2- Perdón

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Cuando Chloe entró a su casa, unos pasos se apresuraron hacia ella y el ceño fruncido no tardó en hacerse presente.
-¿Dónde estabas?-preguntó su padre, molesto.
-Me dieron detención por entrar tarde a clase.- susurró ella, avanzando hacia las escaleras.
-¿Detención? Chloe Styles, eso es inaceptable. Es una mancha en tu expediente. ¿No pensas en la beca?
-Si, padre. Si pienso en la beca.-resopló.
El hombre de los rizos surcados por algunas cañas, abrió los ojos como platos y se aproximó.
-No vuelvas a resoplar así. Vas ahora mismo a tu cuarto. ¡Ahora!
Ella corrió escaleras arriba y se encerró. Lo primero que hizo fue arrojar su mochila, luego buscó su navaja y se miró en el espejo, aplicando cada vez más fuerza, sintiendo la sangre brotar. Salió por la ventana y corrió lo más rápido que pudo hasta llegar al centro. Una vez allí, de metió por calles poco concurridas hasta dejarse caer en uno de sus callejones favoritos. Permaneció allí hasta el atardecer y subió a uno de los tejados.
Cuando despertó estaba en el auto de su madre. Ella abría la puerta y su padre la miraba. Ambos gritaban. Fingió seguir durmiendo y permaneció dentro del auto cuando ellos entraron en la casa y llegó un patrullero porque los vecinos habían hecho una denuncia por ruidos molestos. El oficial dentro del patrullero la observó un largo rato antes de bajar y guiarla al auto.
-Chloe, sabes que no puedo dejar que te quedes.-dijo, acariciando su pelo.
-No quiero ir otra vez a la comisaría.-dijo ella con voz pequeña.- Los asientos son duros y algunos de los que entran huelen mal. Yo sólo quiero que ya no peleen.
El otro policía salió de la casa y Harry corrió al auto mientras Daisy lloraba parada en la puerta. Golpeó el cristal, pidiendo que dejaran a Chloe en casa, pero nadie le hizo caso y el auto se alejó por la calle. Su hija lo miró unos instantes y luego se dejó caer de lado en el asiento trasero del patrullero. ¿Cuántas noches iban ya terminando del mismo modo?
-La voy a llevar a casa.-dijo el oficial que conducía, quien iba a buscarla en cada ocasión y también estaba cansado de verla pasar la noche durmiendo el los asientos desocupados de la comisaría.
-No creo que...
-Yo me hago responsable.
-Mi padre va a ir a buscarme. Si no estoy, va a demandarte.-dijo ella.- Es mi culpa. Fui a detención porque llegué tarde a clase y él se enojó. Creo que van a divorciarse. No quiero irme a vivir sólo con uno de ellos.
-Chloe, no podemos dejarte volver hoy si los dos están en la casa. Lo sabes, nena.
-Mis pastillas están ahí.
-¿Seguís en tratamiento?-ella asintió. Ambos se miraron entre sí.
-Dijeron que ya lo habían suspendido.
-Lo dijeron porque lo leyeron mal. -se encogió de brazos y estacionaron. Su padre se detuvo detrás y ella lo miró.
-Chloe.-dijo, abrazándola con fuerza.- Vamos a arreglarlo todo. Vamos a ir a casa.
-Padre, necesito mis pastillas.
-No. Hija. Todo está bien. Estoy acá. Nada va a pasar.
-Padre, estoy pensando en cosas feas.
Harry buscó en sus bolsillos y le dio dos de sus pastillas antes de besar su cabeza y frotarle el brazo mientras la pegaba a su pecho.
-Todo va a estar bien. Te prometo que todo va a estar bien.
Sin embargo, a ella esas palabras seguían sonándole tan huecas como la primera vez.

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