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Le eché un vistazo cautelosa nada más levantarme.

Me he convencido de una cosa ; Tiene el Sueño Despierto.

El virus provoca alucinaciones, quizás piensa que soy una asesina o algo, quien puede saberlo.

- Buenos días - saludó abriendo los ojos con la voz ronca y yo pegué un respingo. Enseguida volvió a cerrarlos - No me encuentro bien.

- Te revisaría la herida, pero no quiero que vuelvas a estrangularme - espeté con toda la frialdad posible.

Él se incorporó con un quejido y me miró con un rastro de culpabilidad.

- Yo..

- No. No quiero escuchar tus estúpidas disculpas - lo interrumpí y me senté frente a él, abriendo una lata de sardinas.

- Vas a hacerlo, hay muchas cosas que no sabes de mi. No quiero hacerte daño, te lo juro, no lo hago por voluntad - me aseguró, y solo por ese momento me permití creerle.

Le pasé la mitad de mi lata para que comiera un poco, y desayunamos en silencio por un buen rato.

- ¿ Quien es Emily ? - solté tras darle vueltas y vueltas en mi cabeza. Aún recordaba que lo había susurrado justo antes de que disparara.

- Mi hermana pequeña - su semblante se ensombreció, y no me atreví a seguir preguntando. Por suerte, él contestó sin necesidad de que yo insistiera - La perdí en el Ruido. Se... se parecía mucho a ti.

- ¿ A mi ? - me señalé a mi misma sorprendida.

- Si... la llamaba bolita. Todo en ella era redondeado ; sus ojos azules, su nariz, su boca, su cara... tenía muchas pecas salpicándole las mejillas. Para hacerla enfadar le decía que su cara parecía un puré de lentejas - sonrió con la mirada ida, como si ahora mismo la estuviera viendo - Tenía seis años.

- Gracias.. por compartirlo - asentí en su dirección sintiendo lástima por él.

- ¿ Tu familia ? - interrogó volviendo a tumbarse, y se me hizo más fácil contestar sin que sus ojos casi amarillos estuvieran clavados en mi.

- Mi madre murió en el Sueño Despierto. Papá se suicidó días después. Llevo meses sola.

Clavé la mirada en el suelo y rompí varias ramas para cortar el silencio.

Él no supo que decir para consolarme (no es que pudiera hacer algo)así que la conversación se dió por finalizada.

Pasamos así gran parte de la mañana.

Los dos apoyados en un árbol diferente, enfrentados , tratando de adivinar cosas del otro.

Cosas que no nos atrevíamos a preguntar por miedo a herir al otro.

Estado: FugitivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora