La Culpa es del Español

Un nuevo comienzo

¿Qué puedo hacer?

¿Cómo seré capaz de superar esto?

¿Has visto lo que me hiciste?

Han pasado dos meses de aquel aciago día en que traicionaron mi confianza.Las imágenes de lo que vi se repiten todas las noches en mi cabeza, atormentándome.

Actualmente estoy en Santa Fe, Argentina. Es increíble imaginar que por una vez pensé que esta sería la ciudad en la que me casaría, criaría a mis hijos y pasaría el resto de mis días.

Ahora todo en ella es un triste recuerdo. Hablamos de tres años en una ciudad, todo eso por la basura. La más pura expresión de traición y de deslealtad se me ha impuesto de manera tan ruin. Mi destino aquí está firmado, debo irme como sea. A fin de cuentas, es mejor dejar la ciudad que dejar mi vida en una infidelidad que hubiera ocurrido tarde o temprano.

¿A dónde puedo ir?

Definitivamente no volveré a mi país, pero sino ¿dónde puedo vivir?

Perdí mi oportunidad para viajar a Europa cuando decidí residir aquí.

Son las nueve de la noche, he llegado a casa después de presentar la renuncia. El sentimiento que inunda mi mente es la apatía. Estoy sentado en mi cama, viendo al suelo, como si me diera respuestas. Entre lamentos y sollozos, casi como una vela que se prende en una cueva, recuerdo mi maleta de viaje y me decido a buscarla. Una vez en mis manos, la veo y repaso los destinos del tour que usé para llegar hasta aquí. Sorprendentemente la promoción no había terminado y dispuse mi computadora para hallar ofertas.

Encontré tres destinos en Sudamérica. Me veo entre Arequipa-Perú, Georgetown-Suriname y Bogota-Colombia y reflexiono sobre mi destino ¿qué país sería el más apto para comenzar de nuevo?

Perú ofrece una vida modesta, tal vez con un empleo sencillo y una casa pequeña. Pero no tengo a nadie allí y la descarto después de mucho pensarlo. Descarto Suriname casi en seguida, es pequeño y no creo que sea país para mí. Queda Colombia, gran país, últimamente su economía ha aumentado bastante. Además tengo familia allí, una prima que trabaja como periodista.

Tal vez sea un comienzo fuerte, pero ella puede ayudarme a reiniciar mi vida. No lo pensaré dos veces, me voy de aquí, después de todo no tengo amigos por los que sentir pesar al irme.

Pasan tres semanas y finalmente estoy listo. Parto de casa a las cuatro de la mañana. He vendido mi auto para garantizar un bono. Llego al aeropuerto de Buenos Aires, son las nueve de la mañana y he de esperar cuatro horas para mi vuelo.

En un pequeño cafetín, comienzo a pensar sobre mis años aquí, sobre lo que logré. Verdaderamente no tenía mucho quehacer, mi vida se resumía a estar con aquella persona cuyo afán asestó contra mi corazón de vidrio cual locomotora que desciende la montaña. Me siento abatido y aún tengo sueños recurrentes sobre lo que presencié, pero el sentimiento está acompañado de algo que extrañaba, una sensación tan rara en mi ser, que casi puedo sentirme vigoroso como un león joven. Es la esperanza...

Una de la tarde, me voy, con la frente en alto. Sonreiré por fuera pese a que muera por dentro. Sacaré a relucir mi persona en todas sus bondades y defectos.

Tendré un nuevo comienzo...