CAPITULO 12.

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Pase por una vinatería barata y compre una botella de whisky, el cajero me miro ceñudo cuando puse la botella en el mostrador.

- ¿Qué me miras? - grite. El hombre no dijo nada, me cobro y salí de ahí lo más rápido que pude, destape la botella y le di un trago. El alcohol quemo mi garganta, una sensación que echaba tanto de menos. Me maldije por sentirme tan bien de esa forma, tantos meses absteniéndome de beber y por una tontería recaí. Aquel no era yo, el Alexander de antes tomaba por gusto, no por dolor.

Pensé en regresar a casa pero mi madre o mis hermanas estarían allí, así que mejor tome otro rumbo. Analice mis opciones, no tenia muchas pero me decidí por la más fácil. Llegue a mi destino, Carina tardo solo un par de minutos en salir.

- Pero a quién tenemos aquí - se cruzo de brazos y me miro de arriba hacia abajo, sonrió de medio lado y me invito a pasar. Nada más cerrar la puerta me abalance sobre ella. La bese, ella me correspondió y fuimos a su habitación. Con desesperación desabrocho los botones de mi camisa, me deshice del cinturón y luego del pantalón. En cuestión de minutos ambos estábamos completamente desnudos. La necesitaba, necesitaba olvidarme de todo y solo estando dentro de ella lo conseguiría. Cerré los ojos pensando solo en lo bien que me sentaba estar con Carina, pero mis intentos por hacerle el amor de una manera lenta y delicada fracasaron. Abrí los ojos otra vez y me encontré con lo peor que pudiera ver jamás, ya no era Carina a quien tenia frente a mí, sino Tania. Trague saliva acelerando el ritmo. Mis embestidas eran bruscas, lastimaba a la chica que estaba tumbada en la cama debajo de mí. El dolor y el alcohol me estaban jugando una mala broma, me repetía una y otra vez que no era Tania pero abría los ojos y la veía a ella mirándome con ojos burlones. No era consciente del daño que le hacia, yo seguía moviendo las caderas penetrándola cada vez más fuerte.

- Para Alex, me haces daño - chillo Carina, su voz me hizo reaccionar. Me detuve enseguida. Dios, qué estaba pasando. Carina se incorporo mirándome furiosa, de un salto bajo de la cama y se encerró en el baño. Tumbado en la cama la escuche sollozar, me incorpore y al apoyar una mano en el lado de la cama en donde había estado Carina hacia unos minutos, sentí la humedad. Mire alarmado, había sangre. Maldición si que le había hecho daño. Cogí mi ropa vistiéndome con rapidez, Carina aun no salia del servicio pero su llanto había cesado. Toque la puerta un par de veces pero no me contesto, espere unos minutos más para ver si salia. Nada.

- Carina yo...

- Lárgate - me interrumpió. No tenia derecho a exigirle que saliera, le había hecho daño y todo gracias a Tania. Eso me hizo enfurecer, esa niña era la culpable de más de la mitad de mis desgracias. No dije nada más, tenia que dejar que Carina se calmara, ya después la buscaría para hablar con ella y pedirle una disculpa por lo bruto que había sido.



Esperaba a Catalina parado en el mismo lugar de siempre mientras fumaba un cigarrillo. Aun no podía olvidar el suceso del sábado, todo el fin de semana estuve pensando solo en ello y el recuerdo se hizo más fuerte cuando la vi salir, ahí estaba tan sonriente como siempre. Esa maldita sonrisa que un día llegue a adorar y que después de aquello odiaba, la odiaba tanto como a Tania. La acompañaba su amiga, la chica rubia de ojos verdes con quien siempre estaba. No aparte la mirada de ella esperando a que sintiera que la veía y volteara, pero no lo hizo. Tania se quedo sola parada junto a un poste de luz esperando a... Fabián se acerco y con un beso en la mejilla la hizo sonreír. ¿A qué hora comencé a caminar? No lo se, llegue hasta a ellos, Tania estaba de espaldas por esa razón no advirtió mi presencia. Metí las manos en los bolsillos de mi pantalón y me recargue en el mismo parte donde había estado Tania esperando a su novio. Hice una mueca disgustado, aún me costaba aceptar que Fabián me la había quitado. Pero que idiota, él no me la quito porque Tania nunca fue mía.

- Hola Alex - dijo mi amigo, Tania se giro clavando su mirada en mí. Sus pupilas se dilataron, estaba nerviosa lo sabia.

- Hola Tania - dije pasando por alto el saludo de Fabián, ella aparto la mirada de mí con las mejillas encendidas. Sonreí divertido con la situación, la niña solo hizo un gesto con la cabeza sin decir nada. Fabián la abrazo y mis hombros se tensaron, quería odiarla lo suficiente como para que dejara de importarme verlos tan juntos. Pero eso me llevaría tiempo.

- Podemos irnos - dijo ella casi en un susurro. Su novio asintió despidiéndose de mí con la mano. Tania no volvió a mirarme.

Catalina paso junto a mi furiosa, claro estaba que los había visto. La tome por la cintura evitando que continuara avanzando, forcejeamos pero mí fuerza era mayor a la de ella así que sus intentos por safarse eran inútiles. Había detenido a Catalina en ese momento, pero no podría hacer nada dentro del colegio, mi hermana le haría la vida imposible a Tania, eso podía jurarlo. Catalina no se quedaría de brazos cruzados y me molestaba saberlo. Pelearse por un chico, era patético. Mi hermana era muy bonita, bien podía tener a cualquier tipo a su lado.

Sus ojos color caramelo se inundaron en lágrimas, sabia que no eran lágrimas de dolor sino de coraje, mi hermana odiaba a Tania ¿por qué? no lo sé.

- Fabián no puede estar con esa tarada - dijo entre sollozos cuando la hice girar hacia mi - no puede, con ella no - abrace a mi hermana. Claro que no podían estar juntos.

- No te preocupes que no durara mucho - susurré en su oído.

Y vaya que lo decía en serio, el gustito de Tania no le seria eterno y de eso me encargaría yo. Aunque no estaba muy seguro de cómo lo haría, ya que tenía claro que si Tania estaba con Fabián era por despecho y separarla de él no surtiría el efecto que yo esperaba. Maldición, eso me recordaba que a pesar de las cosas que Tania y yo ya habíamos pasado juntos, no la conocía lo suficiente como para saber cuál era su debilidad.

¿Por qué me sentía así? Desde que esa niña apareció la clase de sentimientos que yo conocía había desaparecido siendo sustituidos por otros que creí nunca conocería. Muchas veces me había planteado alejarme de esa niña, eramos tóxicos el uno para el otro, pero claro estaba que ninguno de los dos queríamos aceptarlo.

¿De verdad Tania me quería? Sinceramente no lo sabia y siendo realista eso era un poco absurdo. Tania era solo una niña de doce años y aunque yo no era más que un año mayor, la vida que mi padre nos brindo por años y la vida que yo decidí llevar me enseñaron a ver las cosas de una manera diferente, a vivir el momento y olvidarme de lo demás. Crecí demasiado rápido, mi infancia fue arruinada por un monstruo.

Dios, de verdad quería odiarla; pero algo me lo impedía, ella me había hecho recordar que tenia un corazón, aunque de igual forma también había revivido un sentimiento que creí haber enterrado tiempo atrás, un sentimiento llamado dolor. Dolor que por más que intentaba reemplazar por enojo no podía, esa vez no funciono.

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