¡Bienvenidos a los septuagésimos cuartos Juegos del Hambre, y que la suerte esté siempre de vuestra parte!Se escuchó un cañonazo, y cual Katniss Everdeen corrí para salvar mi vida.
Me metí en uno de los miles de pasillos, y por suerte, nadie me seguía.
Respiré profundamente tratando de tranquilizarme, aunque sabía que no podría hacerlo hasta que estuviera bien lejos de allí.
Miré a mi alrededor, y sonreí al encontrar las latas de conserva tan cerca de mi.
Abrí mi vieja mochila, la misma que usaba para ir al colegio antes de que toda esta mierda pasara, y la rellené con las latas hasta la mitad de su capacidad.
La cerré y avancé por los pasillos sigilosamente en busca de otras cosas que no haya que cocinar y que sean fáciles de llevar. Metí una bolsa grande de doritos. Era consciente de que no era muy sano y que probablemente me vendría mejor coger alguna otra cosa, pero se me hacía imposible dejarlos allí. Supongo que algunos vicios nunca se quitan.
Decidí no cruzar por delante de la sección de chocolates. Ahora, eso es como la droga.
Puse un par de manzanas en los bolsillos laterales y busqué la única cosa que me faltaba ; el agua.
Podía escuchar los forcejeos desde ahí, así que apreté el mango de la pistola en mi mano y puse el dedo sobre el gatillo.
Eché una ojeada a la escena, en la que todos se pegaban entre ellos, como locos por obtener una de las botellas que quedaban en la nevera. Tan enzarzados estaban en derrotar a su contrincante que algunas de ellas rodaban por el suelo alejándose de ellos.
Sonreí astutamente y recolecté dos, tratando de no hacer ruido y escabulléndome lo más rápidamente posible.
Satisfecha y con toda mi comida recolectada, me di media vuelta para salir pitando de allí, cuando una voz se escuchó por encima del griterío.
- ¡ Todo el mundo quieto !
La voz me sonaba, así que miré entre los estantes de productos para ver quien era. Alex. Y no iba solo.
El tiroteo comenzó, aunque más bien era en un solo sentido.
Sabiendo lo que pretendían, eché a correr hacia la salida, pero me detuve bruscamente y me escondí al ver que uno de los Despiertos la vigilaba.
Mierda, mierda. Pensé mirando a mi alrededor. Vale, tranquila, solo tienes que llamar su atención.
Bien, ¿ y eso cómo se hace ?
Si quiero salir de aquí, tengo que encontrar la forma de que se aleje unos segundos de la puerta.
Si hago algún ruido, ¿ investigará que es lo que ocurre ?
Saqué dos móviles viejos del bolsillo interior de la mochila.
Eran de esos de prepago, los "tomé prestados" al principio de La Invasión porque son mucho más resistentes a los golpes y las baterías duran más tiempo que la mayoría de las nuevas tecnologías.Sopesé cual de ellos me gustaba menos. Escogí, y lo tiré por el suelo hacia el otro lado del stock.
Ahora solo tienes que llamar.
- ¿ Algún superviviente ? - preguntó uno de los tipos, el que tenía el flequillo de distinto color al del resto del pelo.
- ¡ Ninguno por aquí ! - se escuchó repetidas veces.
Con las manos temblorosas, tecleé mi propio número de teléfono en el móvil que me había quedado.
Lista para correr.
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Estado: Fugitivo
Science FictionNos llaman Despiertos. No somos solo humanos, ni solo alienígenas. Somos una mezcla, un híbrido. Hemos vivido como cualquier otro. Somos tus vecinos, tu profesor, tu mejor amigo.. Siempre hemos estado entre vosotros. Hasta que, tras La Invasión, nue...