Mi talón de Aquiles

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Es martes por la noche, he cenado recientemente y no tengo ánimos para moverme de mi cama mientras digiero los alimentos. Tomo una revista y comienzo a leerla buscando cotilleo que me distraigan del aburrimiento más puro. Rápidamente reviso la sección del horóscopo, la cual muestra lo siguiente:

~Leo (Julio 22 - Agosto 22) Estás demasiado tenso, necesitas aliviarte y abandonar los recuerdos que te persiguen. Trabajo: Sigue por el buen camino y conseguirás ese aumento que tanto deseas. Amor: Tras una mala experiencia, alguien aparecerá en tu vida para cambiar las tornas. Color de la suerte: Ocre.~

Una vez leído esto quedo maravillado por las similitudes entre lo escrito y mi actual situación. Ciertamente me haría bien olvidar mi pasado y poder descansar en paz, sin las pesadillas. Además tema del amor se ha cumplido al pie de la letra, ciertamente he tenido una experiencia garrafal, pero mi ahora declarada amante me ha devuelto las sonrisas, una deuda que en vida jamás podré saldar.

Como ya es la hora de dormir en casa de mi prima pero la noche sigue joven, decido ir con un par de compañeros de trabajo para tomar unas cervezas y dormir mejor, o al menos dormir más rápido. Una vez que llego al bar, llamado "El Oasis", espero a mis seguidores contemplando el ambiente del lugar, que se proyecta más como una discoteca en vez del típico bar de mala muerte.

Entre los que formamos el acuerdo, están mi compañero de trabajo, que fue víctima de infidelidad, y el compañero confiado, que pretendía contarnos que sucedió con su velada romántica. Cuando llegaron, tomamos asiento en la barra, pedimos todos una cerveza y brindamos para ahogar las penas.

El compañero sufrido de infidelidad dijo

-Que me lleve el diablo, maldigo cada día que estuve pensando y amando aquella maldita mujer-

Mi compañero confiado dio un gran trago a su cerveza y exclamó con acento, con de la costa -¡Desdichado de mí!- dando otro gran sorbo.

El sufrido y yo le preguntamos por el motivo de su desdicha. Nuevamente dando un gran trago, respondió -Mi velada ha sido un desastre, el lugar estaba cerrado y tuvimos que cambiar de planes. Pedimos unos cholados y seguimos hasta dar con una curva. Usted podrá haber visto aquel desmadre que se armó, el carro dio vueltas, me lleve un golpe y de remate se ha derramado un vaso sobre mi pareja, que ha quedado con el vestido arruinado. Me terminó y se fue.-

Entonces el sufrido le pidió otra ronda y yo decidí responder.

-Caballeros, han sido días oscuros para los tres. Debo reconocer que mi vida ha dado un leve suspiro de alegría, pero asimismo reconozco la agonía de mi pasado- Miré al sufrido y le dije -Compañero, lo lamento desde lo más profundo de mi alma. Yo mejor que nadie te puedo hablar del inmenso dolor de la infidelidad, mal que parece perseguir a mi familia. Pero con toda seguridad te digo que no hay acto en esta tierra que salga impune, y por tanto te prometo que tu fidelidad será en un futuro recompensada con una buena mujer.-

-Amén- respondió con consuelo. Entonces miré a mi otro compañero y le dije -Y a ti, camarada, te digo con toda la honestidad del mundo que es el amor más de crear infortunios que de brindar bendiciones. En mis años de adolescencia y ahora en la juventud de la madurez, he sufrido los mil y un agravios que el amor puede traerle a un hombre incauto, desde la no correspondencia hasta no ser dotado con un miembro viril aceptable para esta sociedad corrupta.- Ante esto, ambos compañeros me miran con asombro y prosigo -Has tenido muy mala suerte, pero sépase que nada en esta vida es perfecto y recuerda pues que muchas veces, en contra de esta, lo inesperado resulta siendo mejor que lo que ya se planificó. Si tu mujer te ha dejado por un problema que va más allá de tu persona, eso demuestra que no era para ti, que sus ojos no ven más allá de sus narices y que su juicio nubla su pensamiento.

Si esto no te convence, te digo que, a menos que esta mujer defeque rosas ¡no tiene, ni tendrá, derecho alguno de juzgarte por tus errores!- Termino con un fuerte golpe sobre la barra que inquieta al camarero.

Mi compañero ríe, bebe, pide otra ronda y responde -Amigo, a leguas se le ve usted no es de aquí, pero usted ha hablado con la voz de razón. Si esa mujer pierde la cabeza por cualquier tontería, no es para mí-

Los tres sonreímos y alzo mi botella diciendo -Propongo un brindis para ahogar las penas- Al compás, respondieron mis compañeros chocando botellas y exclamando -¡Salud!-

Hecho esto bebimos cerca de cuatro rondas más y ya habíamos contado siete cervezas cada uno. Seguía animado ,aunque nauseabundo, y antes de que partiéramos, se nos acercó un mozo y nos ofreció una ronda diciendo con entusiasmo -La casa invita-

Ante tal invitación, ni yo mee podría resistir en mi paupérrimo estado. Al fin que tomamos la octava ronda y ya podía ver a mi compañero, el sufrido, tambaleándose mientras grita -¡Viva Colombia!- acompañándose con mil y un obscenidades que le hacían parecer más un revolucionario mexicano que un triste borracho.

Mi compañero, el confiado, y yo nos tomamos del hombro con botellas en mano cantando vallenato, género musical que me desagradaría profundamente de no ser por el nivel de embriaguez que tengo. Tomamos los tres un taxi y uno por uno nos llevaron a nuestro hogares en una hora aproximadamente.

Llegue a mi cama, sin pensarlo me caí y desmayé, como si un boxeador me hubiese knockeado. Ni pesadillas ni sueños, que ya fue suficiente con mis alucinaciones en el trayecto a casa. Bien parece que llenaron de droga aquella última ronda, pues la hora de viaje se sintió como la noche entera, pero dado lo moribundo de mi ser, tendré quedejar para otra ocasión esa historia    

La Culpa es del EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora