CAPITULO 4.

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Encendí un cigarrillo y me senté en las escaleras, esperando a ver si llegaba alguien. Habían pasado dos días completos sin ver ni saber nada de Tania. Lo cual me preocupaba un poco, así nunca avanzaría con ella. Nunca imagine que seria tan difícil acercarme a esa niña. No era consciente del tiempo que había estado ahí sentado. A lo lejos vi a Julieta y detrás de ella a Tania, sonreí y no sabía por qué. Me levanté para ayudar a Julieta que traía cargando unas bolsas del súper, fingí no ver a la niña y ella puso los ojos en blanco. Julieta me miro y después a su amiga,

- ¡Ah!, hola Tania - le dije, pero ella no me contesto. Julieta le quito dos bolsas, saco una llave de la bolsa trasera de sus jeans, la introdujo en la cerradura de la puerta principal y entraron a la casa. Julieta subió a su cuarto dejándome a solas con Tania. 

- Dos veces - le dije y me miro confundida - me has dejado hablando soló dos veces - hizo un gesto con la cabeza indicándome que ya sabía de lo que hablaba. No dijo nada. - ¿Acaso tu solo abres la boca para insultarme? - levanto las cejas y una sonrisa irónica se dibujo en su rostro. Pasando a mi lado salio de la cocina y la seguí. A llegar al corredor la puerta principal se abrió y aparecieron mi hermana y Fabián. Catalina miro a Tania de arriba hacia abajo.

- Alex ¿qué haces aquí con está? - Tania no apartó su mirada de mi hermana parecía ¿asustada?

- Está como tu la llamas es mi amiga y tiene nombre, Tania, se llama Tania - dijo Julieta apareciendo en las escaleras. Siempre he sabido que Julieta y Catalina no se llevaban nada bien. Ambas se miraron y mi hermana le regalo la sonrisa más falsa que jamas había visto - mejor dime ¿qué haces tu aquí? - antes de que ella dijera algo Fabián tiro de su brazo llevándosela de ahí, subí las escaleras detrás de ellos.

- ¿Qué fue eso Catalina? - le dije un poco molesto

- Ya sabes que yo no le caigo bien a Julieta - dijo ella muy tranquila

- No, no me refiero a Julieta - hice una pausa y me asome por la barandilla para buscar a Tania - hablo de la otra chica

- Ah esa, pues no me cae bien - frunció el ceño - es la zorra de la que te he hablado

- ¿Cómo? - Fabián intervino - Tania no es una zorra - dijo remarcando la palabra.

- Venga, ahora los dos se van a poner a defenderla - se cruzó de brazos y nos miró.

-¿De la que me has hablado?, ¿cuándo? - no recuerdo que Catalina la mencionara nunca.

- A no, fue a papá a quien le hable de ella - enarqué una ceja. Claro aquella vez, todo coincidía. La rodilla lastimada de Tania, curiosamente fue el día que oí a mi hermana hablando con su padre.

- Fuiste tú quien provoco que Tania se cayera y se lastimara la rodilla ¿verdad? - la mire con los ojos entrecerrados. Ella se encogió de hombros como diciendo ''si, yo fui''. Me aleje sin dejar de mirarla.

- ¿Ahora iras a consolarla? - se burlo.

- No, iré a preguntarle que fue lo que te hizo para que la odies - Catalina abrió unos ojos como platos, la vi aproximarse a mí corriendo pero Fabián la detuvo.

- Eres un idiota Alexander - chillo

- Y tu una odiosa hija de papi - baje las escaleras pero cuando llegue a la planta baja no vi ni a Julieta ni a Tania, quizá salieron. En realidad no me molestaba mucho lo que mi hermana le hizo a Tania, lo que si me enfurecía es que Catalina se comportara de esa manera, detesto a las niñas que son así y desgraciadamente yo tenia una igual en casa. A parte de que eso arruinaría mis planes con Tania. Si Catalina seguía comportándose así con ella, nunca accedería a que me le acercara. De alguna manera debía hacer que Catalina apaciguara su coraje con la niña. Lo cual probablemente sería muy difícil, cuando a mi hermanita no le cae bien alguien, no duda en hacérselo saber.

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