CAPITULO 9.

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Casi no la visitaba, necesitaba tiempo para aclarar lo que sentía, aunque comenzaba a convencerme de lo que era. Tania se metía cada vez más en mi corazón y yo no podía hacer nada para evitarlo, y cómo impedirlo, el simple hecho de recordar su sonrisa me alegraba el día pero ¿en verdad estaba dispuesto a dejar la vida que por mucho tiempo había llevado, por ella?... Muchas preguntas se albergaban en mi cabeza, por primera vez en mucho tiempo tenia miedo, miedo de tener a alguien importante en mi vida y no saber que hacer para conservarla. Yo era tan poca cosa para ella, todos lo sabían, todos menos ella, su inocencia no la dejaba ver mas allá. Y si ella no veía lo malo de mi yo tenia que esforzarme por demostrarle que no se había equivocado al enamorarse de mí. Si, eso era lo que tenia que hacer, ser mejor para ella como se lo había prometido. Había llegado el momento de ser aquel hombre que mi madre quería que fuera y que Tania se merecía.

- En dos semanas es la fiesta de Julieta, ¿iras verdad? - yo observaba la lluvia caer mientras Fabián conducía y hablaba.

- No sé, yo te aviso si puedo - la gravilla crujió cuando el auto se adentro en el sendero que nos dirigía a mi casa. Cogí mi mochila y me puse la capucha al bajarme del carro, me despedí con la mano de mi mejor amigo. Hacia un frío del demonio, entre a la casa y el olor a chocolate inundo mis fosas nasales, mi madre estaba en la cocina, Katya y Catalina en la sala viendo televisión. Era raro no ver a Fernando también en casa, no salude a nadie, me dirigí a mi habitación necesitaba un baño urgente, había pasado toda la tarde en el gimnasio. Tardé solo cinco minutos bañándome. Busque mi teléfono y marque el número. Tania contesto al primer tono, podía imaginarla sonriendo.

- ¡Hola bonita! ¿Qué tal estuvo tu día? - la emoción que desprendía su voz me confirmaba lo feliz que la hacia mi llamada, charlamos lo que me pareció una eternidad hasta que la escuche bostezar por el auricular. La noche cubría el cielo, mire mi celular y me sorprendí al ver que llevábamos mas de cuatro horas hablando.

- Te dejo para que descanses, Te quiero - las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas. La línea se quedo en silencio unos minutos, sabía que había arruinado el momento - buenas noches - dije y colgué.

Muchas veces antes ya había pronunciado esas palabras, sin embargo esta vez lo había hecho con sinceridad. Le había dicho a Tania mi primer TE QUIERO sincero y eso me dejo pensando. Me costaba mucho aceptar que la quería, esos rollos no me iban y por esa razón era raro. Imagine su cara al escuchar ese te quiero y no pude evitar sonreír, aunque ella no contestara algo dentro de mi sabía que no le desagradaba que se lo dijera.



- Los Montero invitaron a mi familia - Sara frunció un poco los labios. Que chiquito era el mundo, la familia de Sara y la de Fabián se conocían - quiero que tu seas mi acompañante.

Eso no podía ser, yo ya había dicho que no iría a esa fiesta, aun faltaba confirmarselo a mi amigo, pero yo ya tenia otros planes. Sonreí al pensar en ello.

- No, no ni sueñes, tengo planes para ese día - me levante del sillón y camine acercándome a Sara.

- Por favor - ella junto sus manos suplicante y pestañeo de manera coqueta.

- No, no y no insistas - su ceño se frunció un poco, no me importaba. Estaba decidido a no ceder, no iría. Sara no dijo nada más, suspiro resignada y yo me sentí satisfecho. Oí unos pasos en el corredor.

- Sara, hija ¿con quién hablas? - Emiliano Castro, el papá de Sara entro. Me miro de arriba abajo con una sonrisa en el rostro. No lo conocía, era la primera vez que nos veíamos. Un hombre muy elegante, alto de complexión delgada. Una ligera barba cubría su mentón. Sara era tan atractiva como él. Su traje azul marino resaltaba sus ojos color azul cielo. Su cabello canoso le hacia ver más grande de lo que Sara había dicho que era.

- Alexander - se acerco a mí para abrazarme - tu papá y Sara me han hablado mucho de ti - Torcí el gesto. Me obligue a sonreír. ¿En verdad me parecía tanto a Fernando?

- Papá - exclamo Sara - no lo incomodes por favor. - Ella sabia lo terrible que era para mi que mencionaran a Fernando.

- Ya, ya esta bien hija. Y bien ¿a qué debemos el honor?

- Le decía a Alex que me encantaría que fuera mi acompañante en la fiesta de Julieta - los músculos se me tensaron.

- Por supuesto, quién mejor que Alex - fulmine a Sara con la mirada, ella miro a todas partes menos hacia mi. Se estaba aprovechando del momento - Porque si serás su acompañante ¿verdad?

- Bueno yo...

- No se diga más muchacho - me dio unos ligeros golpes en la espalda antes de abandonar la sala. Seguro de que no escuchaba me gire hacia Sara. Su imprudencia me hizo enojar.

- ¿Por qué hiciste eso? - apreté los puños.

- Lo siento, pero de verdad no quiero ir sola. No lo habría hecho si tuviera a alguien más con quien ir - bajo la mirada al suelo. Sara y su familia llevaban poco tiempo viviendo en la ciudad y por esa razón ella no conocía a nadie más. No sabia que hacer, Sara era mi amiga, creo que la mejor y sinceramente saber que no tenía amigos más que yo, me hacia sentir un poco mal. Afortunadamente aún no le comentaba a Tania los planes que tenia para el día de la fiesta. Ella también había asegurado que no iría, así que no perdía nada si acompañaba a mi amiga a la fiesta. Finalmente lo mío con Tania no era formal, aún, por lo tanto nadie sabia nada. Ni siquiera la odiosa de Julieta.

Suspire, Sara continuaba con la cabeza agachada.

- Esta bien, iré contigo a esa fiesta. - Los ojos de Sara brillaron de emoción. Se abalanzo sobre mi rodeando mi cuello con sus brazos. Sonreí al sentir su contacto, mi amiga se aparto poco a poco de mí. Nuestras bocas quedaron a escasos centímetros de distancia. Una corriente recorrió mi espalda erizandome el vello de la nuca. Sus ojos encontraron los míos ¿Qué me pasaba? Me fui acercando más a ella, sabia lo que estaba haciendo. Afortunadamente Tania logró colarse en mi cabeza haciéndome reaccionar, no podía hacer eso Sara era mi amiga. El momento era muy embarazoso. Sara se sonrojo, preferí no mirarla al rostro. Yo me sentía tan avergonzado como ella. Nos quedamos en silencio, mirando en diferente dirección, las manos me sudaban y temblaban.

- Sara dice mamá que... - Selene, la hermana mayor de Sara, entro rompiendo el incomodo silencio. Ella también era guapa, aunque no tanto como su hermana. Su piel estaba más pálida, sus ojos color caramelo le daban un aspecto más tierno a su rostro. Sus caderas anchas y piernas largas. Sus senos no eran tan grandes, pero era un detalle insignificante. Aparte la vista de ella, una vez Sara me insinuó que yo le gustaba a Selene. En otras circunstancias me la hubiera tirado, pero las cosas habían cambiado. Me despedí de Sara y salí de la casa ignorando la mirada coqueta de su hermana.

No podía dejar de pensar en lo que estuvo a punto de pasar con Sara. Intentaba entender por qué sentí aquella atracción. Era imposible ignorar la belleza que Sara poseía, sin embargo ella nunca antes había provocado nada similar en mí.

Un ruido me saco de mi ensimismamiento, mi celular comenzó a sonar. Conteste al tercer tono sin detenerme siquiera a ver quién era. La voz de Tania al otro lado de la línea me provoco escalofríos. Me sentía culpable aunque no sabia exactamente por qué. Charlamos de cualquier cosa, la verdad no estaba poniendo mucha atención a lo que me decía. Hasta que así sin más le pregunte lo que me había rondado en la cabeza toda la tarde.

- Y ¿De verdad no iras a la fiesta de tu amiga? - temeroso de que Tania hubiera cambiado de opinión.

- No, de verdad no iré - su respuesta me tranquilizo. Siendo así ya no tenia nada de que preocuparme. Después de eso no platicamos de nada en particular. Hablar con Tania y escuchar su risa de vez en cuando me hizo olvidar el suceso con Sara.

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