Capítulo 10

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Cuando por fin le alcance, ya estaba en la entrada del hospital. 

— Ryder, espera. 

Dándose cuenta de mi presencia se giro para mirarme. Tenía el ceño fruncido. 

— ¿Qué haces aquí? —preguntó. 

— Revisión —dije rodando los ojos. 

El asintió con la cabeza. 

— ¿Qué haces tú aquí? 

Ryder apartó la mirada incomodo. 

Cuando me encontré la primera vez a Ryder en el hospital no le di mucha importancia pero ahora que me lo he vuelto a encontrar aquí, es extraño, más teniendo en cuenta que la otra vez nos encontramos en la planta de leucemia. 

— De visita —dijo cortante. 

— ¿En la planta de leucemia? 

No me contesto. 

Esto se esta poniendo incomodo pero no me iba a dar por vencida. Llamadme curiosa o pesada pero el ya sabía demasiado de mi vida, lo justo sería que yo también sepa sobre la suya. 

— ¿Ryder? —insistí. 

Ryder soltó un suspiro para luego agarrarme de la mano y llevarme dentro del hospital.

— Vamos —dijo.

Me arrastro hasta la planta de leucemia, donde hace poco yo estaba, pero estábamos en la zona de tratamientos internos, donde los pacientes estaban hospitalizados por los tratamientos del hospital o bien porque ya estaban muy enfermos y les quedaba poco tiempo de vida. 

Ryder se paro delante de la puerta 409. Dio unos leves golpes con los nudillos en la puerta y luego abrió la puerta. 

Dentro de la habitación se encontraba una mujer, de tal vez unos 40 y pocos años, tumbada en una cama. Tenía un aspecto cansado y enfermo pero cuando vio entrar a Ryder por la puerta su cara se ilumino.

Intento incorporase en la cama y fue solo entonces cuando Ryder soltó mi mano para ir a ayudar a la mujer a sentarse. 

— Gracias, cariño —agradeció la mujer una vez incorporada dedicándole una sonrisa a Ryder. 

En ese momento la mujer se dio cuenta de mi presencia en la habitación también y me dedico una sonrisa como segundos antes a Ryder. 

Ryder se acerco a mi y volvió a cogerme de la mano para acercarme a la cama, ya que yo no me había movido de la puerta desde que entramos. 

— Mamá, esta es Cassandra Murray —dijo Ryder presentándome a la mujer que ahora sé que es su madre. Entonces era a ella quien estaba visitando el otro día también. A su madre. Quien igual que yo sufre de leucemia. 

— Encantada de conocerla, señora Knight. 

— Oh, por favor, solo llámame Elizabeth —dijo con una sonrisa encantadora. Cuando sonreía así, uno llegaba a pensar que no sufría de ninguna enfermedad. Pero las ojeras debajo de sus ojos y su extrema palidez la delataban. 

Su madre dirigió su mirada hacia nuestras manos entrelazadas mientras que una sonrisa pícara crecía en su rostro como si nos hubiera pillado infraganti. Acto seguido me solté de la mano de Ryder sintiendo mis mejillas tornarse rojas. Ryder me miro con el ceño fruncido y luego metió sus manos en los bolsillos del pantalón. 

— Bueno, contadme. ¿Cómo os conocisteis? Ya conozco a los demás chicos pero como te habrás dado cuenta mi hijo no es muy charlatán y nunca me cuenta nada —me reí. 

— Nos conocimos en el instituto —conteste. 

— Oh, ¿eres nueva en la ciudad? 

— Sí, me mude hace unos meses junto a mi padre y mi hermana pequeña. 

— Vaya. Pues debes ser muy especial para que Ryder te haya traído conocerme. Cada vez que viene a visitarme viene solo o con su padre. 

— ¡Mamá! —grito Ryder—. Deja de decir cosas sin sentido.

Ryder estaba levemente sonrojado mientras que yo parecía un tomate andante de lo roja que me había puesto. 

— Oh, vaya. ¿Dije algo que no debía? —dijo Elizabeth intentando sonar arrepentida pero era más que obvio que no lo estaba. 

Ryder simplemente negó con la cabeza intentando ocultar su cara sonrojada. 

Estuvimos hablando un rato más con Elizabeth y después nos marchamos, no sin antes prometerle que volvería a visitarla. 

Nos dirigimos al estacionamiento del hospital donde Ryder tenía el coche ya que se ofreció para llevarme a casa.

Ya cuando llegamos aparco delante de mi casa. Nos quedamos los dos en silencio. 

— Mmh... —comencé mientras jugaba con mis dedos por los nervios— siento lo de tu madre. 

Ryder se limito a asentir con la cabeza sin decir palabra alguna.

— Yo... quería disculparme contigo. No quise forzarte a decirme lo de tu madre. Solo... cuando te vi en el aparcamiento del hospital me acorde del día que descubriste mi leucemia. Y, bueno, me preocupe de que tal vez... tú... estabas en mi misma situación. No intento justificarme ni nada, sé que fue muy descortés de mi parte insistir a que me digas y...

— Cassie —abrí los ojos de par en par. Era la primera vez que se dirigía hacia mi con el diminutivo de mi nombre—. Está bien. Si no hubiera querido hablar de ello, ten por seguro que no te la hubiera presentado. 

Touché. Eso es algo que Ryder haría. 

Nos quedamos de nuevo en silencio. 

— Pues... será mejor que entre —el asintió con la cabeza. Me quite el cinturón de seguridad y salí del coche pero antes de cerrar la puerta le dije mientras una sonrisa tímida se asomaba en mi cara—: Gracias. Por traerme a casa y por presentarme a tu madre. 

Después de eso cerré la puerta y entre a mi casa.


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Lo prometido es deuda. 

Ya sé que este capitulo es un poquito aburrido pero en el próximo habrá ya más acción. 

(-o⌒)

Dejad vuestra opinión del capítulo en un comentario y no olvidéis darle a la estrellita. Gracias. Besos. 

(*^3^)

The Last BreathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora