Sólo restan veinticuatro horas para que llegue la fecha que tanto esperaba: veintiséis de febrero. Aunque ahora sólo me parece un chiste cruel, uno que se trata sobre mí llorando todas las noches por la rabia y la impotencia que amenazan con consumirme. Cada minuto que transcurre es como un filoso cuchillo que se incrusta en mi pecho, lastimándome. El tic tac del reloj me enloquece, me enfurece, me... destroza. Entre más se acerca el día, más me desespero. Siento unas inmensas ganas de desaparecer. Quisiera poder ocultarme debajo de una roca hasta que el dolor se desvanezca y el nombre de Hugo no me importe. Sólo deseo que el dolor se vaya junto con la miseria.
El juego que creé para divertirme terminó dando media vuelta, utilizándome a mí como marioneta y a Hugo como ventrílocuo. Creí estar jugando con los sentimientos de un chico grandioso, pero fue él quien jugó mejor y me destrozó con agilidad. No supe descifrar su cara de póquer ni develar sus turbias intenciones. Hugo ganó en el juego que yo inventé.
Me destrozó el chico que fingió quererme.
Observo el techo blanco de mi habitación mientras continúo repasando el último mensaje que Hugo me escribió. Gracias a él descubrí que a veces las palabras duelen más que un golpe o una acción. Una simple combinación de letras puede destruirte: Todo fue una mentira. Quiero responder su mensaje, decirle que es un completo idiota y que espero que se pudra en el infierno, pero entonces recuerdo que ambos fingíamos ser una persona que no somos. El dilema es que yo sí me enamoré de él, a pesar de la distancia y los problemas que ello conlleva.
Me enamoré por primera vez y me fallaron. ¿Realmente así es como se siente un corazón roto? La tristeza golpea mi pecho con cada latido. Una lágrima es como una gota de dolor que resbala por mi mejilla. Mi respiración es pesada, me oprime las costillas en cada exhalación. Todo me parece de un patético color grisáceo. ¿Es que acaso me sentiré así por siempre?
Abrazo con fuerza al peluche más cercano cuando recuerdo los seis meses que "compartí" con Hugo. Recuerdo cada una de las noches hablando con él hasta que alguno de los dos se quedaba dormido; las llamadas telefónicas que aparentaban nunca terminar, pues teníamos tantas cosas que contarnos; los mensajes de texto que a veces sólo eran dos simples palabras, pero muy significativas: te quiero.
-¿Te quiero? -pregunto en voz baja-. ¡Te quiero romper la cara, idiota!
Me levanto de la cama a tropezones, indignada por las viles mentiras que Hugo me dijo durante seis largos meses. Sí, también fui una mentirosa, pero fui sincera respecto a mis sentimientos, y no pretendo quedarme a llorar más días en la cama mientras él anda por ahí feliz de la vida con su fea novia de trasero flácido.
-Ojalá te pudras en el infierno, Hugo -digo con los dientes apretados.
Enciendo la computadora con una sola misión en la mente. Cuando el sistema termina de cargarse entro al navegador, tecleo el URL de Facebook e inicio sesión con el perfil de Julia. Como de costumbre, las tres casillas están marcadas por el número máximo posible de solicitudes, mensajes y notificaciones, pero no estoy de humor para aceptar a nadie. Sin embargo, por un descuido de mis manos, presiono el recuadro que indica las solicitudes de amistad, y siento que el corazón se me detiene un segundo que se alarga cerca de la eternidad. El primer y único perfil que consigo centrar en mi mente es el de Hugo Ramírez.
El nombre me golpea con fuerza en el pecho, ocasionando que ahogue un grito de terror. Debe ser una jodida broma por parte de alguien malvado, o una alucinación por parte de mi mente. Respiro profundo antes de encontrar el valor suficiente para entrar al perfil. Las manos me tiemblan cuando la página comienza a cargarse. De nuevo respiro hondo en un vano intento por controlar mis alterados nervios. El perfil se despliega y me encuentro con la sorpresa de que fue creado hace una semana. ¿Qué rayos? Entro en la foto de perfil y sólo tiene dos me gusta, en sus amigos sólo figuran diecisiete personas, y no hay ninguna otra fotografía.
ESTÁS LEYENDO
A través de una fotografía
Novela JuvenilLuego de ver el programa Catfish, Alejandra Castillo encuentra un nuevo pasatiempo: jugar con las personas por internet. Para ello, roba las fotografías de su guapísima vecina Miranda, y se hace pasar por una súper modelo llamada Julia Gentilleau, y...