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Me desperté con el sonido de un motor.

- ¡ Llego tarde al colegio ! - grité sobresaltada.

Miré por la ventana mientras que me vestía, pero entonces los vi.

Despiertos.

Y me di cuenta de que yo no tenía trece años, de que ya no iba al instituto.

De que ya no tenía padre ni madre.

Me di cuenta de que estaba a punto de morir.

- ¡ HUMANA ! - gritó uno de ellos, el que parecía ser el jefe- ¡ TENEMOS LA CASA RODEADA !

He sido estúpida. Debí de haber supuesto que seguirían el rastro de la moto y me encontrarían.

Miré a mi alrededor histérica. Tenía que salir de aquí, y tenía que hacerlo ya.

Con prisa, cogí mi mochila de supervivencia y subí de tres en tres las escaleras del diván.

Seguramente tendría vigiladas la puerta principal y la trasera, pero no contarían con la trampilla del tejado.

Me colgué la mochila a la espalda y quité el cerrojo que tenía desde dentro.

Abrí las portezuelas de madera verde, y salí al exterior.

Respiré aire, sintiéndome liberada, como un ave a punto de volar.

Hasta que lo escuché.

Click ,clik.

El sonido de un arma siendo cargada.

- Un paso más, Melanie- dijo la voz que había aprendido a reconocer tan bien- Un solo paso más y estás muerta.

Estado: FugitivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora