Aun no salia el sol, mire mi reloj, las cinco de la mañana. Todos en casa de Fabián ya se habían levantado, hasta él. Me obligue a hacer lo mismo. Mi amigo entro con una toalla enredada alrededor de la cintura, su cabello estaba mojado
- Si gustas, puedes tomar una ducha, saldremos a las seis y media de aquí. Aun hay que pasar por mi novia - me sentí raro cuando dijo eso, todavía no me acostumbraba. Asentí, tome una toalla de mi maleta y salí directo al baño. Ya bajo la regadera, deje que el agua se llevara mis nervios y mi frustración, tarde más de quince minutos bañándome. Al terminar deslice una toalla alrededor de mi cintura y salí. Llegue a la habitación, la cual se encontraba vacía. Saque unos jeans de mi maleta, una camiseta negra y me vestí rápido. Salí al corredor a buscar a Fabián pero nada, baje a la cocina, me encontré a Sonia
- Hola, buenos días - dijo con esa hermosa sonrisa que enamoraba a cualquiera. Traía unos jeans color arena que le quedaban de maravilla, una blusa de tirantes blanca y unas zapatillas de deporte. Eleazar era un hombre muy afortunado
- Hola - le devolví el saludo y la sonrisa - sabes en dónde está Fab...
No había terminado de formular mi pregunta y la puerta principal se abrió. Aparecieron Fabián y Tania a su lado, él cargaba la maleta de su novia
- Ahí está - Sonia señalo a su sobrino, Tania me miro unos segundos antes de girarse y sonreírle a Fabián. Puaj, su ropa era espantosa, pantalón de deporte azul marino, una blusa sencilla de manga corta y unas zapatillas de deporte a juego con la blusa. Me pregunte por enésima vez la razón por la cual no vestía como las demás niñas de su edad. O por lo menos con ropa de su talla.
- Alex, perdón por no avisarte que saldría, todo fue de momento
- Ah, no te preocupes, no pasa nada - iba a ser un día muy largo.Eleazar cargaba la cajuela con las maletas de todos, Julieta y su amiga, quien apenas y me había mirado en todo el rato, hablaban y se reían. No sabia cómo sentirme, todo aquello era raro e incomodo. Comenzaba a creer que todos mis planes se vendrían abajo.
- Tomen su lugar niños - anunció Eleazar ¿Niños? por Dios. Abrí la puerta del lado izquierdo, Julieta y Tania subieron por el otro lado. Primero Tania y luego su amiga, espere a Fabián para que entrara el primero y así quedara junto a su noviecita. Lo cual no sucedió, al acercarse a la camioneta me hizo una seña para que subiera yo. A regañadientes obedecí. Me acomode en el asiento, la rodilla de Tania rozo la mía. La mire pero ella pareció no haber sentido aquel toque, seguía entretenida con Julieta. Me desplome en el asiento apoyando la cabeza en el respaldo y soltando un suspiro de derrota.
- Te sientes bien - pregunto Fabián en voz baja. No tenía ganas de pronunciar palabra, solo asentí con la cabeza.
Toda la mañana transcurrió del mismo modo, ella no me miraba, yo me deprimía y Fabián me contaba algo que la verdad no recuerdo. Estaba tan inmerso en mis pensamientos que fingí escucharlo y solo asentía de vez en cuando. No puse atención al trayecto, reaccione cuando Eleazar giro a la derecha y se adentro en un sendero de grava. Alrededor se apreciaban enormes árboles llenos de hojas secas que caían gracias al viento que soplaba. Julieta despertó a Tania, quién dormía cómodamente en su hombro. Ésta se tallo los ojos para poder mirar mejor el paisaje. Sus pupilas se dilataron al ver lo bello que era todo lo que nos rodeaba y sonrió. Me incorpore en el asiento, de frente se encontraba el río. Era enorme. El tío de Fabián estaciono la camioneta a unos cuantos metros de ahí para que nosotros pudiéramos bajar. Julieta arrastro a su amiga en dirección al río, Fabián y yo las seguimos. El agua era tan clara que podíamos ver las rocas que había en el fondo.
- Nadaras conmigo - dijo Julieta a su amiga sin dejar de mirar el río
- ¿Qué? No, no. Sabes perfectamente que yo no se nadar - respondió Tania en voz baja para que yo no escuchara. Y fingí que no la había oído. Lamentablemente la estúpida sonrisa maliciosa que apareció en mi rostro me delato. Lo supe cuando Tania clavo sus ojos en mi por primera vez en toda la mañana. Me gire en la dirección contraria a ella, fue ahí cuando descubrí que detrás de nosotros había una cabaña de tres plantas.
