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Hierro.

Abrí los ojos, parpadeando confusa. No recordaba haber caído inconsciente.

Pasé la lengua por mis labios. Sabía a hierro. Tenía sangre.

Cuando mi vista se aclaró, di un respingo sobresaltada.

Las cuatro manchas negras habían pasado a ser cuatro cuerpos.

- ¿ Dónde estamos ? - pregunté soplando sobre mis frías manos, casi segura de que no recibiría una respuesta.

- Norte de Europa - contestó uno con voz aburrida, para mi sorpresa - Rusia, para ser exactos.

- ¿ Por qué ? ¿ Qué hay en Rusia ?

Nadie contestó, cada uno parecía estar pensando en sus cosas.

Alex alzó la cabeza.

- Los últimos supervivientes de tu raza.

Aquello comenzó a hervirme la sangre.

- ¿¡ Tú raza ?! - escupí-¡ También es la tuya !

Él se levantó, y negó con la cabeza tranquilamente.

- No. Yo soy un híbrido. Mitad humano, mitad diones.

- ¿ Diones ?

- El planeta del que proceden parte de mis antepasados, tus "aliens". Dione.

- Que pronto olvidas cual es tu verdadera tierra - me burlé mirándole con odio.

- ¿ Llamas a esto hogar ? - rió acercándose.

- No entiendo porqué hacen esto.

- No tienes más que mirar los últimos años, preciosa - respondió el chico del pelo azul- avísame cuando encuentres algo bueno.

- La Tierra es un planeta muy hermoso. Y no se la daremos a quienes no saben apreciarla - continuó otro , que no levantó la vista para mirarme - los humanos, como especie, sois mucho más evolucionadas que el resto. Criaturas magníficas, muy parecidas a los dioneses. Como individuos, sois un asco. Asesinais a sangre fría, bombardeais, os apuñalais por la espalda.

- Pero no todos tenemos la culpa - les hice tratar de ver.

- Quizás no ahora. Vuestro mundo ya se desmoronaba antes de que llegáramos. Nososotros solo aceleramos el proceso.

Estado: FugitivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora