Amantes del meridiano de Greenwich

144 15 11
                                    

Solo cuando mis manos ya no sean un tatuaje en tus piernas, ni las caricias rompan el silencio de la noche con el roce de piel a piel. Cuando nos cansemos de amanecer sin malas intenciones, como desgarrar las sábanas a tirones lascivos, o cuando ya no busque en el mapa de tu cuerpo la constelación que lleva mi nombre.

Solo cuando te despidas y ya no te eche de menos, cuando me pierda entre gente y me rinda en copas que embriaguen las ganas de gritarle al mundo cuánto he amado.

Entonces, cariño, sabremos que el momento de separarnos ha llegado, que hasta ahora todo ha sido bonito y cálido; pero descubriremos que hay valores mayores que lo bello y que allí dónde tuvimos nuestra fogata hoy solo hay invierno. Que, sabiendo que nunca se me dio bien decir "adiós", el corazón manda y dice un último "te quiero".

Cuando te marches, y el último paseo caduque a las seis, mi amor, renunciaré a intentarlo otra vez.

Amores infamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora