XI. ENCADENADO A TI

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En la escuela primaria, había una niña que me seguía a todas partes, su nombre era Tania. Todos mis compañeros le temían, por ser tan ruda y mal hablada, además había derrotado a varios niños de grados superiores en peleas, así que nadie se acercaba a ella. Tania siempre tenía las rodillas raspadas, le gustaba correr y jugar futbol, aun cuando todos le temían, yo no lo hacía. Ella me hacía sentir cómodo, además cuando sólo estábamos los dos, no hablaba de manera inadecuada, era graciosa, y curiosa, le fascinaba llevar ranas al salón para asustar a las niñas. Tania fue la primera en decirme que le gustaba, y de vez en cuando, recuerdo aquel día en el que la vi por última vez.

— ¿Qué es lo que estás leyendo? — me preguntó al sentarse a mi lado.

— La bella durmiente. — contesté, sin alejar la mirada del renglón.

— ¿Lo tomaste de la biblioteca del aula? — sus ojos castaños me miraron.

— No puedo leer si sigues hablando. — dije y la miré. Fue entonces cuando vi lo brillantes que eran sus ojos cuando la luz del sol los iluminaba.

— Ti-tienes razón, me mantendré callada. — subió los pies a la banca y pego sus muslos al abdomen.

El murmullo de los juegos, me resultaba nostálgico, no se lograba entender lo que querían decir.
Cambié de página, y la escena del príncipe combatiendo el dragón apareció. Tania miraba a unos niños jugar a "las atrapadas". No solíamos hablar mucho, creía que Tania estaba conmigo porque era el único que no le tenía miedo, en realidad me resultaba irrelevante, si ella era amable y no se volvía una molestia para mí, no tenía motivos para alejarme.

— Izan... — dijo en voz gradualmente tenue.

— Ya casi terminó, espera sólo un poco más. — a Tania le gustaba que le narrara lo que leía.

— Está bien. — bajó la mirada y recargó el rostro en sus rodillas.

— ¿Te sientes bien? — pregunté. Era extraño que cediera con tanta facilidad.

— Sí. — contestó. Le miré por unos segundos y después volví al libro.

— De acuerdo. — dije.

Tania no dijo nada, hasta que terminé de leer el libro.

— Quieres que te lo diga todo, ¿no es así? — pregunté al cerrar el libro.

— Debe de ser increíble tener a alguien que luche por ti. — Tania continuaba con la cabeza baja.

— Tal vez, el príncipe derrotó al dragón y rescató a la princesa, así que la protegió de pasar una eternidad durmiendo. Supongo que eso suena increíble. — le dije mientras contemplaba la portada del libro.

— ¡Yo también puedo ser así de increíble! — Tania levantó el rostro y me miró.

— ¿Puedes? — pregunté, ceñudo.

— ¡Sí! Yo te protegeré y me quedaré a tu lado, por siempre. — me miró casi suplicante y con las mejillas ruborizadas. — Me gustas y mucho, así que yo te protegeré. No tienes que decir algo ahora, puede ser mañana. Por ti esperaré pacientemente. — dijo levantándose. — Te veo más tarde, quiero jugar a "las atrapadas". — y sonriendo, se fue.

YO MORIRÉ CONTIGO (En edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora