Reto aceptado

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El desayuno de los sábados era muy especial para Charlotte, ella se sentaba junto a su nana en la mesa del jardín trasero de la casa. Ambas tomaban café o jugo de naranja, compartían galletas hechas por Rose desde muy temprano y también comían lo que se les antojara.
Por eso, esa misma mañana al levantarse Lottie tuvo la idea de contarle a su nana sobre Cameron, no es que su mejor amiga Helena no la ayudara, pero en este caso, necesitaba una opinión más madura. Sobre todo porque ella era como una madre, una que le hacía falta.
La pelirroja movía el pie debajo de la mesa, un tic nervioso demasiado delatador, sus manos jugaban con una galleta en forma de corazón, precisamente ese día Rose tuvo la idea de ser cursi y una vez más comprobó que el destino sí estaba en su contra.
-Lo mejor será que comas ese plato de fruta, la galleta se ha cansado de esperar a que te la comas -comentó Rose al verla tan distraída con la comida, sólo había llevado a su estómago dos trozos de fruta.
-Nana... Siento que si no hablo esto con alguien, dentro de poco estaré frustrada y terminaré en un psicólogo o en un manicomio.
La señora abrío los ojos de par en par con lo escuchado he imaginó lo peor.
-Habla, mi niña. Me pones nerviosa y me preocupas.
-Tranquila, nana. -Charlotte colocó ambas manos en las ajenas después de soltar finalmente la galleta- No es nada grave, estoy bien. Sólo necesito unos consejos...
-Adelante, te escucho -aquellas manos marcadas por la edad con algunas arrugas se deslizaron alrededor para cubrir las de Lottie.
-He conocido a un chico -Rose pudo soltar el aire que contenía al darse cuenta que estaba equivocada, uf, menos mal-. Tiene un bonito nombre, se llama Cameron. Es alegre, divertido, egocéntrico -rió al mencionar esa palabra-, dulce y simplemente tiene todo lo que yo quiero en un chico -soltó de un minuto a otro librándose de una carga pesada al guardarse para si misma sus pensamientos acerca de él.
-¿Eso quiere decir que ese chico te gusta, mi niña? -le acomodó maternalmente un mechón rojó que se movía a favor del aire frío, por fortuna no estaba nevando.
-Me atrae, nana. Cameron no es un chico popular como los de mi escuela, Cameron es Cameron, mi Cameron. Él me hace reír, se preocupa mucho por mí, he aprendido a quererlo -lo último lo dijo en un susurro por timidez.
-El corazón sabe lo que quiere y el amor es algo que no puede evitarse en nuestras vidas. Algunas veces duele, otras veces no, por fortuna. Pero cada cosa que sentimos nos hace sentir vivos, después de todo, somos humanos.
Lottie esbozó una pequeña sonrisa mirando a Rose con atención. Si ella fuese un personaje de todos los libros que ha leído, sería una bruja sabia de cientos de años.
-No puedo negarlo, con Theo llegué a sentirme decaída, molesta, triste, feliz, emocionada, pero al fin y al cabo viva. Pero nana, esto es diferente, Cameron no vive aquí. Miles de kilómetros de distancia nos separan.
La mujer no protestó; durante varios días había notado algo extraño en el comportamiento de la chica, se le veía mucho más contenta y animada, por lo que dedujo que algún chico llegó a su vida o aún estaba tocando las puertas de su corazón.
-El amor se da de muchas maneras, busca el camino hasta llegar a ti. Si tú crees que ese chico te hace bien, sigue adelante -soltó las manos de la joven para beber otro sorbo del café caliente.
-Me sorprende todo esto, es decir, no lo conozco en persona y me ha hecho sentir miles de cosas a la vez. Es increíble cómo alguien puede hacer eso sin tocarte -las mejillas de Lottie se tornaron algo rojas.
-Así es como debería ser el amor, así es como cada pareja debería sentir. El amor a distancia es igual de hermoso, lo vas a ir descubriendo poco a poco. Si se pertenecen, pasarán cualquier obstáculo y los kilómetros se harán menos.
La pelirroja siguió comiendo, su nana no comentó más del tema, solía decir lo justo para cada persona que se acercara a ella por consejos. Una razón más para que sea una sabia.

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Cameron Duncan
En línea

¡Bueeeeen domingo, mi Char! 😀

¡Oh! Al fin alguien ha decidido
escribirme hasta la tarde.

Kilómetros [En pausa y en edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora