Se oía un alboroto en la planta baja, mire mí reloj que marcaba las ocho de la mañana. Las tres mujeres que habitaban en la misma casa que yo ya estaban levantadas.No las culpaba, las mujeres siempre tardan horas arreglándose y ellas tenían que ir al salón de belleza. Tanto alboroto por una fiesta. Yo por mi parte no tenía de qué preocuparme, programe mi alarma para levantarme a medio día. Odiaba madrugar, eso no era lo mío. Después de todo no tenía mucho por hacer, bañarme y arreglarme. Con Sara había quedado hasta las dos de la tarde.
Cerré los ojos nuevamente. De pronto me vi entrando al jardín en donde se llevaría a cabo la fiesta. Toda la gente se veía muy elegante. En el centro había una enorme carpa, entré acompañado de Sara a quien no recordaba haber recogido, pasé por alto aquello. Me quedé un poco sorprendido al ver lo bien que habían adornado el interior, mesas con manteles blancos por todos lados. Las sillas también estaban cubiertas del mismo modo pero están tenían una cinta dorada que terminaba en un moño en la parte trasera. Sara y yo tomamos asiento en una de las mesas del centro, la demás gente también ocupo su lugar, la fiesta iba a comenzar. Eleazar y Sonia presentaron a Julieta, ella salio por una puerta, llevaba un vestido que se ceñía un poco a su cuerpo, era corto a juego con el color de las cintas de las sillas y los finos tirantes dejaban ver sus delicados hombros. Debo aceptar que se veía bien. Julieta tomo el micrófono y comenzó a hablar. Dios que patético era todo, sí, la niña solo cumple trece años. Fruncí el ceño, me arrepentí de estar allí. Para distraerme juguetee con los bordes del mantel, no había visto que estaban tejidos. Sara dijo algo pero no le preste atención. Mí corazón amenazaba con salirse del pecho, al levantar la cara vi a Tania, llevaba un vestido negro que le cubría hasta las rodillas, a pesar de ser un poco largo a ella se le veía bien. No era escotado pero aun así remarcaba un poco sus senos. Estaba tan concentrado en ella que no advertí a la persona que estaba junto a ella. Era Ivan, me levante de la silla de un salto y camine hacia ellos pero me detuve en seco al ver que Tania lo beso en los labios. El la tomo de la mano conduciéndola hacia una mesa cercana al escenario. Pasaron junto a mi y Tania ni siquiera volteo a verme.
<No, no esto no puede estar pasando no>
El ruido de mi alarma me sobresalto, desperté agitado. Pero qué fue eso. Un mal sueño, mi consciencia no me dejaba tranquilo por haberle mentido a Tania. Una vez le prometí que jamas lo haría y ahí estaba yo como el gran tarado que era rompiendo mi promesa. Solo esperaba que aquella pesadilla no fuera una advertencia. Me metí al baño, estuve más de media hora bajo la regadera con la esperanza de que el agua me ayudara a tranquilizarme pero fracase.
Me vestí y perfume, antes de bajar a la cocina me mire en el espejo. No me gustaba usar traje, ese no era mi estilo, pero para ser sincero no estaba nada mal.
La casa estaba sola, mi madre y mis hermanas ya se habían ido al salón de belleza. Pasaban de la una de la tarde, aun tenía tiempo de sobra. Busque algo de comer en el refrigerador pero no había nada. Vaya, cogí una manzana, la lave y me la comí. Encendí el televisor pero no había nada bueno para ver. Así que mejor tome mis llaves y mi celular, en vista de que no tenía nada bueno que hacer preferí llegar temprano a la casa de Sara.
Camine despacio, su casa estaba a unas cuantas calles. Al llegar me recibió Selene, se veía muy bonita pero no me quede mirándola más de un minuto. Ella sonrió y me invito a pasar.
- No ha de tardar en bajar, ya estaba terminando de arreglarse - asentí antes de que Selene se marchara. Me senté en el sofá a esperar mientas miraba los retratos de la familia que adornaban la estancia. Oí voces en el corredor, las reconocí de inmediato. Eran Sara y su padre. Me acerque un poco al escuchar mi nombre.
- Que si papá, ya te dije que necesito tiempo - Sara se escuchaba molesta
- Pues date prisa, porque no pienso quedarme en la calle - fue lo único que escuche. Lo que no entendía era qué tenía yo que ver en aquello. Regrese al sofá al notar que Sara se acercaba. Me miro y sonrío nerviosa. Ahogue una exclamación. Mi amiga se veía hermosa con aquel vestido rojo. Era corto; lo que permitía admirar sus bonitas piernas. Algunas veces había oído a Katya decir que los zapatos de tacón moldeaban la figura de las mujeres y en efecto así era. La mire de arriba hacia abajo, pero no lo hice con morbo sino con admiración. Estábamos en una época en donde las niñas comenzaban a crecer y desarrollarse a partir de los once o doce años. Me levante del sofá para acercarme a ella. Bese su mejilla derecha y ella se sonrojo.
Quería preguntarle acerca de lo que escuche pero preferí no hacerlo, ya después habría tiempo para sacar el tema.
El chófer condujo por un sendero de grava lleno de coches estacionados. Desde la entrada se podía leer en letras grandes Jardín "El imperio". Llegamos y ayude a Sara a que bajara del auto, le ofrecí mi brazo y ella lo acepto sonriente. En la puerta un hombre alto y robusto era el encargado de confirmar la asistencia de los invitados. Sara saco la invitación de su bolso y se la entrego, el hombre asintió abriendo la puerta para que pudiéramos entrar. El jardín era enorme, los meseros deambulaban por todos lados con charolas en las manos, uno de ellos se acerco a mi ofreciéndole una copa pero la rechace.
- Ventajas de aparentar más edad - se mofo Sara, sonreí ante su comentario. Caminamos por un pequeño sendero de piedras que conducía al interior del lugar. Me sentía incomodo, y un poco preocupado. Algo en mi interior me avisaba que algo pasaría. El vello se me erizo al ver una carpa igual a la de mi sueño situada en el centro del jardín. Era enorme. Sara estaba a mi lado aferrada a mi brazo del mismo modo que en la pesadilla. Dios, demasiada coincidencia. No quería entrar, pero Sara tiro de mi haciéndome caminar.
- Sara, aquí están hija - Caroline, la mamá de Sara se acerco a nosotros. Lo cual agradecí. Me saludo antes de continuar - tu papá te esta buscando, quiere que conozcas a unas personas - Sara me miro preguntándome en silencio si yo quería ir. Asentí. Caminamos detrás de Caroline. Nos detuvimos junto a un pequeño grupo de hombres y mujeres entre los que se encontraba Emiliano.
Los ojos de éste brillaron en cuanto noto que su hija y yo estábamos presentes.
- Señores, quiero que conozcan a mi hija menor, Sara - ella me soltó del brazo para acercarse a su padre. Hombres y mujeres besaron su mejilla en señal de saludo. - Y también - continuo Emiliano - quiero presentarles a Alexander, el apuesto novio de Sara - ¡¿Qué?! mire a Sara que también parecía sorprendida por lo que su padre acababa de decir. Emiliano rodeo mis hombros con un brazo incitándome a acercarme. Sara volvió a colocarse junto a mi, los amigos de su padre nos miraban sonrientes. Quería patearle la cara al papá de Sara por haber dicho esa estúpida mentira. En cuanto sus amiguitos se marcharan le dejaría muy claro a Emiliano que su hija y yo solo eramos amigos. Mientras eso pasaba me obligue a sonreír. Sara me beso en los labios y mi sonrisa se desvaneció, me aparte de ella con los ojos muy abiertos. Ella supo leer mi expresión y en silencio me suplico que le siguiera el juego. Suspire.
Desvíe la vista y sentí que el aire me faltaba al clavar mi mirada en un par de ojos inundados en lagrimas. Tania estaba a escasos centímetros presenciando la escena. Quería que la tierra me tragara, maldición aquello no estaba sucediendo. Tania reacciono, corrió alejándose de aquel lugar. Los amigos de Emiliano no dejaban de hablar, pero me importo un carajo y corrí detrás de ella, Julieta grito que la dejara, que no fuera pero la mande al diablo. Perdí de vista a Tania, no sabia adonde se había metido. Me maldije una y otra vez, sabia que algo iba a pasar. Mi pesadilla se estaba haciendo realidad solo que en este caso era Tania quien tenia el alma hecha pedazos... O eso crei. Camine sin rumbo, no conocía aquel maldito lugar. Llegue al área donde se encontraban los sanitarios, pude reconocer la voz de Fabián más sin embargo no entendía lo que decía. Pensé en que tal vez estaba con Tania, y no me equivoque. Al doblar la esquina los vi, las manos de Tania eran sostenidas por la de Fabián, estaban más cerca de lo normal. Tania me vio, el desprecio mezclado con dolor nublo su mirada.
-SÍ, si quiero – me acerque un poco más y un puñal me atravesó el pecho cuando Tania y mi mejor amigo se besaron. La pregunta que Fabián le había hecho a Tania era más que obvia. Retrocedí poco a poco. Mire con odio a la chica que tenia frente a mí. Sabia que había aceptado a Fabián por despecho, por lo que vio. Pero no me dejo explicarle, no me dejo contarle lo que en realidad estaba pasando con Sara. Sí, le había mentido pero lo que ella hizo fue aun más ruin y después de lo que yo acababa de ver no me quedaron ganas de explicarle nada.
Si Tania estaba segura de lo que hacia entonces yo respetaría su decisión.
Patético, esa era la palabra que me describía. Yo herido por una mujer pero que idiota era, deje de ser lo que era por una tipa que no lo merecía. Creía que Tania era esa flor hermosa que no cualquier jardín merecía tener. Pensé que había lastimado a Tania y resulta que no fue así. Al primer tropiezo que tuve se lanzo a los brazos de otro.
Salí de aquel maldito lugar, sin importarme nada ni nadie. Limpie una lagrima que se me había escapado y corrí, corrí lo más dejos de todo y de todos. Lo más lejos de ella.
Y jure que la haría pagar, jure que le haría tanto daño a Tania que odiaría el día que me conoció.

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Hecho para ti
Teen FictionAlexander es un chico de trece años, criado entre golpes, gritos y malos tratos. Durante años soporto el desprecio de su padre. Hasta que encontró una manera de escapar de aquel infierno. Paulina, su amiga de toda la vida y actual novia tuvo que mud...