Los Recuerdos No Llenan el Vacío

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Llegamos a la casa de York, esa casa donde pase mi infancia o una parte de ella al lado de mis padres, cuando aún desconocía lo que era la muerte y la amargura que viene con ella, la tristeza insoportable. Pero ahora estoy aquí con una tristeza parecida, un sentimiento que apenas si puedo controlar dentro de mí; al llegar, Dilan nos ayudó a bajar las maletas, abrí la puerta con el juego de llaves que mi hermano me envío con Sebastian la vez que fue a Londres, nos despedimos del señor Hutson mientras vemos como se aleja la camioneta de nosotras, entramos a la casa junto con las maletas.

Cerramos la puerta tras nosotras y a la vez grite un "¡Ya llegue!" pero nadie contesto, ni señas de la servidumbre se ven. Terminamos subiendo las maletas a nuestros respectivos cuartos, para nuestra suerte mi hermano le coloco un cartel con nuestro nombre a fuera de la puerta de cada habitación, proseguí con acomodar algo de mi ropa en el closet, me quedaré un mes por aquí así que no puedo tener para siempre la ropa en la maleta, al pasar un tiempo y ver que no llega mi hermano o Atzura termine bajando a la sala junto con Lluvia y llamarle por teléfono.

=Llamada Telefónica=

Nicolas: Atzura ¿Pasa algo? – extrañado.

Jade: soy yo, Jade – alegre.

Nicolas: ¡pequeña! ¿Cómo están? ¿Llegaron bien? – muy alegre.

Jade: si llegamos bien hermano, pero, no hay nadie en casa.

Nicolas: no te preocupes, a esta hora no hay nadie, es normal – ríe – la servidumbre solo esta hasta las 3:00pm y mi esposa llega a las 5:00pm. Esta tomando un curso de repostería, yo voy a llegar... como a esa hora así que estarán solas un rato. Pero tranquilas es un vecindario muy seguro – lo dice muy normal.

Jade: Ya veo – se mofa para asimilar la situación – bueno no importa, te veo al rato.

Nicolas: si hasta luego. Te quiero hermanita, adiós – cuelga.

Después de colgar el teléfono mire a Lluvia y le termine explicando todo. Las dos morimos de hambre, terminamos saliendo a comprar un poco de comida, al regresar nos sentamos en el comedor comiendo lo comprado, al quedar satisfechas empezamos a platicar de algunas tonterías y temas que solo entendemos nosotras, sin querer llegamos a un tema que me tortura desde aquel día en el hospital.

- Estuvo muy delicioso – comenta la bioquímica.

- Si me encanto comer, ya me moría de hambre – sonríe la periodista.

- ¿Te acuerdas de aquel día en el hospital? – la de los caireles asiente - ¿Me podrías decir que dijo Sebastian? O ¿Porque me cambiaste el tema ese día? – ruega.

- ¿En verdad quieres saberlo? – preocupada.

- Si Lluvia, necesito saber... aun que eso me destruya – decidida.

Respira profundo – esta bien Jade, pero... es algo muy... mejor te lo digo – la mira a los ojos – lo que Sebas dijo fue que... seria mejor, para tu bien, que el... - lo dice en un tono de preocupación – se aleje para siempre, ya no te busque, ni te llame o cualquier contacto. Así tu estarás mejor, por que dice que... el solo te causa problemas muy graves. En resumen el se alejará de ti para evitarte sufrimiento.

- ¡Que! – se le corta la voz – pero... yo... no quiero – las lagrimas salen de sus ojos.

- Jade no llores. Todos tratamos de hablar con el por teléfono, o mensajes y tratar de que viera que su idea es un estupidez – la abraza – pero – se separan – el medico esta aferrado a su idea, ya no quiere lastimarte más – empática.

Un Secreto sin Guardar 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora