Capítulo 16.

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Ciro no podía dormir. Tumbado sobre el suelo y tapado por una fina manta que Evey había proporcionado a cada explorador para que pudiesen cubrirse por las noches, el joven daba vueltas sobre sí mismo una y otra vez. El cosquilleo que sentía en la boca del estómago no cesaba; al contrario, a medida que pasaban los minutos parecía ir en aumento. En apenas unas horas los pelotones EX:A-2 y EX:B-18, ambos liderados por Evey, partirían hacia Sílica con el objetivo principal de rescatar a Mara. La teoría era sencilla, pero la práctica sería mucho más complicada, sin lugar a dudas.

Las puertas dimensionales de los silícolas permitían el transporte de un centenar de individuos a la vez, por lo que el hecho de tener que transportar a ambos pelotones de manera simultánea no supondría ningún dilema. Sin embargo, una vez pusiesen los pies en Sílica deberían estar pendientes de cada uno de los detalles que sus sentidos captasen.

Tal y como Evey les había comentado días anteriores, su primer objetivo sería hacerse con varias cargas de zeptorobots. Para ello se dirigirían al hogar de un tal Ockly, un silícola que parecía ser amigo de la mujer. Ockly también les ayudaría a encontrar la localización de Mara sin ser descubiertos por el sistema de seguridad de Sílica. Por la descripción que Evey les había dado, aquel hombre no parecía ser muy diferente a los camellos de información que años atrás habían abundado en la Tierra. Ockly vivía solo, rodeado de una tecnología que extendía sus garras a lo largo y ancho de la red de universos descubiertos por Sílica hasta la fecha. Su negocio era muy amplio: desde tráfico de información confidencial, fundamentalmente proveniente de otros universos, hasta la venta de cyborgs o informantes no identificados, pasando por pasaportes ilegales, cambios de identidad permanente o tecnología médica. Ni que decir tenía que todo su material costaba una millonada.

Afortunadamente, Ockly no sólo aceptaba dinero a cambio de sus servicios; también se conformaba con la obtención de nueva información que pudiese revender a algún interesado por un precio desorbitado. Ciro no tenía ni la más remota idea de qué es lo que le diría Evey a aquel hombre para comprar la localización de Mara, pero ella apenas le había dado importancia al asunto, por lo que no debía de ser algo demasiado relevante.

Una vez supiesen dónde se encontraba Mara, irían hasta allí lo más rápido posible. Como información de partida, Evey había realizado un listado enorme con posibles localizaciones, la mayoría de ellas centros de investigación y experimentación. El problema era que todas aquellas direcciones eran de dominio público, cuando seguramente los soldados tuviesen a Mara retenida en un centro no registrado en las bases de datos accesibles por cualquier ciudadano de a pie. Llegado el momento, Ockly sería el encargado de mostrarles los enrevesados nudos de las ocultas bases de datos de Sílica. Toda civilización contaba con ese tipo de información; TESYS era un claro ejemplo de ello. La cuestión era encontrar a la persona capaz de bucear en ella sin ser detectada. Aquel hombre había desarrollado un sistema que permitía la infiltración en el sistema de seguridad del planeta sin dejar rastro, y lo había estado usando durante años sin haber sufrido consecuencias.

Lo que ocurriese a continuación dependería única y exclusivamente del paradero exacto de Mara. Debían intentar llegar a cualquier lado a pie o por transporte convencional, puesto que el uso de puertas dimensionales de manera continua podría acabar delatando su presencia. La única esperanza era que Mara se encontrase a escasos kilómetros de donde Ockly se ocultaba. Si no era así, tendrían un serio problema, puesto que Sílica era seis veces más grande que la Tierra y tardarían más tiempo del previsto en alcanzar su posición. Fuera como fuese, el resto del plan sería trazado en las inmediaciones de Ockly.

Para planificar todo aquello habían empleado dos días, permitiendo así la recuperación de Sylvan tras la catalepsia inducida. Evey les había proporcionado la diferencia horaria entre Esmira y el Cubo, por lo que Ciro podía saber con certeza que desde que llegaron por primera vez a aquella cabaña habían transcurrido cuatro horas en la Tierra, cinco días en el Cubo y cuatro días en Sílica. Cuatro días con el cuerpo de Mara en el poder de los silícolas podía suponer una catástrofe, pero Evey había insistido en planificar todo adecuadamente para evitar posibles encontronazos con algún soldado.

Mara (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora