IX. CIERRA LOS OJOS Y CUENTA HASTA TRES

64 12 4
                                    

La semana de exámenes finales se terminó, y Finny se sintió aliviado cuando vio que mis notas no bajaron por su culpa. Él se consideraba algo así como una distracción, aunque yo no compartía la misma opinión, Finny era mi persona especial y eso era suficiente para mí.

En el instituto Gram había una tradición, un tanto infantil, pero la mayoría de la comunidad estudiantil se divertía con ella. Dicha tradición consistía en hacer un festival, sí, así es, un festival de esos en los que cada clase tiene que bailar, cantar, actuar o cualquier otra cosa que los deje en ridículo. No me gustan los festivales porque me desagrada ser observado por muchas personas, soy algo tímido, pero Finny tenía la idea equivocada de mí, así que insistió en que participará en el festival, entonces cedí, además participar era obligatorio. Mi clase decidió participar con una rutina de baile grupal, Eita estaba ansioso por demostrar sus extraordinarias habilidades de baile, según sus propias palabras. Eita era demasiado extrovertido y yo no entendía cómo no se aburría al estar conmigo, quizá porque yo sólo escuchaba y él hablaba, así era nuestra supuesta relación amistosa.

— ¡Por aquí, Izan! — Finny sacudía su mano desde la entrada del instituto. Raion corrió a su encuentro y Finny lo recibió con un cálido abrazo.

— Lamento mi demora, el ensayo se prolongó más de lo planeado. ¿Llevas mucho tiempo esperando? — le revolví el cabello.

— No, hace poco llegué. — Finny sonrió y me dejo ver sus dientes blancos, pero casi de inmediato dejó de hacerlo y me miró como si se burlará de mí.

— ¿Qué sucede? — le pregunté ceñudo. — ¿Tengo algo en la cara?

Finny soltó una fuerte carcajada.

— No, en absoluto. — Se sobó el abdomen por reír tanto. — Pero... ¿No te gustaría tener algo en ella? — preguntó travieso. Sus ojos tenían aquel brillo atrevido que suelen tener cuando quiere seducirme.

— ¿Cómo qué? — Me gustaba seguirle el juego.

— Cierra los ojos y en un breve susurro cuenta hasta tres. — Evadió mi pregunta con una orden que no pude desobedecer.

— Uno... — inicié con la cuenta.

Aún sin verle, supe que Finny sonreía satisfecho.

— Dos. — mi corazón dio un vuelco cuando mis cuerdas vocales vibraron al decir el siguiente número. — Tres... — en ese instante, Finny me besó.

Sentir sus labios sobre los míos, era una sensación cálida y sutil, misma que hacía latir más rápido mi corazón. Con sólo un beso, era capaz de ver las estrellas, de viajar a través del universo y fundirme en la profundidad del cosmos.

— No deberían de hacer eso en público. — dijo Eita con la espalda recargada en la barda.

— ¿Acaso no tienes cosas que hacer? — Finny le dedicó una mirada asesina.

— Bueno, verás; me vuelves loco, no hay segundo en el que deje de pensar en ti. — contestó Eita al acercarse a nosotros.

— Me has provocado nauseas. — Finny infló sus mejillas y se apretó los labios fingiendo querer vomitar.

Todos los días era lo mismo, al ángel le gustaba molestar y el hibrido no se quedaba atrás.

YO MORIRÉ CONTIGO (En edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora