El Estallido de una bomba

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La puerta se cerró tras de mí, un par de besos y simplemente me llené de odio, me aparté, me fui sin despedirme. Un par de cuadras antes de la casa de mi prima tomé un puñado de objetos y comencé a arrojarlos a las casas cercanas, rompiendo ventanas, manchando paredes, ensuciando todo lo que me rodeaba, estaba perdido en mis pensamientos, soñaba despierto. Lo único que quería hacer era destruir lo que se me pusiera delante.

Estaba desesperado, sin consuelo, al borde de la locura. Me cuestionaba por qué soy la persona que soy. ¿Por qué nací? ¿Por qué me dieron dotes tan patéticos? El odio nacía en mí y en mí se descargaba. Los odiaba todos, pero por encima de ellos, me odiaba a mí. Mientras seguí arrojando objetos, me golpearon la cabeza con fuerza, quedé aturdido por unos instantes pero giré para darle la cara ami atacante, que era un hombre de un metro sesenta. Recuerdo que cuando lo miré su rostro se llenó de pánico y ya estaba girando para correr, pero le tomé por el hombre, le di la vuelta y le asesté un golpe con tanta fuerza que salió despedido a un metro de mí y cayó en el suelo, noqueado por la brutalidad del impacto. Seguí gritando y arrojando cosas hasta que caí desmayado a mitad de la calle.

En mi mente se desató un pandemonium y tuve pesadillas las peores que nunca había visto.

El suelo está tan frío, es duro, todo está gris, el cielo es infinito, el vacío bajo mis pies me hace darme cuenta de que este no es el mundo. Entonces comienzan a brotar de la nada seres con aspectos demoníacos, monstruos y bestias de todos los tamaños me rodean y yo sólo puedo correr despavorido hacia el infinito. Entonces surgen dos paredes a mi izquierda y derecha las cuales comienzan a estrecharse, de ellas brotan gusanos enormes que se disponen perseguirme para devorarme. Las paredes son cada vez más estrechas, las bestias están pisándome los talones y el pasillo no tiene fin ¿Estoy en el infierno?

Siento algo viscoso que se desliza por mi brazo, cuando lo levanto para mirar, una bestia del tamaño de un perro y con la forma de una sanguijuela le está drenando la sangre. Mi extremidad está casi de un color pálido y se cae de mi cuerpo como una hoja marchita. Acabo de perder un brazo, estoy corriendo y sigo escuchando a las.bestias detrás de mi. Cuando siento que ya no tengo fuerzas, grito tan fuerte como me es posible. Todo se desvanece, los monstruos y las paredes se han ido para dejar mi mutilado cuerpo en este vacío.

Comienzo a llorar y a gritar por ayuda, pero nadie aparece, estoy solo y de repente aparece una figura de aspecto femenino en la oscuridad. Me arrastro hacia ella tan rápido como mi fatigado ser me lo permite y al darle la cara mi rostro palidece y mi voz se ahoga ante el rugido de un horrendo demonio con la forma de una mujer y miles de dientes sobresaliendo de sus labios. La bestia me toma y me arroja hacia arriba mientras desenfunda algo similar a un arma de fuego y comienza a dispararme, arrancándome el otro brazo y ambas piernas. Cuando estoy esperando el tiro de gracia, el vacío se convierte en un espeso océano de una masa negra similar a la brea. Mi torso desmembrado se hunde y siento como mi boca, garganta y pulmones se llenan, produciéndome la.asfixia. En el último instante, ya casi siento que no respirar, suplico que me maten y entonces... despierto.

Estoy en casa, el cuarto está a oscuras y al levantarme comienzo a vomitar y acto seguido, estoy llorando mientras siento que aún tengo mis manos y pies. Abro la puerta para comprobar si hay alguien, pero está todo oscuro y difícilmente distingo las siluetas de los muebles. Enciendo la luz y veo al reloj, que marca las cinco de la madrugada. Busco a mi prima y compruebo ella y su marido están durmiendo profundamente. He quedado tan afectado por lo que vi que no tengo nada de sueño, al contrario, siento que quiero correr en búsqueda de alguien que me acompañe. Tomo unos cuantos ingredientes y preparo un desayuno simple para empezar el día, no puedo permitir que un mal sueño acabe con mi vida y sé que puedo pasar las horas viendo la televisión hasta que sea momento de ir al trabajo. Ese pensamiento me dio fuerzas y así le hice frente a las horas. Como mi abuelo decía "cada día de tu vida es más difícil".

Cuando salgo del trabajo recibo un mensaje de la mujer de la plaza, quien me invita a tomar un café en su hogar, me intriga que ella prefiera invitar a una persona apenas conocida, pero sonrío al saber que tengo a alguien que me apoya.

Al llegar a su hogar, le abrazo con fuerza y le pido que me perdone por arruinar la ocasión de anoche, a lo cual responde el abrazo y dice que no le da importancia. Mientras bebemos el café le explico lo que me sucedió, desde el estallido de furia hasta la garrafal mañana. Me escucha y consuela con sus palabras de sabiduría, me apoya a pesar de que en estos momentos mi estado mental me haga el hombre menos atractivo sobre la faz de este planeta. Eso me prueba que no es en lo más mínimo una persona superficial y puedo confiar en ella.

Pese a nuestros leves encuentros, puedo sentir una conexión entre nosotros, siento que puedo confiar en ella, que me complementa, que tiene un buen corazón. Pero, temeroso de arruinar nuestra maltrecha relación, guardo silencio y dejo de exponer más detalles de mi persona.

Esperoque las personas me perdonen por mis acciones y entiendan el calvario por elque he pasado, porque toda buena persona puede convertirse en una bestia sinadie le tiende la mano cuando necesita ayuda. 

La Culpa es del EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora