CAPITULO 15.

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- Ta... Tania - titubeó Julieta, trague saliva y seguí la dirección de su mirada. Sentí que el aire me faltaba al ver a Tania parada en el umbral de la puerta con la mirada perdida. Tuve la sensación de que en cualquier momento se desplomaría. Gracias a Dios no fue así, reacciono de su trance y camino hacia mi

- Tania yo... - antes de poder hacer o decir algo más Tania me abofeteo en la mejilla izquierda, sentí un escozor alrededor de ésta.

- No tienes ningún derecho a meterte en mi vida - grito furiosa. Me sentí culpable, pensé que ella tenia razón al ponerse así. Sus pequeñas manos en forma de puños me golpearon repetidas veces en el pecho provocando así que mi culpa se transformara en ira, yo solo quería ayudarla ¿Cómo se atrevía a golpearme? Julieta miraba el espectáculo desde el otro lado de la habitación, la preocupación brillaba en sus ojos.

- Ya basta - dije alzando la voz. Ambas chicas me miraron con los ojos muy abiertos, tome a Tania por las muñecas, ella forcejeaba para safarse de mi fracasando en el intento - yo solo quiero ayudarte, pero si tu no cooperas me es imposible hacerlo.

- ¿Y a ti quién te dijo que yo necesito tu ayuda? - la habitación quedo en silencio, no supe qué decirle. Ella no aparto sus ojos de los míos, su mirada se suavizo y por primera vez pude ver mi reflejo en ellos, la barrera que se impuso desde que la conocí se vino abajo dejándome ver su interior. Quería abrazarla con fuerza, besar su frente y decirle que no se preocupara, que todo estaría bien. Ella también lo quería, su mirada lo pedía a gritos. Pero no lo hice, me sentía herido y humillado. Retrocedí unos pasos y los muros de Tania volvieron a levantarse.

- Preocúpate por combatir tus demonios y deja los míos en paz - dijo rompiendo el silencio. Los músculos de mis hombros se tensaron ¿Mis demonios? ¿Qué sabia ella de mí? acaso Fabián... No, no eso era imposible, él nunca me traicionaría de esa forma. Ni siquiera Julieta sabía nada. Me quede pensando en lo que Tania acababa de decir, ella por su parte dio media vuelta y desapareció detrás de la puerta principal.

- Llegaste muy lejos - la voz de Julieta me devolvió a la realidad. No conteste nada, tan solo me quede en silencio. De esa manera me defendía más. Tomo asiento en el sillón grande y con un gesto de la mano me indico que yo hiciera lo mismo. Obedecí, sentándome frente a ella - ¿Tú cómo sabes lo de sus pesadillas? - dude en contestar su pregunta, pero tal vez, sólo tal vez ella me ayudaría. Suspire antes de contestar.

- La tarde que llego aquí llorando - hice una pausa y reviví mentalmente aquel día - ¿Recuerdas que después de hablar con ella tú saliste? - Julieta asintió con la cabeza sin decir nada. Proseguí - Bueno, después de eso tu primo y yo subimos a su habitación. Estuvimos un rato ahí y después yo salí al baño, al pasar por tu cuarto oí la voz de Tania, me asome pero solo la vi a ella durmiendo en tu cama - sonreí ante aquel recuerdo - al no ver nada raro continúe mi camino hacia el baño. De regreso nuevamente la escuche hablar. Esta vez si entre a tu habitación, la observe y me lleve una enorme sorpresa al ver como se retorcía, era como si quisiera quitarse de encima a alguien que no existía. La tome de los hombros, moviéndola para que despertara, ella solo decía algo así como <<No, no vete. Déjame>> Al cabo de unos minutos por fin despertó, la abrace y espere a que dijera algo, lo único que salio de sus labios cuando le dije que solo había sido una pesadilla fue "otra vez" - Julieta se quedo pensativa, absorta en lo que fuera que pasara por su cabeza.

- ¿Julieta?

- Lo siento, me quede pensando - hizo una mueca y miro hacia todos las menos hacia mi.

- ¿Me pues decir qué le pasa a tu amiga? - pregunte ansioso, ella negó con la cabeza antes de responder:

- Lo lamento Alex, yo no puedo contarte nada. Eso seria como violar la confianza que Tania me tiene - no la culpaba. Tania no era la única que guardaba secretos, y yo no se cómo me sentiría si Fabián decía algo de todo lo que le había contado. Asentí y solté un suspiro pesado, Julieta me miro con el gesto torcido. Continuamos charlando, hice de todo para que la chica que tenia frente a mi dijera algo que me diera por lo menos una pista de lo que quería saber, pero nada. Ella cuido todas y cada una de las palabras que salían de su boca. Le pedí que me hablara de Tania, cómo se conocieron y cosas triviales. Los ojos de Julieta brillaron con emoción mientras hablaba de su mejor amiga, no tenia ninguna duda de lo mucho que la quería. La noche cayo, me sentía cansado y un tanto satisfecho, a pesar del enfrentamiento que tuve con Tania por la tarde, el tiempo se había pasado demasiado rápido.

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