Faltaban solo dos días para la "grandiosa fiesta" mi familia también estaba invitada. Mi madre me iba a volver loco, durante toda la semana no dejo de dar la lata diciéndome que tenía que comprar un traje. El dichoso evento era de gala. Cómo no. Julieta era la única hija de Eleazar y Sonia que vivía con ellos; motivo suficiente para consentirla. El jueves por fin accedí a la peticiones de mi madre, Katya me acompaño ella también compro su vestido, el cual tardo horas buscando. Esa era una de las razones por la cual agradecía ser hombre. Las mujeres siempre se complicaban la vida buscando el vestido, zapatos y tocado perfectos. Mi hermana entró a todas las tiendas que se encontraban abiertas, se probó mil vestidos pero ninguno le agrado lo suficiente para llevárselo. Era absurdo, Katya era hermosa, alta y delgada, en mi opinión todos estaban hechos a su medida, la hacían lucir increíble y no lo decía solo porque fuera mi hermana.
Dimos vueltas por todos lados hasta que encontramos una enorme tienda repleta de vestidos y zapatos. Ya me sentía cansado y con hambre, pero casi nunca convivía con mi hermana mayor así que preferí sentarme frente a los probadores esperando a que Katya saliera y me mostrara un vestido diferente cada dos minutos.
Katya modelaba frente a mí un vestido de cóctel color durazno, ni muy largo ni muy corto . Sus hombros quedaban al descubierto, un velo transparente caía sobre la falda y un moño acompañado de un listón de un color más subido adornaba la cinturilla. Los zapatos eran negros con brillantina plateada. Se veía hermosa.
- Ese - dije muy sonriente. Ella asintió con la cabeza y llamo a la señorita que la atendía para hacer el pedido. Por ultimo fuimos a comprar mi atuendo, nada especial. Me decidí por un traje azul marino, una camisa azul más claro, corbata gris y zapatos negros.
Regrese más que agotado a casa, después de comprar fuimos a cenar. Eran más de las diez de la noche, ya todos dormían. Me metí a bañar, ya bajo el agua los músculos se me relajaron, me quede más tiempo bajo la regadera. El sonido de un vidrio haciéndose añicos me sobresalto, el ruido provenía de la planta baja, pensé en que alguien había entrado a robar. Me alarme mucho y no por lo que se pudieran llevar, sino por el simple hecho de imaginar que pudieran lastimar a mi madre o a mis hermanas. Salí de la ducha y me puse un pantalón de pijama lo más rápido que pude, salí al corredor nadie se había despertado. Baje sigilosamente las escaleras para no advertir al ladrón de mi presencia.
<Crash> otro vidrio roto. El intruso se encontraba en la cocina. Tome el bat que siempre teníamos bajo las escaleras por prevención a ese tipo de cosas.
- Alex ¿qué pasa? - susurró Katya mientras ataba la cinta de su bata.
- Quédate aquí - le ordene, ni loco la expondría.
Llegue al umbral de la puerta de la cocina, poco a poco me fui adentrando, podía ver al malnacido. Estaba arrodillado de espaldas a mí, levante el bat con toda la intención de molerlo a golpes pero la luz de la cocina se encendió y pude reconocer al hombre que estaba ahí. La sangre me heló en las venas al ver a Fernando. Él reacciono levantándose de un salto. Apreté los dientes furioso al ver que se tambaleaba, el infeliz estaba borracho. Me quede mirándolo fijamente, hacia tanto tiempo no lo veía así, el cuadro que tenía frente a mí proyecto todos los horribles recuerdos que había dejado en Guadalajara. Golpes, gritos, vasos y platos volando por el aire haciéndose añicos al estamparse contra algo, botellas de cerveza y todo tipo de alcohol por todas partes. Lo odiaba, aquel hombre acrecentaba todos los sentimientos negativos que me hacían daño.
- ¿Qué está pasando? - Catalina y mi madre entraron a la cocina - ¡Alexander! suelta ese bat - exclamo mi mamá. Ganas no me faltaron para darle una paliza a Fernando, pero no podía olvidar que era mi padre.
- Quiero a este hombre fuera de esta casa - señale a Fernando que se encontraba recargado en la alacena para mantener el equilibrio. Me gire para mirar a las tres mujeres detrás de mí.
- Hijo cómo me puedes decir eso - se quejo mi madre. Ya no tendría más consideraciones con él.
- Dile que se largue o yo mismo lo sacare - y dicho eso salí de la cocina. Subí a mi habitación, necesitaba estar solo para tranquilizarme.
No tenía idea de cuánto tiempo había pasado, la puerta principal se abrió y segundos después se cerro de un portazo. Escuche murmullos en el corredor, mi madre y mis hermanas regresaban a su habitación. Me sentía más tranquilo, pero eso no duro mucho, mi madre entro furiosa a mi cuarto.
- ¿Por qué Alexander, por qué? - todavía preguntaba, qué no era obvio - es tu padre no tienes derecho...
- Claro que lo tengo - la interrumpí - no se tú pero yo no pienso regresar a la misma mierda de antes. Ese hombre no vuelve a arruinarme la vida. Todo eso quedo en el pasado, antes no hice nada porque él tenía el control, pero eso se acabo - los ojos de mi madre se inundaron de lagrimas pero no dejo escapar ninguna.
- Él ha cambiado, ya no es el mismo hombre de antes.
- El hecho de que según tú él haya cambiado no borra todo lo malo que hizo. No va a quitar que lo odie por haberme tratado como si yo fuera una basura, y menos voy a olvidar que intento...
- ¡Callate! - me miro fijamente interrumpiendome.
Me frustraba que todos vieran a Fernando como la victima y a mí como el malo de la historia. ¿Acaso mi madre había olvidado el daño que nos causo a todos? ¿Por qué lo idolatraba tanto? - quiero estar solo - salio dejándome con la amargura y el dolor de saber que ella prefería a su marido y no a mí que era su hijo...

ESTÁS LEYENDO
Hecho para ti
Teen FictionAlexander es un chico de trece años, criado entre golpes, gritos y malos tratos. Durante años soporto el desprecio de su padre. Hasta que encontró una manera de escapar de aquel infierno. Paulina, su amiga de toda la vida y actual novia tuvo que mud...