Teníamos que elegir
entre estar o hacer falta.
Teníamos que elegir unos gestos corpóreos
que no supieran a nada.
Teníamos que elegir
una noche de calma y de madrugada instantánea,
como diluir en agua la tinta de nuestra felicidad,
siempre en color azul.
Teníamos que elegir
entre ser tú o ser yo;
entre un acertijo y una respuesta;
entre coartada o culpabilidad.
Teníamos que elegir.
Sí, elegir entre excitar más
o prometernos poco a poco, lentamente. Sinceramente.
No sé si debíamos encontrarnos
o querernos con dificultad, como los posos de café.
No sé si pudimos encender otro sol
o si al final apagamos las estrellas.
No sé si quererte al otro lado del sofá
o fantasear con ser los protagonistas de nuestra película.
Nunca pude actuar; nunca escuché "¡Acción!".
Teníamos que elegir entre quitarnos la ropa o besarnos las heridas.
Elegir entre abrazo y promesa.
Elegir antes que me sujetes y seas la letra de mis versos
y no dejarte escapar y ser sólo otro nombre escrito a tinta roja en un poema perdido.
Teníamos que elegir entre ser pacientes o lanzarnos al vacío;
a quererte más y echarte de menos;
a no dejarlo estar ni darlo por supuesto.
Teníamos que elegir entre ser musa o amante.
Entre escusas o arruga.
Entre jardín o bosque.
Entre corazón o latido.
Entre azúcar o sal.
Teníamos que elegir antes de dejarte ir.
Y si hemos preferido buscarnos en vez de refugiarnos
es porque hemos alimentado el deseo.
La corrupción.
El desenfreno.
La pasión.
Recoge las cosas, que ya no llegas.
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Amores infames
RomanceCuerpos, delirios, sombras, susurros, desvelos... Historias. ¿Qué le hace cambiar a un poeta un amor equivocado? ¿Qué le hace sentir a un hombre unos labios sagaces y esporádicos? Adentrémenos en pieles. O, simplemente, en piel en sí.