- Cierra la boca, se te puede meter una mosca - ladro Julieta, la fulmine con la mirada. Sus extensas carcajadas casi me dejan sordo. Rodé los ojos ignorando su pésimo comentario.
- Si quieren pueden irse a cambiar y meterse al agua - Sonia señalo la cabaña
- En un momento vamos, gracias mamá
Camine en dirección a la cabaña dejando atrás a Tania y a su amiga. Adentro encontré a Fabián quien me indico cuál era nuestro cuarto. Estaba en la segunda planta, tenia que subir unas escaleras en forma de caracol y a mano izquierda en la segunda habitación. Entre a buscar mi maleta para cambiarme, diez minutos después escuche la risa de las niñas. Me asome para verlas entrar en la primera habitación de la derecha. Yo ya había terminado de cambiarme, regrese al río, busque un lugar alejado de todos. Después de todo no les haría falta cada quien traía su rollo y yo solo quería disfrutar un poco de todo. Pensé en todo lo que había planeado para Tania ese día y Sonreí de medio lado. En el trayecto decidí que no lo haría, eso seria darle importancia a una persona a quién yo le importo una mierda. Me recosté sobre el pasto, me puse las gafas de sol. Tan solo traía una bermuda y chanclas, la hierba me picaba pero le reste importancia. Quería relajarme y olvidarme por un momento del desastre que era mi vida y ese lugar me traía paz. El cielo despejado con el sol brillando en lo alto, el sonido del agua me recordaba a mi madre y mis hermanas. Cuando era pequeño y Fernando se largaba a sus viajes de negocios, que por lo general eran en las vacaciones de verano, mamá nos llevaba al mar. Eran días de gloria. Días que se fueron al carajo gracias a mi donante de esperma.
Unos pasos me advirtieron que alguien se acercaba, me baje las gafas de sol hasta la nariz y me encontré a Tania aproximándose a mi. Su cara estaba roja, se veía muy enojada. Me levante y me sacudí la hierba que se me había pegado a la espalda.
- ¿Qué pasa contigo? - grito en cuanto llego hasta mi
- ¡¿Qué?! - no tenía ni puta idea de lo que ocurría
- No finjas que no sabes de qué te hablo - se pego más a mi - ¿acaso crees que esto es gracioso? - saco un pequeño papel en donde había un arácnido envuelto
- ¿Me estás presumiendo tu arañita? - no pude evitar soltar una carcajada
- Eres un imbécil - dijo y acto seguido me abofeteo. Por cuarta vez en menos de dos meses - sabes perfectamente que le tengo fobia a esto, te lo dije cuando... - se detuvo. Sus ojos se apagaron, lanzo el papel al suelo y poso su mirada en éste. Un escalofrío me erizo el vello de la nuca. Tenía mezcla de emociones. Claro que me lo dijo cuando estuvimos juntos, sin embargo no entendía que tenía yo que ver con aquello, no me moleste en preguntarle. Mi enojo pudo más y actúe.
- Escúchame bien niña - tome sus muñecas en mis manos y la atrajé hacia mi - es la última vez que tu me pones una mano encima
- ¿O si no qué? - me reto apartándose de un tirón "Yo no se nadar" sus palabras me golpearon. Sonreí de medio lado. Ella retrocedió unos pasos, a lo lejos vi a Julieta cruzada de brazos. No lo dude más, me agache para tomar a Tania y me la eche al hombro, tome vuelo y luego nos lance a ambos al agua. Sus pequeños brazos aleteaban dentro del agua, su ropa mojada se ceñía a su cuerpo y aun debajo del agua pude deleitarme mirando sus senos. En verdad no sabia nadar. Tome su mano y la ayude a salir a la superficie.
Busque a Julieta con la mirada, y la halle en el mismo sitio pero ahora tenía unos ojos como platos y con sus manos cubría sus carnosos labios.
- Nunca retes a un Palacios - dije lo más serio que pude. El cabello de Tania cubría su cara, lo hice a un lado y luego... la bese. Importandome una mierda que Julieta o alguien más nos estuviera mirando.

ESTÁS LEYENDO
Hecho para ti
Teen FictionAlexander es un chico de trece años, criado entre golpes, gritos y malos tratos. Durante años soporto el desprecio de su padre. Hasta que encontró una manera de escapar de aquel infierno. Paulina, su amiga de toda la vida y actual novia tuvo que mud...