A solas

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Cuando vimos que los demás habían conseguido huir, o por lo menos, estar un poco lejos de aquella locura, nosotros dos también nos retiramos poco a poco, disparando a los caminantes que se acercaban más de la cuenta, aunque llegó un momento en el que tuvimos que salir corriendo de allí, porque eso era demasiado. Nos fuimos por la colina por la que habíamos estado observando la base un tiempo antes.

- Vayamos por el bosque, eso les despistará un poco durante unos minutos, lo suficiente como para escondernos en un árbol, o en algún tronco grande caído- dijo Rebe, mientras notaba que la estaba empezando a dar flato, yo también estaba cansado, aunque todavía me mantenía bien, sin dar muestras de cansancio.

Como nunca antes me había dado motivos para dudar que todo lo que decía era cierto, seguimos su plan de ir por el bosque. Y funcionó. Los dos esquivábamos las ramas caídas, con las que muchos de nuestros perseguidores se tropezaban, caían, y eran pisoteados por otros de los suyos. Y otras veces simplemente apartábamos una rama y al volver a su sitio de una forma rápida, daba un golpe certero a uno de los caminantes, o con suerte, derribaba a dos.

Llegamos a un arrollo en el que saltamos de una roca seca a otra seca, o que estuviera menos húmeda, y Rebeca me adelantó en ese trecho. Los de atrás seguían demostrando su poca coordinación, y se caían y rompían huesos por pisar las piedras mojadas.

- Así no llegaremos a ninguna parte, nosotros nos cansamos, y por lo que sé de los no muertos, ellos no se cansan nunca, y sólo se paran si los matas- me advirtió Rebeca.

- Pues entonces, ¿que sugieres hacer?- la contesté.

- No sé- dijo ella mientras esquivaba una rama- podemos esprintar y cambiar de dirección cada poco tiempo para despistarlos, pero no te puedo asegurar que funcione.

- Por intentarlo no perdemos nada- la dije.

-¿ Además de la vida?- me contestó-. Pues la verdad es que no lo sé.

-¿ Eres siempre tan optimista?- la pregunté con sarcasmo.

- Sólo cuando intentan matarme y tengo posibilidades de que lo consigan- me dijo, y yo no pude darla ninguna contestación inteligente.

Así que nos pusimos a esprintar con las pocas fuerzas que nos quedaban después de haber estado tanto tiempo corriendo sin descanso, y cada poco tiempo dábamos un cambio brusco de dirección hacia izquierda o derecha, que despistaba a los zombies, y nos demostraba a ambos que su plan tenía efecto. Un tiempo después sólo quedaban tres detrás nuestra, así que saqué la pistola y les disparé a las rodillas, para que dejaran de correr. Tuve que ir marcha atrás, porque el cansancio no me dejaba disparar bien mirando hacia atrás, a uno le di en una rodilla, a otro en las dos, y al tercero en la espinilla, aunque cayó al suelo como los anteriores.

- Menuda puntería tienes, campeón- me dijo Rebeca en tono de burla.

-¿ Dónde vas?- la dije cuando ví que echaba a andar y no estaba tirada de cansancio recuperando el aliento, que era lo que estaba haciendo yo.

- No pienso dejar que estos nos sigan, arrastrándose y dando gruñidos- me contestó mientras ví que la dirección en la que andaba era en la que estaban los zombis.

-¿ Vas a gastar munición con unos que ya están muertos?- la dije mientras recuperaba el aliento un poco.

- Hay varias maneras de rematar- dijo con una sonrisa mientras se daba la vuelta hacia los tirados y desenfundaba su cuchillo. A uno se lo clavó en el cráneo, a otro que estaba boca abajo le entró por la nuca y le salió por un ojo, que pude ver mientras Rebe hacía fuerzas con el cuchillo, que se había quedado atascado; y al tercero le abrió de arriba a abajo mientras le sujetaba los brazos con sus piernas.

-¡ Violencia y gore gratuitos, viva España!- grito al ver la forma cruel en la que los remata.

- Al menos estamos de acuerdo en que la violencia gratuita y el gore sin ningún motivo aparente están bastante bien- dice Rebeca animada.

- Y si haya algún motivo a mi me da igual, el caso es ver tripas y sangre- contesto de una forma un poco bestia.

- El caso es ver violencia y brutalidad, sangre y vísceras- dice ella.

- Amén- finalizo yo.

- A ver cómo nos apañamos para volver- empezó a decir ella un rato después, mientras estábamos descansando un rato más.

- Lo primero es salir de este bosque.

- Eso está claro- me contesta ella.

- Déjame terminar. Hay que salir de este bosque, en menos de tres días, o los demás se irán. Y tenemos que preocuparnos de que si tardamos más de un día en llegar tener un sitio donde pasar la noche.

-¿ Juntos o separados?- me preguntó Rebeca de forma traviesa.

- Lo que tú quieras, fantasma- la contesto un poco chulo.

- Te he dicho que no me llames fantasma- me dice mientras me empieza a dar golpecitos en el hombro.

- Vale, vale, pero tampoco hace falta que me pegues- la contesto para que me deje de pegar de una vez.

- Pues venga, levántate y vamos, tenemos que ponernos en marcha antes de que se vayan- me dice cuando me ha terminado de pegar, aunque me da un golpe en la rodilla para que me levante.

- Vaale- la digo con resignación mientras me levanto.

Nos ponemos en marcha y según Rebeca, que nada más levantarnos se pone a mirar al sol para saber en que dirección nos pondremos en marcha, y vamos hacia el norte, o eso dice ella.

- Me voy a fiar de ti, pero no sé si debería, en lo que tiene que ver con los puntos cardinales prefiero fiarme de una brújula que de una fantasma- la digo mientras me empiezo a reir y los dos empezamos a correr, yo para huir de ella y ella para cogerme; pero en un rato se la olvida y dejamos de correr, aunque yo me sigo riendo cuando paramos y volvemos a andar a un paso normal.

- Oye- dijo Rebeca un rato después de que empezara a perseguirme-, vamos a empezar a hacer un sitio para pasar la noche o lo vamos a hacer cuando no haya luz.

- Vale, vale, venga pongamonos a ello.

Y en poco tiempo hicimos unas camas con unas ramas que había por allí. Oí que a Rebeca le sonaban las tripas y le ofrecí una chocolatina que tenía en el bolsillo, que era la última que me quedaba.

- Gracias, pero¿ no vas a tener hambre tú después?- me dijo ella.

- No, tranquila, tengo otra en otro bolsillo- mentí-, luego me la comeré si tengo hambre.

- Vale, pero podemos estar aquí mucho tiempo y sin comida eso es malo- me contestó, confirmando que no se había dado cuenta de mi mentira.

Me puse a buscar unas piedras de un tamaño más o menos mediano, y los puse en un circulo cerca de las camas. Así que cogí unos palillos que había por allí e hice una hoguera con mi mechero. Un rato después de que se hiciera de noche nos fuimos a dormir cada uno a la camas que habíamos hecho, aunque yo deje mi arma un poco delante en el lado izquierda de la cama.

Un rato después, no sé cuánto tiempo, pero de la hoguera solo quedaban las brasas; me desperté asustado porque noté que algo se me acercaba por la derecha, pero enseguida me di cuenta de que era Rebeca que tenía frío y que se había acercado para que la diera un poco de calor.

Así fue el primer día que estuvimos solos después de separarnos del grupo, y todavía no sabíamos dónde estábamos ni cómo salir de ese bosque, que parecía infinito.

Zombie History 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora