Te escribo, querida, con la estricta conciencia en duda de si lo leerás algún día; o bien, podría suponer que tienes conocimiento previo de lo que estás próxima a leer, ya que he sido un tanto predecible en mi comportamiento y tal vez hayas notado en el pasado, cuán enamorado he estado de ti durante todo este cariz.
Tan repentinamente haz subsistido como reciente matiz de mis pensamientos; y ahora todo ha resultado en una pésima táctica de mi parte, fracasando de nuevo en el ímpetu de mis ideales, incluso mis principios se ven nublados por un romance improvisado y provocado por el descuido de tu inocencia.
Nuevamente me consume el capricho de desearte, de poseerte en un único acto novelístico literario, relativo por supuesto; tan sólo en sueños, tan sólo en versos, sublimemente en mi propio arte he logrado sentirte mía.
Es en tu clásica sonrisa, justo en el delineado de tus labios, donde me retiene la insistente prerrogativa ¿Cómo podría en nuestro siguiente encuentro, con tan sólo un vulgar beso, arrebatar tu embriagante esencia? Consumirnos en un carmesí de erotismo, al punto de sentir que te apoderas de mi placer por completo y así, terminases finalmente con mi clara obsesión por tu paradójica escultura, estimada dama mía.
Así, la insensatez adueña mi mente, y provoca que mi propia filosofía subsista en la vana ilusión de encontrarte y coincidir en el mismo destino, sepultados en un solo momento de soledad, dando muerte al tiempo y a cualquier ley fundamental de la naturaleza que no se encuentre a nuestro favor.
Es incluso despectivo mencionarlo, mencionarte en unos cuantos versos, o en una bella prosa, tan ideal y sensual como tú. Probablemente no hace falta expresarte en mi arte, ya que, bien aprendí apreciarte de manera tan concisa, tal como él, tal como una obra mística perfecta en su profunda perspectiva. Así puedo sentirte sin siquiera tocarte, liberándome por un instante de mi afán por ti. A pesar de ello me es imposible dejar de hacerlo, por lo menos, pretenderte mía entre la tinta y el papel, entre la gélida cercanía de tu anatomía y la mía.
Sé de antemano que todo el tiempo te hallo en algún rincón de mis pensares, o hasta en el protagónico del acto estelar, y es que, me fascina recordarte. Al instante en que te vuelves hacia mí y sonríes me envuelves en un éxtasis involuntario, al grado de sentir en mi interior, justo en la intimidad de mi alma, cómo desgastas mi vitalidad. Cada vez que te aproximas a conversar, te acercas tan sutil, me miras fijamente, colapsas mi mente y enciendes en dulzura mi piel, que busca desesperada sentirte. Entonces me tomas, me envuelves entre tus brazos, ¡Te siento tan mía que desearía asesinar cada molécula de tiempo y espacio, para congelar el ocaso a tu lado!.
-JES
Como un romance prohibido y, casi real; un admirador.-
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Escrito en Prosa para el Fantasma de Tu Ausencia.
PoésieCartas no entregadas a sus pertenecientes lúgubres sombras. Las ideas se oscurecen y la perspectiva palidece, las letras tropiezan con el tiempo y se desgastan en mi temple escapando a trastabillas como mortíferos versos que buscan complacer el deli...