Capítulo 26

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Capitulo 26

-¿Te parece que volvamos a la cama? -Severus se rió al ver el sonrojo de Harry-. No para eso. Todavía no estás listo para un repetición. Pero no te iría mal descansar un poco.

-Estoy bien -le acarició la mejilla-. Más que cansancio, tengo hambre; no hemos desayunado y creo que ya casi es hora de la comida.

-Tienes razón. Entonces vamos a vestirte.

-La verdad es que primero necesito un baño, me siento un poco incomodo.

-Si, creo que también me iría bien un baño. ¿Qué te parece si lo hacemos juntos? -preguntó mientras abría los grifos de la bañera.

-¿Eh? Yo...

-Ven aquí -dijo ayudándole a levantarse-. No tienes nada de que avergonzarte. -Severus lentamente le quitó la sabana que lo cubría. -Heres hermoso -le aseguró y lo besó.

Después de la ducha, Harry y Severus bajaron a la cocina, donde Harry preparó algo para los dos. Y al tetmanr de cenar, como siempre, fueron al salón y se posicionaron cómodamente para hablar.

-Te amo.

-Y yo a ti -dijo Harry con una sonrisa.

-Me alegro de que hayas superado tus miedos.

-A mi también, saber que puedo funcionar con normalidad es un gran alivio.

-Harry eres normal.

-Está bien -cedió finalmente-, soy normal, pero es bueno saber que ya no existen motivos para que huya de ti.

-¿Sigues preocupado por eso?

-Ya no tanto.

-Mi amor, si estás preocupado deberías hablar con alguien.

-No hace falta.

-Harry -le acarició la mejilla-, no es bueno que te guardes las cosas. A la larga hacen más mal que bien.

Harry suspiró al ver que tendría que contarle todo.

-Hace un tiempo que estoy hablando con Marion.

-¿Qué? ¿Lo dices en serio? -preguntó incrédulo.

-Si.

-¿Desde cuando?

-Empecé el día después de San Valentín.

-¿Después de San Valentín?

-Si, quería...

-Un matrimonio normal e hijos.

-Si. Quería dártelos, pero también los quería para mi -le aseguró-. Siempre quise una familia.

-Mi amor, has hecho un gran avance en tan poco tiempo.

-Hemos hablado cada día, menos cuando tú tenías libre -admitió-. Y hace poco vimos que no te tenía miedo; yo sabía que tú nunca me harías daño de ninguna forma.

-Por supuesto que nunca lo haría -le confirmó-, pero se que lo que has pasado te provoca reacciones involuntarias; como cuando te fuiste de casa.

-Lo se, pero... ¿Te acuerdas el día que te dije que era mejor que Sev y yo nos fuésemos?

-Si, tus palabras me hicieron perder un poco la cabeza -admitió.

-Si y la perdiste conmigo.

-¿Qué quieres decir?

-¿No te acuerdas? Me cogiste de las muñecas con fuerza -dijo al tiempo que se lo demostraba- y me acorralaste contra una pared.

-¿Te hice eso? -Severus perdió el color-. Lo siento, nunca quise hacerte daño.

Un bebé nos unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora