4.La gran idea...

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Me levanté en mitad de la noche no sabía el porque, no quería ir al baño, ni tampoco beber agua, así que miré la hora y vi que eran las dos, intenté dormir pero no conseguía conciliar el sueño, me entrado ganas de comer algo y bajé en silencio para no despertar a nadie, fui a la cocina en busca de un bollito o una magdalena, me planteé combinarlo con un buen vasito de leche caliente para comprobar si era cierto lo que decían de que daba sueño.

Terminé de calentarme mi vaso y decidí poner un poco de azúcar para endulzarlo. Quise tomarme el vaso tranquilo viendo algo y la televisión no la podía encender, ya que se oiría en todo el barrio, así que abrí la puerta de mi casa, me senté en el suelo, dejé mi vaso cerca de mi y comencé a ver las estrellas, la luna brillaba en un plateado puro con aura blanca, se me escapó una sonrisilla estúpida, no sabía el porque, y mi mente comenzó a hacer lo que no soporto que haga, pensar en todo.

Quería ver a esa luna traviesa todas las noches y dejarme acunar por las estrellas y cuando amaneciese sentirme el único humano que vea y sienta el calor que viene del frío mas helador de una noche preciosa de la que disfrutaría sin dudar, quería ser el sueño de la luna de día y la realidad de la noche, dejar de sentir este pueblo fantasma que tengo de corazón, ya que por mucho que perdone o diga el daño de cada día se acumula matando cada buen recuerda que consigo crear a base de porrazos con la vida.

Me bebía sorbo tras sorbo del vaso muy despacio, no quería prisa alguna, es verdad que en pocas horas debía de estar despierto, pero la luna estaba preciosa esta noche, cerré mis ojos y puse atención a mi entorno, no se oía nada, era la canción del silencio en acción, a veces mi guitarra entonaba esa música solo para mi y me hacía sentir tan bien.

La luna me protegía mientras tenía los ojos cerrados, la nana del silencio me arropaba, acompañaban al silencio un coro de grillos y los árboles de los jardines cercanos cantaban al son de la brisa fresca.
Juntos formaban un sentimiento, muchos no lo tenían, simple armonía que todos querían y pocos conseguían.

Cuando acabé mi vaso me fuí a mi cama pensando en la nana, con el regusto dulce de la leche caliente y azucarada.

Volvió a sonar la alarma a buena mañana nuevamente, daba comienzo a todas mis mañanas ese horrendo sonido. No tardé en levantarme, encender la luz y bajar, dije mi típico buenos días pero como siempre nadie respondía, abrí la puerta de mi casa para marcharme, esperé parado a una despedida antes de cerrar e ir a la parada.
Quería oir un "hijo que te valla bien" o también "cuidate ahí fuera". Pero se sabía que eso jamás pasará, es como pedir un milagro imposible.

Llegué a mi parada, me puse los auriculares y a ver el amanecer, que sin poder decir nada me daba los buenos días.

¿Qué tenían el sol y la luna para mantenerse firmes ahí arriba?
La lógica dirá lo que quiera, pero yo no busco la respuesta de lógica, yo quiero la respuesta de la metáfora, pero quiero esa respuesta porque es la que da algo que pensar a un mundo de misterio.

Ahí estaba mi bus, me notaba pesado, mis pies parecían titanio puro, solo los arrastraba, me sentía cansado, muy cansado, ¿pero de qué?

Cuando el bus se abrió para que subiésemos sentí que caía en un agujero muy profundo y que al final solo había una jaula en la que yo mismo me encerraría.

El agotamiento me consumía, el sol dejo de darme los buenos días para reirse de mi, mostrando la libertad de la que yo carecía. Las nubes presumían de espacio para poder volar con la ayuda de uns brisa vacilona que las conducía a la paz. Seguramente la brisa era fría, pero si eras una de esas nubes podía llevarte a ver mundo, yo en cambio no veía ni la vida en este pueblo.

Un Corazón Y Una GuitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora