Elena nos había llevado a su habitación para que dejasemos sus cosas, en cuanto las soltamos Jc y yo queríamos irnos, pero Elena nos pidió que nos quedásemos un rato que traía torrijas caseras, y nosotros no pudimos negarnos, eran torrijas.
Santi devoraba su torrija como si fuese la última, Laia y Andrea disfrutaban de la suya apartadas de Elena, su padre y nosotros, Jc y yo en cambio estábamos en unas sillas junto a Santi a la espera de Elena que traía leche caliente para todos en una bandejita, la dejó en la mesa y dijo.
-Ay, que recuerdos de cuando Lali era chiquitilla, le hacía las mismas torrijas a ella y a su hermana, las dos eran unas revoltosillas.
Santi tragó su torrija y quiso saber más de ello, así Elena se sentó y comenzó a contar como se escapaba para ir a unos recreativos, nos explicó como disfrutaron ella y Lali uno de los conciertos de David Bowie, el como antes de Santi hubieron tres desamores, en los que cada uno fue engañada, no se como se lo tomará Lali, pero a mi me encanta saber más del mundo, y que mejor modo que de lo que han vivido otros antes que yo.
Elena se ve que se cansó de hablar, me miró curiosa y preguntó.
-¿Y tu Radel hay algún recuerdo loco que quieras compartir?
-Yo... Pues... Muchos, como por ejemplo la primera vez que hice autoestop, estaba tan nervioso, no tenía miedo, al contrario, pasó más rápido de lo que me pude imaginar, era un morillo súper majo llamado Yasin, le conté que quiero vivir entre impulsos y recuerdos y me llevó hasta aguadulce, ahí me pasé dos o tres noches sin dormir porque me pasaba la noche tocando la guitarra en la playa con un amigo, se llamaba Josenfu.
-Valla Radel, ¿autoestop? Mmmm... Y si te pasa algo.-Avisó Santi.
-Lo que pase pasará tarde o temprano.- Respondí con una sonrisa.
-¿Y tu Jc?- Preguntó Andrea.
-Desde que conozco a este hombre, pues muchas, como lo de echarme a viajar sin casinada.-Respondió señalándome.
Elena alabó nuestra valentía, nos aplaudió y quería que llegásemos lejos, muy lejos, que mientras nos haga felices que hiciésemos lo que quisiéramos, que vivir solo se vive una vez, el carpe diem.
Andrea se acercó a mi y me propuso tocar la guitarra, me sentía perezoso de tocarla justo en ese momento y Santi se metió de por medio, de nuestra pequeña convertido.
-¿Qué tal tocas la guitarra?
-¡¿Que como la toca!? Pues mira es de los mejores que e visto.-Alegó Jc.
-Bueno bueno, tanto no soy, se tocar, pero hay mejores.-Dije modesto.
-Toca esta noche en el restaurante, como os quedaos por lo del bus y ese rollo pues enseñamos de lo que eres capaz.-Propuso Santi.
Valla,... ¿Yo tocando en un escenario? Interesante, muy interesante, era difícil no negarme, así que acepté con una sonrisa, entonces fue cuando me dijeron que no sería un solitario, yo pondría la base de la que viene a cantar, una chica que se llamaba Emily, nombre curioso por cierto.
-¿Y para cuando viene? -Pregunté.
-Más o menos debe de estar al caer, mucho no tardará, supongo, pero ¿cuanto quieres cobrar por tocar la guitarra?-Quiso saber Elena.
-Nada, es un favor a mis nuevos amigos.- Ellos se alegraron, es más insistieron en pagar, pero me negué en rotundo, para el dinero no es nada, no es vital en mi día a día, diría que prescindible, solo tendría lo suficiente y ni eso.
Laia vino muy contenta, me agarró del brazo y me llevó a ver sus logros con su hermana, patinaje, artes marciales, competiciones de literatura,... Eran unas ganadoras natas, yo solo tenía en mi antigua habitación una medalla de ajedrez en la que quedé octavo, me la dieron por pena, pero algo me dieron.
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Un Corazón Y Una Guitarra
JugendliteraturHarto de una rutina diaria decide dejarlo todo y vivir según le guíen sus instintos e impulsos.