificios de los alrededores son enormes en relación a las pequeñas casas que aquí existen. Calculo que tiene aproximadamente tienen 15 pisos o algo así. De él salen muchos hombres bien vestidos, elegantes y el señor Trevor, el padre de Norman.

Paro en seco, pienso en retroceder pero desecho la idea cuando lo veo subirse a un taxi. Di un largo suspiro de alivio ― no quería toparme a nadie conocido ― cuando unos segundos después veo a Víctor, vestido de negro entero. Lleva jeans rasgados, sus clásicas converse negras y una polera del mismo color. Está sacando lo que me imagino debe ser su teléfono móvil del bolsillo. Suponiendo que está tratando de llamarme no lo logrará hacerlo gracias a la insistencia de Kylie y mi poca paciencia.

No me queda más que acercarme a él.

― Víctor ― lo llamo.

― Oh Lena justo a tiempo ― dice guardando el aparto otra vez en el bolsillo.

― ¿ah sí? ― pregunto sorprendida y sonriente (la verdad se ve muy guapo) ― ¿de qué se trata?

― tengo dos noticias ― dice también sonriendo.

― soy toda oídos

― la primera es que... vuelvo a la compañía para interpretar mi parte de la partitura del cascanueces ― una inmensa alegría inundo mi corazón.

― eso... es genial... ― logró decir para abrazarlo efusivamente, pero él me toma de los hombros

― Pero esta será la última participación que tendré en la compañía ― ¿Qué? No necesito decirlo para que me entienda ― me despidieron...


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