6.Caminando en el sueño.

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En cuanto salí de la puerta de mi casa me sentí extrañamente liberado, aun que ya no tenía techo.

Caminé por alejarme de la jaula que era mi antigua casa, entre lágrimas me despedía de todo y todos, mi hermana, aunque haya sido muy trasto la quería, a Juanra, ese chico raro que nunca dejó de apoyarme, a Mari, mi nueva amiga, ya no habría un futuro en esa amistad.

Miré mi móvil, ¿para qué lo quería? Lancé el cacharro inútil lo mas lejos posible, moví mi cabeza para fijar mi vista en el cielo anochecido, eso sería mi nuevo hogar, la luna saludaba a su nuevo invitado en la oscuridad de sus manos frías, pero a la vez acogedoras, sin duda ese era el sentido de mi juventud, mire Modesto, míreme ahora, el sentido de mi juventud era vivir junto con la noche y el día, tocar mi guitarra en las calles del mundo y viajar.

No iba a dar la vista atrás nunca jamás, así que en vez de dormir caminé por alejarme de ese pueblo, apartarme definitivamente de mis cadenas, no quería despedirme de nadie, el tiempo y el destino dictarán si me encontraré con alguien a lo largo de mi viaje, pensar en buscar más historias, muchas más, y la gente que llegaría a conocer. Un próspero futuro me depara ante el viaje de mi vida, ¿pero qué digo? Ahora viajar es mi vida.

Pocos llegarían a comprender este objetivo, pero alguien seguro que lo llega a entender.

Era triste ver la calle por la que pasaba todas las mañanas solo para caminar sobre ella una vez más, la última. Vi mi parada, ya no vería mas el amanecer desde ahí, mis auriculares, ese invento que jamás pensé que yo dejaría atrás hasta ahora.
En el instante que pisé la calle yo era mi música, no necesitaría un invento solo para oír música para siempre.

Quise pasar por mi instituto solo para rememorar a la gente que conocí ahí.
Mis lágrimas aumentaron al llegar, acaricié vagamente su fachada, el lugar al que llamamos Pocahontas ya no existía en mi ser, era inútil mantenerse fijo en un lugar, todos nos vamos, mi momento era ese, tardé mucho en tomar esta decisión, pedí consejo a mi amiga la luna para que me volviese a equivocar otra vez, así aprendería más de la vida, de mi vida.

Ahora yo soy un barco a la deriva sin rumbo fijo, era una nube, me dejaría llevar por la vida a mi siguiente parada.
Notaba la sensación de miedo a lo que me rodeaba, pero y que, el viaje se inició, no hay marcha atrás.

Cuando quise darme cuenta ya estaba en la carretera que daba fin a mi pueblo Berja, e aquí mi trayecto final en mi vida como enjaulado, pero el inicio de mi vida como un mochilero vagabundo, que hermosa era esta sensación, ¿era libertad? ¿tal vez alegría? ¿o a lo mejor esto es sentir la vida en uno mismo? Era tanto, mi corazón latía, lo notaba, un pum pum tras otro, hacía mucho tiempo que no escuchaba mi corazón, es tan cálido en la helada noche.

Mi guitarra, mi fiel amiga, ¿me acompañarás en mis viajes? Te prometo que nunca te abandonaré, serás mi pequeño pedazo de vida, mi pilar en la carretera mas alta, mi melodía que me guiará a la calma y al puerto más cercano del mar que surco ahora, eres el faro que me ayuda a mantener a flote la alegría que hay en mi.

Así es como paso a paso me iba, el pueblo ya se veía pequeño, y yo me veía como un gigante, parece mentira que de verás valla a vivir según mis propios ideales, según mi yo interior dicte, según quiera vivir.

Ahora veía árboles, suponía que me encontraba en las lejanías, pero no estaba lo suficientemente alejado, veía a mi jaula llamándome para volver a encarcelarme, así que caminé mas lejos.

No sabía mi camino, veía a los coches pasar de largo, pensé si llegaría a conocer a alguno de las personas que conducían uno de esos coches en un futuro, mucha gente se conoció antes sin darse cuenta, a lo mejor eso me pasó a mi, o me pasará, no se, es dudoso mi futuro.

Un Corazón Y Una GuitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora