Capítulo 2.

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Mara

La primera puerta dimensional fue diseñada por la compañía TESYS tras quedar demostrada la hipótesis de los Universos Paralelos. Esta empresa sueca era líder en tecnología punta y contaba con el equipo de investigadores, ingenieros, científicos y mecánicos más grande del mundo, englobando todas las áreas de conocimiento posibles. TESYS era capaz de hacer realidad prácticamente cualquier cosa en intervalos de tiempo realmente cortos.

La demostración de la hipótesis de los Universos Paralelos suponía la existencia de al menos dos mundos independientes, unidos por el denominado "horizonte de sucesos" de un agujero negro. El problema fundamental era que una vez una persona u objeto entraba dentro de éste, debía alcanzar una velocidad superior a la de la luz para salir de allí, lo cual era imposible. Aún así, TESYS consiguió resolver el problema y pronto diseñó una pasarela de acceso a la que denominaron "puerta dimensional". Dicha puerta permitía el transporte de objetos e incluso personas sin que éstas sufriesen una desintegración absoluta. Tras su éxito con un primer prototipo, crearon más e intentaron  comercializar su invento, convirtiendo las pasarelas en medios de teletransporte para su uso cotidiano. Sin embargo, la paradoja temporal existente entre ambos universos hacía inviable su puesta en marcha, así que nunca dieron detalles de cómo acceder a ellas y pronto todo cayó en el olvido.

No por ello TESYS dejó de trabajar en el proyecto. Al otro lado de nuestro universo encontraron una vasta extensión de tierra yerma en la que lo único aprovechable era el aire si se filtraba. Los ingenieros de la compañía diseñaron un recinto al que llamaron "El Cubo" y se dedicaron a experimentar con él. La intención era crear el hábitat perfecto para el hombre, pero el día del bombardeo apenas habían conseguido construir un espacio diáfano en el que poder respirar. Algunos miembros de la empresa tuvieron la suerte de encontrarse dentro de aquel lugar, siendo los únicos en no sufrir heridas de algún tipo. Sus compañeros en el exterior consiguieron ponerse en contacto con ellos y así iniciaron los primeros movimientos de rescate y evacuación de personas vivas.

Lo cierto es que debemos la vida a TESYS. Ahora mismo las puertas dimensionales son lo único que nos separa de una muerte segura, y "El Cubo" es el único espacio habitable que nos queda, con las consecuencias temporales que esto acarrea. Mi madre formó parte del grupo que hace un año consiguió desarrollar un sistema para acortar la diferencia temporal entre ambos mundos, por lo que actualmente doce horas en la Tierra suponen quince días dentro del Cubo. Los que solemos salir al exterior no podemos permanecer fuera más de medio día, puesto que alargar más la estancia acarrea problemas evidentes: por un lado, mientras la población de dentro del Cubo envejece, nosotros apenas lo hacemos. Por otro lado, la comunidad del Cubo no puede permitirse esperar tantos días para la obtención de nuevos materiales o información. De todas formas, para evitar el estancamiento temporal de los que salimos fuera  se realizan rotaciones entre los grupos de exploración existentes.

Rotaciones que yo me saltaba, por cierto.

                                                                        ***
Lo que captaron mis ojos el primer día que desperté dentro del Cubo hizo que tuviese ganas de atravesar una de las puertas dimensionales y esperar a que me matasen ahí fuera. Me encontraba dentro de una tienda de campaña de tela blanca, enorme y con aproximadamente cien catres como el mío dispuestos en dos hileras, con gente herida encima de ellos. Mis oídos sólo percibían quejidos incesantes, llantos, toses y algún que otro grito de verdadero dolor. Pude vislumbrar a un par de personas con batas blancas que iban y venían por el pasillo central, tratando de acudir a las llamadas de los pacientes o de las personas que cada dos minutos asomaban la cabeza por una de las cortinas que separaban al campamento del resto. Flanqueándome tenía a una mujer que había perdido la pierna derecha y parecía estar inconsciente, y a un niño tumbado boca abajo con una herida profunda en la espalda, recorriéndole el hombro izquierdo hasta la región lumbar. Recuerdo haber cerrado los ojos para tratar de disuadirme, pero algo me hizo abrirlos de golpe: mi cerebro acababa de reconocer una voz en medio de todo aquel jaleo.

Mara (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora