3-Buscándola

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-Sólo queremos saber si ella les comentó algo.-dijo el director al grupo de chicos. Todos negaron.- Payne, ¿usted no se fue para el mismo lado que ella?
- Yo me fui a mi casa. No acompaño a desconocidos.-dijo de mala gana.
-No es problema de la escuela lo que hagan sus alumnos en su vida privada.-dijo Freddie.-Y mucho menos nuestra.
-Si, por el castigo. Es muy cuestionado por los padres, sobre todo los de ella. Son horas que no deberían estar acá.
-¿Señorita Styles?-preguntó uno de los profesores mientras ella retorcía sus manos.
-¿Pueden llamar a mi casa?-pidió casi en tono de súplica.-Quiero ir a casa.
-¿Ahora que le pasa a esta loca?-se quejó Margarett.
Ryan sacó los auriculares de la mochila y se los puso antes de darle play al reproductor.
-Llamen a su casa.-dijo viendo como ella empezaba a calmarse.- Y resuelvan sus propios problemas. Este es su colegio de mierda, no el mío y no me interesa dónde pueda estar Jessy Malik. Me voy.
Freddie jaló de su hermana y pronto Nelly se les unió. Chloe permaneció en su lugar hasta que su padre llegó. Este se arrodilló frente a ella y la abrazó con fuerza.
-Creí que ya lo habíamos logrado.
-Quiero volver a casa.-musitó ella.- Estoy pensando en cosas feas.
-Vamos a ir a casa.
Ambos salieron de la escuela al paso de la música que sonaba por los auriculares prestados.

Jessy despertó en el techo de su casa, con un terrible dolor de cabeza. Se metió en su cuarto y, pronto, se quedó profundamente dormida.

-Llegué.-gritó Ryan.
-Preparate que en un rato viene un viejo amigo de tu papá con su familia.
-Hoy salgo.-dijo él, desilucionando a su madre.-No me cuenten.
-A tu papá le gustaría que...
-Estoy grande para eso.-le cortó él antes de subir a su cuarto.
-Hijo, queremos que te quedes porque el hijo de ellos... Bueno. Creemos que tu compañía le haría bien.
-No necesito que consigan amigos por mi, mamá.-dijo molesto.
- No estamos haciendo eso.-dijo Liam desde lo alto de la escalera.- Sólo te pedimos que te quedes así tiene a alguien con quien hablar. Parece que fue un gran esfuerzo lograr que saliera de su casa este año. No lo hizo por los últimos ocho años. Solía escapar en las madrugadas, sin nadie más. Pero después no salía ni siquiera al patio.
-Lo lamento por ese chico, no es mi culpa.
Liam suspiró y lo dejó pasar. Sería imposible retener a su hijo esa noche.
-Va a estar bien.-dijo su mujer, Sophia.
-Eso espero. Lo tendrías que haber escuchado. Ya no saben qué hacer. Dice que todo se les está yendo de las manos. Al parecer, está empeorando. Yo no creo que pueda llevar esto si algo la pasa a su hijo.
-Vamos a ayudarlo.
-Si. Sobre todo porque ni siquiera puedo hacer que mi hijo me miré a los ojos. Creo que ya no somos esos adolescentes que dominaban el mundo. Crecimos y cada vez cometemos más errores.
-Pero podemos remediarlos.
-¿Podemos?-preguntó él.
-Claro que sí.-dijo ella, deslizando el anillo de casamiento, devolviendolo a su lugar, anulando todas las peleas de los últimos meses. Ellos podían.

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