Como dije unos días atrás, la noche que mis compañeros y yo nos embriagamos, aunque bien pudimos ser víctimas de una bebida con sedantes, tomamos un taxi y la hora de recorrido se sintió como una noche llena de acontecimientos que difícilmente podría explicar sin cuando menos parecer un demente.
Puedo denotar que la alucinación fue colectiva ya que mis compañeros dicen haber escuchado lo mismo. En primer lugar, sentimos el cielo enrojecerse y las luces que alumbraban las calles pasaron de bombillas a llamaradas que se alzaban hasta los tres metros de altura. Nuestro taxista parecía un esqueleto llameante que gritaba "Reina del Mississippi" mientras se escuchaba una música bastante fuerte de fondo, que resultaba aturdidora. El vehículo parecía más una carroza en llamas a los costados y el techo, el cartel ponía lo mismo que el taxista decía una y otra vez, sus ruedas eran centelleantes y de un color tan brillante como el del magma líquido. Las calles habían desaparecido y sólo podíamos ver al infinito mientras este desprendía de la nada fuegos artificiales, calles y edificios, todos de color escarlata, al rojo vivo.
Recuerdo que nos detuvimos frente a un semáforo y los colores de sus luces no tenían gran distinción, siendo la superior roja, la media anaranjada y la inferior amarilla. No tenía ni la más mínima idea de cuándo debíamos avanzar y se vislumbraban estrellas fugaces viniendo delante, detrás, a la izquierda y a la derecha. Confundido y mareado, le pregunté al conductor sobre qué estaba haciendo, este me miró con llamas en las cuencas del cráneo rojo y respondió
-Reina del Mississippi-
Estaba comenzando a asustarme porque el hombre, o más bien la criatura, repetía lo mismo de manera intermitente mientras aquella música ensordecedora hacía rugir y temblar el vehículo.
Seguíamos avanzando por aquel universo que brillaba con la misma intensidad que el sol del atardecer, haciéndome empapar mi traje en sudor como si fuera yo un ser de agua. Seguimos con aquella sensación de calor por un sinfín de caminos hasta que llegamos a una torre de brasas que se parecía al edificio donde vive mi compañero. Este metió su mano en los bolsillos y le vi sacar piedra volcánica, la miró confuso y la entregó al conductor, quien sacó un manojo de piedras y lo contó como si de dinero se tratara.
Mi compañero entró en la torre y el auto nuevamente despegó a la velocidad de la luz pasando por otro mar de fuego. Pasados unos instantes, llegamos a una especie de casa hecha de lava que brotaba como lluvia, acto seguido, mi compañero tomó un manojo de piedras volcánicas y se lo dio al conductor, que no paraba de gritar lo mismo.
Despegó nuevamente y, tan rápido como un cometa, cruzó caminos, subió volcanes, los descendió y me llevó a mi casa, que seguía igual, por no mencionar el vacío que la rodeaba.
Revisé mi bolsillo y no tenía piedras, no tenía nada excepto mi billetera vacía y unas llaves.
El conductor me vio y de su boca brotaron llamas que casi tocaban mi rostro. Me tomó con sus escuálidas manos y me arrojó del vehículo, di un par de vueltas y por último divisé el cielo del vacío, que mostraba una preciosa luna llena de color dorado.
Un ave sobrevoló mi cabeza, era un fénix que dejaba caer sus plumas cobrizas sobre mi desgastado ser, quise tomar una pero se hacían cenizas en mis manos, cosa que consumió mis últimas energías y me hizo desmayarme. Al día siguiente desperté con una terrible jaqueca y el tacto mugroso del suelo bajo mi pecho, estaba en plena calle frente a mi hogar.
Esta fantasiosa noche infernal me avivará surecuerdo y me hará desistir del alcohol por una larga temporada.
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La Culpa es del Español
Ficção GeralEn un futuro no muy lejano, nuestro protagonista, de identidad desconocida, vive sin nada que valga la pena nombrar. Sin embargo, con el paso de los meses descubre una verdad terrible que lo obliga a empezar nuevamente su vida. Las penurias que le...