10.Perfectamente Imperfecto.

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En el día de hoy desperté una vez más, mi mente no reaccionaba, mis labios secos estaban rozándose, creando una molesta sensación. No me levanté, quería estar un poco mas en la cama, me daba pereza moverme.

Escuché como se habría la puerta, no moví un músculo, pero me mantuve atento a lo que oía.

Eran pasos perezosos, como muy cansados, también oía una respiración muy suave, no sabía quien era, y tampoco es que fuese a mirar quien era.

Fuese quien fuese cerró la puerta, mis ojos se volvían a cerrar, la luz mañanera era suave, me relajaba, estaba muy cómodo, eso me recordó a mis primos, me moví con dificultad, y miré la cama en la que Jose dormía, no había nadie, entonces supe que quien abrió la puerta fue mi tía, ya que si Jose no estaba mi prima tampoco.

A veces hacían eso de irse de fiesta y no volver hasta el día siguiente, no me importaba, pero me gustaría que pasasen más tiempo con migo.

Mi tía abrió otra vez la puerta vio que estaba despierto, me dio los buenos días y me dijo que la casa hoy estaba limpia, que ya se había encargado ella, sonreí como un tonto y di las gracias, no sabía porque lo dije, pero lo dije.

Ella sonrió y me explicó que era la casa de ella y que yo era el invitado, yo negué con la cabeza y dije:

-Tita yo no doy gracias por eso, yo doy las gracias por haberme aceptado como uno más.

Mi tía se acercó a mi, se sentó en un lado de la cama y me dio un beso en la frente, después ella sonrió con una calidez seguida de la frase,"somos familia, ya eras parte de esto antes".

Me sentí feliz, nadie me lo había dicho hasta hoy.
No se movió de mi lado, no hablábamos, pero ella sabía que hablar no transmite tanto como permanecer, cualquiera habla, pocos permanecen, aunque sea en silencio ella estaba.

Recordé que ella tenía que trabajar y se lo dije, al momento ella se levantó, miró confusa y preocupada su móvil y vio que ya llegaba tarde a abrir la peluquería, asi que se fue de la habitación y  desde abajo me dijo que me quería, escuché como cerraba la puerta y ya si que estaba solo.

Miré al techo y me pregunté si hoy habían nubes o estaba despejado, los perros ladraron y se me ocurrió sacarlos un rato, pero antes una buena ducha.

Me quité la ropa, y comencé a ducharme, puse el agua fría para sentirme bajo la lluvia, como la noche de mi cumpleaños, pero para nada era igual, en vez de esa sensación de libertad no notaba nada, me abracé por ver si al menos me sentía a mi mismo y así fué. Apoyé mi cabeza en la pared de la ducha y como el agua los recuerdos fluyeron, rompieron la presa que construí por mantenerlos a raya, inundando todo mi ser. Fue inevitable llorar.

Me arrodillé aun abrazado a mi con la cabeza apoyada todavía en la pared, estaba suplicando a mi mente que parase inútilmente.

Deseaba oir las palabras de mi tía en mis padres, pero era un deseo, hay tres tipos de cosas que existen, el deseo, el sueño y la necesidad.
El deseo es algo que piensas que necesitas, pero no es así, puedes vivir sin ello.
El sueño en cambio existe en tu mente y sabes que puedes vivir sin ello, pero te hará feliz pensar en ello.
Y solo queda la necesidad, que quieras o no es algo que se requiera en tu vida, sea o no lo que sueñes o desees la necesidad se antepone a todo.

Pues yo deseaba que mis padres lo dijesen, ¿quien si no me daría un cariño paternal?
Después recordé que no siempre los de sangre son los que verdaderamente son familia.

Miré al pie de la ducha, lleno de agua que se iba, me sentí identificado con esa agua, por que era el agua sucia que caía al suelo, y aunque quisiese alzarse solo caería mas bajo ya que se colaba por un agujero, después nadie sabía que pasaría con esa agua que cayó tan bajo y se perdió de la vista humana.

Un Corazón Y Una GuitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora